«La mayoría de quienes se suicidan quieren morir y quieren vivir»

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua VIGO / LA VOZ

VIGO

CAPOTILLO

José Rodríguez Otero, psicólogo de la unidad de prevención de Vigo, desmonta que el 90 % padezcan una enfermedad mental

10 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Los psicólogos gallegos se reúnen estos días en Nigrán, en una jornada que organiza el colegio oficial para hablar de la muerte. José Eduardo Rodríguez Otero, que trabaja en la unidad de prevención del suicidio del Álvaro Cunqueiro, aborda esta realidad a través de una charla con un título curioso: A vueltas con el cuentakilómetros. Donde nadie se fija en la prevención del suicidio.

—¿Qué es eso del cuentakilómetros?

—En la facultad, en la asignatura de terapia familiar, el profesor Emilio Gutiérrez nos preguntaba qué marca el velocímetro cuando el coche va marcha atrás. Nadie lo sabía, porque cuando íbamos hacia atrás teníamos que mirar hacia atrás. Él abogaba por fijarnos en donde nadie más se fija.

—¿Cuál es el velocímetro en el suicidio?

—La prevención.

—¿Y por qué nadie se fija?

—Casi todos los artículos publicados empiezan con una frase que dice que el 90 % de quienes se suicidan tienen un trastorno mental. La mirada original es buscar la referencia de esa frase. ¿De dónde sale? Los estudios siempre citan otros estudios que dan ese dato, pero ninguno va a la referencia original. Si tiras mucho del hilo, ves que viene de dos estudios del 2003 y 2004 muy cuestionables, con fallos metodológicos.

—¿Por qué?

—Utilizan una técnica que es la autopsia psicológica: se pregunta a familiares, se revisa el caso y se llega a un diagnóstico postmortem. Esto tiene mucho riesgo de sobrediagnóstico. Por ejemplo, hacen un control en gente que muere por cualquier otra causa y dicen que entre el 27 y el 35 % de las personas tenían un trastorno mental.

—¿Tanto?

—Es demasiado. Según la OMS, la prevalencia del trastorno mental es del 12,5 % de la población. Pero el dato del 90 % en el suicidio se repite y se repite sin que nadie lo cuestione.

—¿Y qué le dice su experiencia? Hace tres años abrieron la unidad de prevención del suicidio.

—Hay muchas personas que tienen un diagnóstico, pero lo nuclear no es eso, sino la crisis existencial. Se produce un malestar, un sufrimiento y una ambivalencia entre querer morir y querer vivir. Esto lo puede provocar un agravamiento del trastorno mental o una serie de acontecimientos cotidianos. Si se quiere, se puede poner un diagnóstico a todo, pero no es lo importante.

—Pero el trastorno mental sí aumenta el riesgo de suicidio.

—Evidentemente. Y está estudiado que el principal es el trastorno bipolar y después el consumo de sustancias y la depresión. No niego que tengan más riesgo las personas con trastornos mentales, pero sí cuestiono el absolutismo, no es la única causa, no es tanto como se dice.

—Si no es el 90 %, ¿cuál es una proporción razonable?

—En los estudios de autopsia psicológica, en torno al 45 % de las personas que se suicidaron sí tenían un diagnóstico ya puesto, y a la otra mitad se le puso después. Se maneja ese dato: el 45 o 50 % tienen patología mental.

—Cuando alguien se suicida se tiende a pensar que estaba deprimido... ¿No es tan así?

—No. Ves a gente que había gravado vídeos jugando o haciendo cosas normales, pero que tiene una crisis.

—Entonces, ¿cómo se debe poner la mirada en el cuentakilómetros del principio?

—Mirando cómo el paciente experimenta el sufrimiento. Para que haya una idea suicida hay que estar sufriendo. Los ingleses dicen «No pain, no suicide» [Sin dolor, no hay suicidio]. El estado cognitivo más habitual es la ambivalencia: pensar en morirse y en vivir a la vez.

—¿Quiere decir que el suicida no lo tiene claro?

—Lo de que lo tenía clarísimo es un mito. Hay una ambivalencia entre querer vivir y morir que fluctúa incluso en el mismo día. Ni siquiera forman parte del mismo continuo, sino que son continuos diferentes.

—¿Y por qué de repente uno pesa más que el otro?

—Seguramente, por la intensidad. Cuando el sufrimiento es muy agudo y desespera, no se ve salida y pasa por encima; incluso en personas con estupendas razones para vivir.

—¿Entonces se puede prevenir?

—Sí, y mucho. Hay que estudiar cada caso, porque a veces la mejor medida antisuicidio es una ayuda social. Nuestro problema es la gente que no detectamos, porque lo consigue a la primera o porque no se lo manifiesta a nadie. Pero en la unidad estamos conteniendo la consumación de suicidios.

—¿A cuántas personas atienden en la unidad de prevención?

—A unas 80 o 90 al mismo tiempo, durante seis meses. No podemos tener lista de espera, no podemos tardar tres meses en atender. 

—¿Atenderían a más si tuviesen más medios?

—Sí. Somos una psiquiatra, dos enfermeros y yo. 

—Llevan solo tres años, pero ¿ya se observa alguna tendencia?

—Hay una tendencia clara en la pospandemia a nivel gallego, español y mundial, que son es el incremento en los suicidios e intentos en adolescentes y adultos jóvenes, sobre todo chicas.