Sara García, peluquera: «Las cabezas son lienzos, no tengo que cantar a lo Madonna para ser artista»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

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Acaba de abrir en Berlín una delegación de su proyecto vigués. Peluq Art es un espacio donde se peina el pelo y se deja crecer la creatividad con exposiciones, teatro o sesión dj

10 dic 2023 . Actualizado a las 02:26 h.

Las horas muertas del tinte no tienen por qué serlo. Clientas de Sara García (Vigo, 1984) han convertido la espera ante el espejo en una visita a una exposición, una experiencia teatral o un baile con música de dj. «Ahora, desde que estoy en Berlín, ya he organizado algún intercambio de ropa, kinder raves parties —fiestas de música electrónica para niños— y estoy programando más, ahora que mi hijo ha empezado la guardería». Hace tres años que esta peluquera dejó su salón de belleza vigués, Peluq Art, en manos de sus compañeras y se lanzó a vivir en la ciudad de sus sueños, cuna del punk, donde ha abierto una delegación, dentro de un club berlinés. «Mi objetivo es conectar culturalmente ambas ciudades, crear sinergias».

Autora de un concepto distinto de peluquería, en su local de la calle Couto Piñeiro, en la zona de Pizarro, fluye la cultura emergente. «Lo más loco que hemos hecho es colocar cabezas de muñecas llenas de sangre, performances donde la gente se llega a desnudar. Hemos programado clubes de lectura. Todo surge de manera natural». Su proyecto nació del aburrimiento que le provocaba la vida que llevaba. Tras una ruptura sentimental, se paró a pensar en sí misma, y dio un giro. «Me di cuenta de que aquel negocio de Sara García Estilistas me aburría profundamente. Cambié gracias a personas con las que me crucé en ese momento y que me apoyaron y me apoyan. En un abrir y cerrar de ojos, hicimos la reforma, vino a reinaugurar Rodrigo Cuevas con Abi Castillo y nos convertimos en Peluq Art».

Siempre quiso estudiar Bellas Artes, pero esta hija de peluquera, con cuatro hermanos, no tenía los recursos económicos para matricularse en la universidad. Graduarse es su proyecto para la jubilación. Mientras no peina muchas canas, ha ido convirtiendo su oficio en una vía de escape de su creatividad. Sara García es experta en colorimetría, faceta que está haciendo que triunfe en Berlín. «Aquí he celebrado tintes como si fuese un premio gordo de Navidad. Te traen regalos, te abrazan, bailan un corte de pelo...», explica.

Y en ese proceso, no son pocas las veces que acaba de «médico de urgencias», como ella define el arreglar los tintes de otros profesionales que no consiguen el efecto deseado. «Hay clientas que se quejan de que no las escucharon, a mí me gusta perder la noción del tiempo, saber escuchar para entender qué quiere esa persona. Hay que empatizar y dar identidad». Dice definiéndose como feminista y queer.

Defensora del papel de la peluquería como arte y servicio esencial, reniega de las prisas. «Hay que humanizar la peluquería como arte. No tengo que cantar o bailar como Madonna para ser artista. Mi trabajo hace sentir a las personas más seguras de sí mismas», reivindica. García reconoce que ha cancelado citas si no está en un buen momento porque «mis clientes se merecen que le preste toda mi atención». 

Peluquería en la universidad

El tinte ha dejado de ser una necesidad para tapar la cana, y se ha convertido en una vía de expresión para quien ya no se conforma con el color de pelo que conlleva el apellido. Pero teñir no es hacer magia. «Te vienen con una foto con filtro de Instagram, personas con el pelo negro teñido y tengo que contarles que no se puede pasar a gris en un día. Hay mucha química en el proceso, hay que saber de ph, de oxidante y saber cómo cuidarlo».

La cultura punk berlinesa que esta profesional domina y admira está cada vez más presente en las tendencias de peluquería en España. García invita a reflexionar: «Debería haber formación universitaria para peluqueros, no un curso de dos años para empezar a trabajar en las academias y aprender cometiendo errores. Hay que tener una formación más profunda, porque el pelo es una parte de nosotros hasta el punto de que si te llevas un disgusto te salen canas. Hay que tratarlo con mimo, como otra parte de tu cuerpo», explica.

Sara García no piensa en regresar a Vigo, de momento, aunque le habla gallego a su hijo Noa, por si acaso. Su objetivo es enlazar ambas ciudades culturalmente y programar en sus locales, llevar a Berlín la cultura de Vigo y a Vigo el ambiente de los clubs berlineses. «Quiero conectar ambas ciudades y programar actividades. Cuando organizo un acto, todo fluye, no sé cómo lo hago, sale solo, sin estrés. Nunca nadie me ha dicho que no, la gente me sigue y sale bien. Mi mantra es creer y crear». Asegura que le fascina volver a Galicia y sentirse turista en su tierra, donde detecta un movimiento cultural «como en los ochenta». «Hay una revolución cultural. Me encanta ver Churruca pintada por Lupita Hard, lo que están haciendo Fritanga Records, la sala Kominsky o el Teatro Gorrilla. Ojalá hubiese un tren Vigo- Berlín».

Su canción favorita

«Toro Barroso», de Rodrigo Cuevas. «Inauguró PELUQ Art, fue una conexión que surgió por mi amigo Aarón, que vivió conmigo y me dio un toque en mi cabeza y me dijo: ‘Ábrete al mundo’. Y ahí surgió todo esto. Rodrigo Cuevas es un amor, ha venido a actuar por cuatro perras. Me encanta lo bien que le va».