Las mujeres de la conserva paralizan el sector

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO

HEMEROTECA | Entre diciembre de 1931 y enero de 1932, más de 4.000 trabajadoras de las fábricas de las Rías Baixas se plantaron ante la decisión del Gobierno de imponer un subsidio de maternidad que consideraban oneroso

19 dic 2023 . Actualizado a las 04:47 h.

«Que pague el patrón o el Estado, que nosotras bastante pagamos con nuestra falta de sueldo», decían las representantes de la Unión de Trabajadoras de las Fábricas de Conservas a mediados de diciembre 1931 para dejar patente su oposición al pago del subsidio de maternidad que el Gobierno puso en marcha en octubre de ese mismo año. Aquellas mujeres todavía no habían adquirido el derecho al voto, sin embargo, lograron paralizar el sector más importante de la economía viguesa y extender el conflicto a otros puntos de Galicia.

Todo el asunto partía de la bienintencionada medida adoptada por el gobierno de Manuel Azaña de introducir un subsidio destinado a apoyar económicamente a las mujeres durante el período posterior a la maternidad. Para ello, se estableció que las trabajadoras deberían aportar una parte de su sueldo para percibir un subsidio en el momento en el que fuesen madres. Claro que lo que debían aportar eran 1,85 pesetas, cuando los sueldos oscilaban entre 2 y 3,25 pesetas.

«La implantación del Seguro de Maternidad está dando lugar a incidentes variados, entre los cuales figuran agrias polémicas, agresiones y huelgas, o amenazas de ellas», advertía La Voz de Galicia el 16 de diciembre de 1931, cuando explicaba el origen del problema. Se decía entonces que las trabajadoras entendían que la ley no resolvía sus problemas porque, generalmente, cuando contraían matrimonio, abandonaban las fábricas, perdiendo de este modo el derecho a percibir el subsidio y a las cuotas aportadas hasta ese momento.

Por otro lado, también esgrimían las trabajadoras de las fábricas de conservas el argumento de que los sueldos eran lo suficientemente bajos (oscilaban entre las 2 y las 3,25 pesetas) como para no poder permitir rebajas, aunque estas fueran destinadas a subsidios, y menos, si estos significaban la mitad del jornal, como era el caso de la maternidad.

En cambio, el comité de huelga formado por las mujeres sí veía con buenos ojos la creación de un subsidio más amplio que el puramente dedicado a la maternidad, y que cubriera lo períodos de enfermedad. Decían que había dolencias propias de su profesión, como eran los casos de las soldadoras y la estañadoras, que sufrían enfermedades respiratorias debido a los gases que inhalaban.

Cuatro mil mujeres

Con estos argumentos, cuatro mil mujeres, dirigidas por Ana María Araújo, iniciaron una huelga y protagonizaron multitudinarias manifestaciones. La Unión de Fabricantes de Conservas de Galicia, precedente de Anfaco, trató de convencer al ministro de Trabajo, que entonces era el socialista Largo Caballero, de la necesidad de eliminar el subsidio de maternidad y crear uno de enfermedad, al que estaban dispuestas a contribuir todas las huelguistas. El presidente de los conserveros, el vigués José Ramón Curbera, se comunicó con el titular del Ministerio de Trabajo para explicarle la delicada situación a la que se enfrentaba el sector conservero en vísperas de la Navidad.

Tras un mes de huelga y manifestaciones, y la mediación del diputado galleguista Ramón Sánchez Picallo, el conflicto laboral finalizó, fijándose la retención del subsidio de maternidad en 15 céntimos. Aunque aceptaron regresar al trabajo el 12 de enero de 1932, la reivindicación del sector se mantuvo, ya que en ningún momento manifestaron aceptar el subsidio de maternidad y sí mantuvieron sus aspiraciones de sustituirlo por un seguro de enfermedad que abarcase a todas las mujeres trabajadoras.

En aquella reivindicación, las mujeres se vieron obligadas a pelear casi en solitario, por lo menos desde el punto de vista sindical, al no obtener el respaldo de los sindicatos de la época. Sí tuvieron el apoyo de numerosos compañeros de las fábricas, que aceptaron en momentos determinados sumarse a paros y participar en las manifestaciones. De hecho, tal como subraya el historiador Dionisio Pereira en su libro Loita de clases e represión franquista no mar (Xerais, 2010), la militancia sindical masculina de la época no defendió con excesivo convencimiento el acceso de las mujeres al conjunto de los sectores de la producción industrial.

Sí tuvo eco la protesta encabezada por las trabajadoras de las Rías Baixas en el tejido industrial de A Coruña. En una asamblea multitudinaria desarrollada el 12 de diciembre se adoptó una posición de rechazo al seguro de maternidad, manteniendo una argumentación similar a la proclamada por las mujeres de la conserva de las Rías Baixas. Acordaron las participantes en aquella asamblea conformar una comisión para reunirse con el gobernador civil de la provincia. Sin embargo, en aquel encuentro poco avanzaron las reclamaciones femeninas ya que el poncio coruñés se limitó a señalar que era una ley que él debía acatar. A finales de año, mujeres afiliadas a la CNT coruñesa advertían que tomarían medidas si los patrones realizaban los descuentos destinados al polémico subsidio.

El subsidio de maternidad generó tensiones en distintos sectores en toda España.