Aficionado desde niño del tenis, fue uno de los impulsores del club de Ponteareas, que ahora preside
08 ene 2024 . Actualizado a las 05:00 h.A Juan Carlos Fernández Márquez (Ponteareas, 1975) le llamaba la atención el tenis «desde pequeñito». Lo veía por televisión y lo practicaba de manera informal con sus amigos, pero «sin más». Fue así durante muchos años: era un aficionado que seguía el deporte de la raqueta y jugaba alguna pachanga. Todo cambió en el año 2007, cuando una serie de adultos de su municipio natal se apuntaron a clases y aquello desembocó en una entidad deportiva, el Club Tenis Ponteareas que hoy preside. Nació con el objetivo de «competir e impulsar una escuela» que sigue muy viva cuando han pasado más de quince años.
Transcurrió alrededor de un año entre que comenzaron aquellas clases y un grupo de aquellos alumnos quiso «dar un paso más y montar un club para darle estabilidad a la escuela y al proyecto». Los primeros pasos fueron en una pista al lado del pabellón de Ponteareas que actualmente ya no existe. «Al principio, estuve en la directiva como secretario muchos años. Ahora, hace cuatro que el presidente decidió dejarlo y me quedé yo», señala.
A medida que ha pasado el tiempo, ha dejado más de lado la faceta de deportista y la gestión del club le ha ido robando más tiempo. «Sigo jugando, pero menos», aclara. También recuerda que todos los integrantes de la primera directiva practicaban tenis. «Jugábamos todos y empezamos a hacer un par de torneos al año», recuerda. Uno de ellos, el Vila do Corpus, se sigue haciendo a día de hoy con gran éxito. «El primer año fue un torneo no federado. La cosa funcionó, se anotó mucha gente y lo hicimos federado al año siguiente», detalla.
La entidad actual es el primer club de tenis que existe en Ponteareas. No había ningún precedente como tal. «Hace muchos años, alguna asociación daba clases de tenis; algo hubo, no sé si duró mucho o no», apunta. En cuanto a ellos, los comienzos fueron bastante esperanzadores. «El club empezó funcionando bastante bien. Pero éramos veinte o treinta personas y hoy en día somos el cuarto club de Galicia con más licencias, 181», dice al tiempo que destaca que superan a clubes gallegos de mayor magnitud.
Y tener entre manos un club con tantos deportistas lleva aparejado un trabajo importante. «Al principio, no es que fuera un chiste, pero se manejaba bien. Ahora, hace falta dedicarle horas todos los días», precisa. Cuenta con un tesorero que le echa una mano y una directiva en la que todos «hacen de todo». «Pasó a ser una cosa seria, un monstruo que fue creciendo. Tenemos un 80 % de niños y hay que atender sus demandas, tratar con los padres, con los monitores...», cuenta.
La idea de ceder el testigo se le ha pasado por la cabeza, pero si sigue es por lo mucho bueno que le aporta su vínculo con el club. «Cada año fuimos creciendo y llegará un momento en que dejemos de hacerlo. Pero lo que más me aporta ahora quizás sean los niños: verlos crecer, competir y ganar», indica. En ese sentido, alude con orgullo a que cuentan con una campeona gallega benjamín y subcampeona alevín, así como otros que también están destacando y firmando buenas actuaciones. «Hay niños que da gusto verlos jugar. La cantera es lo que más nos llena», pese a que en sus inicios estaban, quizás, «más involucrados con los adultos», analiza. De hecho, también han tenido a lo largo de su historia buenos resultados en veteranos. «Ahora, algunos ya vamos mayores, me incluyo», apostilla para luego proclamar que «el futuro es de los niños».
A Juan Carlos le gustaba más jugar en sus mejores tiempos que realizar labores administrativas, pero poco a poco ha tenido que ir dejando de lado la práctica del tenis, también debido a una lesión. «Ahora, la presidencia ya casi es un trabajo. Tienes que dejar de lado el entrenamiento porque cada día surgen problemas y nuevas cosas, tanto buenas como malas», añade. Por ejemplo, algún desencuentro con el Concello por los vestuarios y las pistas. «Hay que seguir luchando. Pasamos de dos pistas a cuatro, conseguimos luces para dos de ellas ahora estamos con los vestuarios. Llevamos ocho años y parece que en el 2024 van a caer; nos hacen falta como el comer», manifiesta.
A la cuestión de si se siente valorado por la labor que desempeña, dice que no sabe si «guardarse la opinión». Es consciente de que «mucha gente no sabe el trabajo sucio que hay detrás y nunca te lo van a valorar», ignorando esas personas que «hay muchas horas detrás que no te paga nadie, rompeduras de cabeza, de llamar a un lado y al otro». Y lamenta que hay algún que otro padre que solo piensa en «si falta esto o quieren lo otro».
Fernández tiene en mente dejar la presidencia seguramente cuando acabe el actual mandato y vea cumplidas cuestiones pendientes como la gran demanda de los vestuarios y «alguna cosita más». «Estamos creciendo, consiguiendo cosas y cuando esté todo lo que tenemos en mente, me gustaría dejarlo», avisa. Pero será, con el club «asentado, disponiendo de una infraestructura y la cosa encaminada». Antes, y de cara a lograrlo, sabe que queda «trabajo y más trabajo».