El vigués cumplió el objetivo de superar el «momento oscuro» del baloncesto femenino con una plata continental y el billete olímpico
13 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Miguel Martínez Méndez (Vigo, 1967) es un acaparador de éxitos. Lo hizo a nivel de clubes, desde el Celta al Ekaterimburgo, pasando por el Rivas y el Famila Schio italiano, y lo repite ahora en la selección española de baloncesto femenino, que dirige desde el año 2021, firmando la plata en el Europeo del pasado verano y consiguiendo ahora el pasaporte olímpico pese a perder el primer partido con Japón. Canadá y Hungría fueron las víctima para que el vigués pudiese cumplir uno de sus grandes objetivos.
—¿Cómo sienta la clasificación tras el susto del primer día?
—Fue un campeonato durísimo. Jugamos a mitad de temporada, tuvimos tres días para montar un equipo con cuatro jugadoras nuevas con respecto al Europeo del pasado verano. En ese tiempo, tuvimos que meter los básicos defensivos, ofensivos y demás y con alguna jugadora como Gustafson, que no había venido nunca. La preparación ya fue dura, lo pagamos el día de Japón y eso nos llevó a una reconstrucción total.
—¿Después de perder con Japón lo vio todo negro?
—Yo siempre pensé que el Preolímpico se iba a decidir el último día, porque éramos cuatro equipos en donde cualquiera le podía ganar a cualquiera.
—¿Dónde estuvo la clave de los triunfos con Canadá y Hungría?
—Nuestro valor añadido era un grupo de jugadoras que se conocen desde hace tiempo, que vienen trabajando juntas desde el año 21 con el mismo entrenador. Creo que eso nos ayudó mucho a recomponernos.
—¿Fue difícil mantener la cabeza fría en el partido con Canadá con un final apretado en todo te lo juegas todo?
—Fue un partido muy duro ante jugadoras NBA en muchos casos, con formación americana y con físicos tremendos. Era un equipo muy potente y muy complicado, pero ganar fue la llave de todo a nivel mental, no clasificatorio, porque yo creo que de ganar el último partido, hubiéramos pasado igual. Ese partido nos demostró que lo del día anterior había sido un accidente y que estábamos donde teníamos que estar.
—¿Para usted qué significa llevar al equipo a los Juegos?
—Estoy muy feliz. Era uno de los objetivos máximos que teníamos. Tras los Juegos del 2021, tocaba reconstruir el momento oscuro que pasó el equipo y creo que eso se logró ya en el verano con un muy buen resultado (plata en el Europeo) y ahora, con el acceso a la Olimpiada. Para esta generación, perder visibilidad y no tener campeonato de verano sería algo muy malo, porque el baloncesto femenino necesita visibilidad y que hablen de nosotros.
—Serán sus primeros Juegos, ¿cómo los toma?
—Es lo máximo a lo que puede aspirar un deportista. Es la fiesta del deporte mundial y la sensación que tengo es de alegría y una vez está allí, entenderé toda la magnitud que tiene esto. Los Juegos eran una de las razones por las que acepté el reto de la selección en el 2021, cuanto tenía un contrato largo con el Ekaterimburgo. El aliciente y el empujón de mi familia fue básicamente par esto: poder disputar unos Juegos Olímpicos y ahora el objetivo está cumplido y hay mucha alegría de toda la familia.
—¿Qué tal la excéltica Raquel Carrera?
—Llegó un poco tocada a la concentración después del partido de liga con el Valencia en Zaragoza, la tuvimos que cuidar hasta el primer partido y ella tuvo mucha madurez e hizo muy buenos tres partidos.
—¿Tiene en mente para los Juegos a María Araújo y Paula Ginzo?
—Ninguna de las dos estaban disponibles para el Preolímpico, pero por supuesto que las tendré en cuenta. Vamos a tener un grupo bastante largo y luego tocará tomar decisiones. Cada una debe preocuparse de estar en la mejor forma posible para poder ayudar.