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Su mejora en el tiro, el entendimiento del juego y la potenciación de su físico privilegiado convierten a Musa, del Celta, en la sensación de la Liga Femenina 1
05 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.24 puntos, con 11 de 14 en tiros de dos y 2 de 2 en libres; 17 rebotes, 2 asistencias, 1 tapón y 6 faltas recibidas, para un total de 41 puntos de valoración. Estos son los números colosales de Murjanatu Musa, una pívot de 183 centímetros y 23 años que hasta los 16 no jugó al baloncesto y que salió de su casa de Lagos (Nigeria) por primera vez para viajar a Vigo y fichar por el Celta de baloncesto a finales del 2021. Dos años y medio después, se ha convertido en la MVP de la última jornada, en una de las sensaciones de la liga y en jugadora clave para que las celestes acaricien la permanencia.
«Es fundamental en el grupo, no solo dentro de la pista por todo lo que aporta por números o estadísticas, sino porque es un referente. No hace mucho ruido, no necesita hablar mucho, tiene el respeto de sus compañeras y del cuerpo técnico por cómo trabaja. Es muy currante», comenta Cristina Cantero, la entrenadora que la ha dirigido desde que llegó a Navia cuando el equipo estaba en el segundo escalafón del baloncesto femenino español. Desde entones, Musa llega al pabellón todos los días «con una sonrisa, con espíritu de trabajo, sabiendo que nunca se va a borrar y que, además, es muy buena compañera».
«Su progresión es grande. Ella quiere aprender y mejorar cada día», resume Cantero. Cuando arribó, no conocía el baloncesto europeo, había sido internacional con su selección, pero no disfrutaba de minutos y «no tenía conocimiento ninguno de situaciones de juego ni ofensivas ni defensivas». Todo eso cambió por completo: «Ahora ya entiende el juego, porque siempre ha estado con cuatro ojos para aprender, escuchando y sabiendo que tiene que mejorar».
Eso supuso, en primer lugar, fiabilidad en el tiro (firma una media de 13,9 puntos por contienda), un aspecto básico que añadir a la gran potencia física que ya tenía, pero que estaba sin trabajar. «Este año ha vuelto a mejorar su salto, salta mucho más», por encima del metro. Esos muelles le permiten ser una jugadora dominante dentro de la pintura pese a medir 1,83 y tener que pegarse todas las semanas con jugadoras más grandes y fuertes (tiene una media de 9,4 rebotes por cita).
En el trabajo defensivo, de vital importancia en el Celta, también es pieza clave, tanto a la hora de defender el aro como de presión al rival. «Tiene mucha presencia en el rebote, es capaz de mover muy rápido los pies, es capaz de defender a una pequeña y si somos agresivas, es capaz de saltar y recorrer todo el campo», apunta la entrenadora.
El siguiente paso debe ser adaptarse a la posición de ala-pívot. «Creo que es una jugadora que puede jugar en el cuatro, puede abrir más el campo, dominar mucho mejor el bote, que ya lo ha mejorado, pero tiene que seguir mejorando. Tiene bastante margen».
Después de un año y medio en la Liga Challenge, el ascenso a Liga Femenina 1 le deparaba un bueno reto a la nigeriana, ya que pasaba a medirse con pívots grandes y fuertes, pero su entrada en la gran competición está por encima de las expectativas de todos, entrenadora incluida.
«Teníamos claro que le queríamos renovar, pero estaba por ver cómo se adaptaba a la liga y qué papel podía tener. Igual pensábamos que podía tener un rol más secundario, sabiendo que iba a sumar, pero quizás no que se convirtiera en la pívot fundamental que es ahora y que no puedo quitar de la pista», analiza Cantero.
Porque Musa, para el Celta, ya no solo son estadísticas y trabajo, sino el papel que juega para sus compañeras «que la buscan en muchas situaciones, saben que es un seguro de vida. Ahora mismo, es clave», por eso juega casi 30 minutos de media y ha tenido presencia en las 23 jornadas disputadas hasta la fecha. El sábado, en Vitoria, ante el Araski, volverá a ser determinante.