Llega a Vigo el Chivo que narró Vargas Llosa

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO

El dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo, cuyo asesinato recogió en una novela el premio Nobel peruano, desembarcó en la ciudad el 2 de junio de 1954 durante su primer viaje al extranjero

19 jun 2024 . Actualizado a las 01:58 h.

Mario Vargas Llosa publicó en el 2000 La fiesta del chivo, una novela centrada en el asesinato de Rafael Leónidas Trujillo, el dictador que manejó con mano de hierro la República Dominicana entre 1930 y 1961. Aquel retrato ha contribuido a hacer más famosa la figura de ese generalísimo que visitó España en junio de 1954. Desembarcó en Vigo antes de dirigirse a Madrid, donde lo esperaba Francisco Franco.

«Minutos después de la una, de la tarde apareció en lontananza la silueta del Antilles. Lo esperaban un centenar de embarcaciones pesqueras, que le dieron escolta hasta el momento de atracar. El aspecto del muelle, profusamente engalanado, era impresionante, agolpándose en sus inmediaciones millares de personas, así como en las azoteas de dos edificios próximos», informaba La Voz de Galicia en su edición del 3 de junio de 1954.

El Gobierno de España había preparado un recibimiento por todo lo alto a un jefe de Estado que salía por primera vez de su país y que llegaba para «afianzar los lazos de amistad con España». El ministro de Asuntos Exteriores, Alberto Martín Artajo, fue el encargado de darle la bienvenida a España. Estaba acompañado por el capitán general de la 8ª Región Militar, Mohamed Ben Mezián, el único general musulmán que ha tenido España y que, tras la independencia de Marruecos, se encargó de reorganizar el ejército del país alauita.

En la comitiva dominicana se encontraba Joaquín Balaguer, el hombre que tomaría las riendas de la república caribeña después del asesinado de Trujillo.

Trujillo presidió, desde una tribuna instalada en la Estación Marítima, el desfile de la tropa de marinería de la ETEA, y recibió flores por parte de las integrantes del Coro y Danzas de la Falange. Ya en un vehículo descapotable, Rafael Leónidas Trujillo, acompañado del alcalde Tomás Pérez Lorente, se dirigió hacia el pazo de Castrelos. Las calles por donde pasó la comitiva estaban repletas de personas vigiladas por soldados del Regimiento Murcia 42.

El Pazo Municipal Quiñones de León entonces también era utilizado como lugar de recepción de ilustres huéspedes. En 1947 ya había pasado por allí, e incluso se hospedó, Eva Perón, la esposa del presidente argentino Juan Perón.

En el momento de los brindis, se levantó a hablar el alcalde de Vigo, quien al dar la bienvenida a Trujillo le hizo presente que los españoles sabían conservar siempre los «principios de lealtad y gratitud hacia los pueblos que supieron reconocer la verdad de España». Pérez Lorente deseó al huésped una feliz estancia y terminó brindando «por el generalísimo Trujillo y el bienestar y florecimiento de la amada nación dominicana». El mandatario dominicano contestó afirmando que «que amó y defendió a España siempre» y recordó que era descendiente de españoles en tercera generación. «Nada más justo que me sienta íntimamente, vinculado al héroe que con su vida, militar y civil, salvó de las garras del comunismo a esta grande y noble nación», agregó. Ya en los jardines del pazo se sirvió un café y Coros y Danzas de la Falange bailó para los presentes.

Visita a O Berbés

Tras el almuerzo en Castrelos, Trujillo y toda su comitiva, entre la que se encontraban su mujer María Martínez Alba y su hijo pequeño, de corta edad y vestido con uniforme de comandante del ejército de su país, se dirigieron al puerto de O Berbés, donde visitaron la lonja. El ingeniero-director de la Junta de Obras del Puerto, Espárrago Fernández, explicó el funcionamiento de las instalaciones portuarias.

Más tarde, Trujillo también visitó la factoría MAR, donde fue guiado por Javier Sensat. A las seis de la tarde, la expedición dominicana se dirigió a la estación de ferrocarril. Un tren especial le esperaba para trasladarlo a Madrid, donde sería recibido al día siguiente por Franco y su esposa.

Dicen las crónicas de la época que acudió a la estación, a saludar al dictador dominicano, un ourensano llamado José Sousa Rodríguez, «Españita», que entre 1918 y 1920 había trabajado de chófer en Santo Domingo para Trujillo, cuando todavía no se había hecho con el poder.

Trujillo estuvo en España dos semanas y, entre otras cuestiones, acordó con Franco el envío de agricultores españoles para trabajar en los campos de su país. Así que en aquella ocasión, ofreció pagar el transporte hasta su país y una vez allí, facilitó casas y tierras para su trabajo.

En 1955, llegaron a Ciudad Trujillo varias expediciones de inmigrantes contratados por el gobierno dominicano. Procedían de distintas regiones españolas, pero, con el paso del tiempo, fueron mayoritarios originarios de la provincia de A Coruña. Al año siguiente, llegaron más trabajadores, pero, al mismo tiempo, se produjo un efecto de reembarque hacia España de muchos descontentos con las condiciones de las tierras y debido a las enfermedades tropicales. Las contrataciones directas del Gobierno dominicano concluyeron en el año 1956, momento en el que ambos países suscribieron un tratado de emigración.