Volver a cerrar el ciclo de la materia orgánica en la naturaleza que se ha roto sería una opción para recuperar el fértil
28 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.A principios de este mes, coincidiendo con el chupinazo, se celebró el Día Mundial de la Conservación del Suelo y en los próximos días previsiblemente estaremos en alerta máxima por riesgo de incendios. Hoy queríamos comentar la relación entre ambas cosas poniendo como es habitual a Vigo y su entorno como ejemplo de caso.
Para empezar a contextualizar la importancia de los suelos recordamos aquella frase de Naciones Unidas que resumía la justificación para dedicarles un día internacional: «Los primeros veinte centímetros de suelo son todo lo que se interpone entre nosotros y la extinción». Parece exagerado, pero piensen en algunos datos que nos ofrece la Fundación Biodiversidad. Empecemos señalando que, por ejemplo, el 95 % de nuestros alimentos provienen del suelo fértil. También son hogar y refugio de la cuarta parte de toda la biodiversidad conocida hasta un nivel tan sorprendente que en apenas una cucharada de tierra encontramos tantos organismos vivos como todas las personas que viven en este planeta.
Olvidamos también la cada vez más importante función de los suelos como almacén y filtro del agua potable y de cultivo, un tesoro que apenas representa el 1´5 % de toda el agua que existe en la tierra. Es un tesoro también para nuestra salud, pues al menos quinientos antibióticos son derivados de microbios del suelo. Finalmente, no olvidemos que la tierra fértil es una enrome reserva de carbono, es decir, una aliada en la lucha por mitigar la emergencia climática.
Pero todo esto es muy frágil y desaparece a ritmo vertiginoso. La Universidad de Santiago calculó hace unos años la cantidad de materia orgánica que se perdía tras un incendio. Ese estudio demostró que muchas previsiones pecaban de exceso de optimismo, pues dependiendo del tipo de superficie quemada la pérdida oscilaba entre las once y las catorce toneladas por hectárea. Por ejemplo, si tomamos como referencia solamente los incendios en Nigrán del año 2017, la pérdida total de suelo fértil en sus montes superaría las 7.200 toneladas.
Ahora calculen que según la FAO la naturaleza necesita al menos un siglo para generar un solo centímetro de profundidad de suelo fértil. Para entender el alcance real de este desastre ecológico deberíamos dejar de calcular la recuperación de las zonas incendiadas en años, y empezar a hacerlo en generaciones. Una solución que nos ayudaría a recuperar el suelo fértil imprescindible para la vida (toda la vida, incluyendo la nuestra) sería volver a cerrar el ciclo de la materia orgánica en la naturaleza que hemos roto. Es tan sencillo como implementar un proyecto descentralizado para el compostaje de la fracción orgánica de nuestros residuos.
Prácticas
En muchos concellos de la provincia llevan casi una década haciéndolo en distintos grados de implicación mientras que Vigo, el principal productor gallego de biorresiduos, apenas está empezando (y por imperativo legal) mientras todavía enviamos al vertedero o la incineración unas cien toneladas diarias de la solución a uno de nuestros más graves problemas ambientales. No parece muy inteligente tener a nuestro alcance la solución a un problema y tirarla a la basura. El gran inspirador del movimiento por la restauración de la naturaleza, recientemente convertido en ley Europea, John D. Liu lo resume perfectamente: «Por lo que yo he visto, los factores determinantes para la supervivencia y la sostenibilidad en la Tierra son la biodiversidad, la biomasa y la acumulación de materia orgánica, cuanta más mejor».