«Solo somos tres clarisas pero luchamos para no irnos de Tui y cerrar esta iglesia»
VIGO
Los dulces conventuales alimentan a los peregrinos de la ruta lusa
02 ago 2024 . Actualizado a las 01:01 h.A nadie le amarga un dulce y menos si están hechos artesanalmente con una receta custodiada intramuros por mujeres que deciden vivir «encerradas por amor a Dios». Así recuerda que lo hizo hace ya 64 años, la superiora del convento de las Clarisas de Tui, sor Herminia López Andrade. Es temporada alta de trabajo en su obrador, pero además de los tradicionales peces de almendra, tartas y almendrados que, a diario, despachan a través de su torno, las Clarisas de Tui han comenzado también a hacer mermeladas y se muestran sorprendidas por la gran acogida que están teniendo. La comunidad tudense, una de las pocas que la Iglesia permite mantener sin llegar a ser siquiera el mínimo previsto de cinco miembros de una congregación es, pese a su edad y vida claustral, un auténtico dinamizador de la vida del municipio en el conjunto histórico y en el pleno Camino de Santiago.
«Solo somos tres, tenemos 74, 78 y 82 años y luchamos para no irnos a otra comunidad, porque queremos que no se cierre la iglesia de nuestro convento, como ya pasó en su día con la de Santo Domingo, porque eso sería una ruina para todo Tui», indican sor Herminia y sor Concepción, sin desatender las ocupaciones en las que emplean su día desde antes del amanecer.
Sor Herminia ya ha sellado un nutrido grupo de credenciales a peregrinos a las diez de la mañana y sor Concepción permanece en la iglesia tras la misa de las nueve, porque está expuesto el Santísimo. A las campanadas de la iglesia se le suman las del timbre de la entrada del convento, donde ya espera una nutrida fila de personas en busca de los dulces conventuales que salen del torno. «Lo más popular son los peces y la receta creemos que se remonta a la creación del convento en el siglo hace seis y que tiene que ver con el pasado judío, porque en la época se usaban mucho los frutos secos», apunta la abadesa. Antes se hacía todo a mano y en horno de leña, pero desde que hace ocho años una hermana tuvo un problema de salud, es con horno eléctrico y usan un molde para darle la forma característica de estos dulces. Son, junto a los almendrados y tartas, las delicatessen del convento pero, en plena pandemia se lanzaron a investigar con las mermeladas «inspiradas por un reportaje de las que elaboran con rosas en Turquía». Se pusieron manos a la obra y pocos botes quedan ya de la última remesa elaborada con las hojas de las camelias y buganvillas de su huerto. «Usamos tanto camelia blanca como roja, nos fijamos más en que sea de tacto blando, pero también tenemos de naranja y calabacín y, según la temporada, elaboramos además de calabacín y naranja, tomate u otras frutas», explican.
El amor por Tui y el cariño de sus vecinos es tal que aúnan esfuerzos para no tener que dejar el convento, pero también quieren que la receta quede «en la tierra que nos acogió y nos quiso». «Es un milagro que nos dejen aquí siendo solo tres, pero seguimos esperamos nuevas vocaciones», advierten haciendo una vez más muestra de su incorruptible fe ya que hace más de 34 años que no ingresa ninguna nueva novicia en la comunidad a la que, con tanto esmero, ellas han dedicado sus vidas.
Su trabajo sirve para el sostén de la comunidad, pero también son un pilar en el Camino de Santiago y un referente para todo el municipio. De hecho, tras vivir en primera persona el auge de la ruta jacobea, defienden este potencial como un elemento dinamizador más para el convento que «podría renovarse también con hermanas de otros conventos más alejados porque aquí hay mucha actividad». «Nuestro convento ha de ser viable también por el vínculo histórico con Tui y con el Camino de Santiago», dicen mientras rezan y trabajan Sus plegarias anhelan además que vuelva a sonar el órgano de la iglesia, casi mudo desde que se murió la última hermana que sabía tocarlo hace unos diez años. Ahora solo suena en contadas celebraciones, como la del 11 de agosto, día de Santa Clara. Su ilusión es que algún músico o estudiante se anime y acuda a misa los domingos para tocar y cantar que, como decía San Agustín, es rezar dos veces.
«Las mujeres no saben lo felices que somos»
«Estamos encerradas por amor y aquí lo tenemos todo», sostienen las hermanas tras más de seis décadas de clausura. «No hay vocaciones porque las mujeres no saben lo felices que somos aquí. No añoramos nada», sostiene sor Herminia que, con 19 años dejó a su familia en Arzúa para tomar el hábito e integrarse en la de las Clarisas de Tui. «No me escapé, pero como no quería que me dijeran nada, me vine a Tui aprovechando un viaje de mi padre», recuerda, «En los 60 éramos 23 y antes llegaron a ser 72», recuerda. Ahora la comunidad se completa con sor Concepción, y sor Mercedes, de 75, juntas desde hace ocho años. «En todo este tiempo han cambiado muchas cosas, pero nuestra vocación sigue intacta», resaltan las hermanas que comparten casa. Además de las celebraciones religiosas y de sellar las credenciales de los peregrinos desde primera hora, hacen también rosarios y escapularios, advierten en el torno desde el que sirven sus dulces. El cartel más visible es el que dice: «no te olvides de rezar». Los meses de julio y agosto son, con la Navidad, los momentos que más tiempo dedican a la cocina. «La demanda de postres se dispara estos meses, porque la gente que viaja los lleva de regalo a la familia», explican.