La viguesa, profesora de guitarra flamenca y finalista del premio de la SGAE Paco de Lucía, prepara su primer disco como cantautora, «Raíces de mar»
11 ago 2024 . Actualizado a las 01:02 h.Hay vidas que parecen vivirse para ser contadas, como dijo García Márquez. Con palabras o con música, pero siempre desde el corazón y con mucha pasión. Es el caso de la de Roxana Mouriño, una profesora de guitarra flamenca que, además de dar clases, es música. Ha sido finalista de la segunda edición de los premios SGAE de flamenco Paco de Lucía 2024 y a finales de este año lanzará su primer disco como cantautora. El camino para lograrlo ha sido largo y variopinto.
Roxana nació en Buenos Aires tras el exilio de sus padres gallegos a Argentina. Siendo ella todavía un bebé, regresaron a Vigo. Ahí arranca su historia. «En esta ciudad tuve mi primer contacto con la música. Mi madre me apuntó al conservatorio en los ochenta, cuando tenía 9 años», cuenta. Su primer curso fue duro porque «era todo muy teórico, muy matemático, parecía que no lograba conectar». Sin embargo, «una vocecilla de mi casa me animó a que siguiera y hasta hoy».
Con 18 años, Roxana ya tenía el título para ejercer como profesora de guitarra. A pesar de que ahora recuerda el conservatorio como su refugio, en aquel momento necesitaba escapar de la dureza y la disciplina de las aulas. La necesidad de respirar nuevos aires la llevó a vivir un año sabático. «En 1994 me fui a estudiar lutería a Italia, a una ciudad que se llama Cremona, y lo que iba a ser un año se convirtió en cuatro», explica.
Allí aprendió a construir instrumentos antiguos y consiguió conectar con personas que se mudaban a la ciudad desde diferentes países para aprender este arte: «Me enganchó vivir ese color y esa parte social». En 1998 volvió a Vigo para intentar vender sus propios instrumentos, pero reconoce: «El mundo del comercio no era lo mío».
En todos esos años, la guitarra fue pasando a un segundo plano. Tras desencantarse del mundo de la venta y vivir una ruptura sentimental, decidió tomarse un año de descanso, esta vez en serio. «Me mudé a Formentera porque vi el agua de la isla y me quedé enganchada», explica. La idea era pasar un tiempo reconectando consigo misma y ya lleva veinte años en la isla balear.
«Cuando llegué mi objetivo era trabajar de lo que fuera, pero en Formentera conseguí mi primer trabajo importante como profesora de guitarra», relata. La directora de la escuela donde lleva trabajando desde entonces le hizo una pregunta seria: ‘¿Seguro que te vas a quedar en la isla en invierno?’. «Lo tuve claro».
A pesar de que fue en Galicia la primera vez que vio a Paco de Lucía en directo, fue en la isla balear donde realmente el flamenco se cruzó en su camino para quedarse en su vida. «Fui a un concierto del guitarrista Juan Morilla y cuando acabó me dije que tenía pedirle que me diese clase». Así fue como empezó su aprendizaje en el 2006 y en el 2010 ya estaba grabando «nuestro primer disco juntos». Un año más tarde se recorrieron parte del país con una pequeña gira, pero en el 2012 Mouriño sintió la necesidad de estudiar algo nuevo. «Quería aprender a tocar para el baile y me mudé a Sevilla. Estuve tres años estudiando y al cuarto ya estaba tocando en los tablaos».
A lo largo de estos años, compaginando su trabajo como profesora y sus estudios como músico, fue componiendo y creando sus propias piezas, no solo con la guitarra, sino utilizando también su voz.
«Que ahora cante es volver al origen. Mi madre me apuntó al conservatorio porque yo no paraba de cantar en casa, pero por vergüenza o por miedo a no hacerlo bien lo fui apartando», afirma. Sin embargo, su primer disco como cantautora, llamado Raíces de mar, es el resultado de todo lo vivido y todas las aventuras de estos años. «Hacer el disco es como mi regalo de cumpleaños. De hecho, quiero que salga en noviembre, que es cuando hago 50», cuenta, «es un intento de recoger todos los viajes de estos años en nueve canciones».
Los cuatro primeros temas, que estarán en plataformas y que también se podrán escuchar en un disco físico, como los de antes, son un homenaje al mar, «a mis raíces». El resto de las canciones son relatos autobiográficos.
«En general, el disco es una oda a la emigración, a lo que vivieron mis padres y tantos gallegos yéndose. Cada vez que vuelvo a Vigo y vengo al puerto me transporta a esas raíces y me vuelvo a sentir en casa», señala.
Se acerca al medio siglo de vida en un momento especial: «Lo de los premios Paco de Lucía fue algo que nunca me imaginé que podría pasar». Roxana se presentó al certamen con una pieza llamada Viajes, ligada a lo que ella llama «esas almas migrantes» a las que siempre quiere rendirles homenaje. Se presentaron 44 piezas para la final y pasaron el corte ocho, entre ellas solo dos de mujeres. Aunque poco a poco «cada vez hay más mujeres que tocan, bailan y cantan flamenco», advierte la suya siempre ha sido una profesión muy ligada a los hombres: «La cultura del flamenco está muy relacionada con las costumbres y también con la juerga y ese era un lugar donde a la mujer no se le permitía estar».
Para ella, es el lugar donde es feliz: «Lo soy más ahora con casi 50 años que cuando tenía 20 y buscaba desconectar de todo». «Era el momento de cantar lo que me apeteciera y no componer para otros, sino hacerlo solo por y para mí», cuenta sobre su debut en solitario. Aunque no se imagina una gira enorme, le gustaría recorrer algunos lugares, en «sitios pequeños, acogedores, donde sienta el calor del público y conecten con lo que hago en el escenario». Aunque le encanta tocar en las plazas de la que ya considera su isla, siempre hay un espacio para soñar: «Me encantaría ser telonera de Luz Casal».
Vivir con intensidad, clave para disfrutar
A quienes comienzan en el mundo de la música, Roxana Mouriño les regala el consejo que ya le dieron a ella: «Que sean ellos mismos y que encuentren su propio camino. Esto se consigue no conformándose y no teniendo miedo a nada». Para ella siempre ha sido muy importante aprender y equivocarse sola porque «hacer las cosas de manera independiente te da libertad». Lo más importante, a su juicio, es «que vivan siempre con intensidad».