Pacientes oncológicas en Vigo: «Cuando participé en mi primera carrera sentí que no estaba enferma»

ainhoa pérez VIGO / LA VOZ

VIGO

XOAN CARLOS GIL

Mujeres diagnosticadas de cáncer explican cómo han conseguido hacer del deporte su aliado

08 sep 2024 . Actualizado a las 16:17 h.

«Cuando me detectaron mi primer cáncer me dijeron que ni planchara ni barriera». Así empezó la historia de la dolencia de María Fernández y sin embargo, contra lo que ella podía llegar a creer, el pasado año corrió varias pruebas de quince kilómetros por el monte y entrena fuerza dos días a la semana. María Fernández fue diagnosticada de cáncer de mama en el 2012 y tras ser operada y sometida a tratamiento, se recuperó y le llegó otro revés: en el 2020 le comunicaron que tenía metástasis ósea.

Antes del diagnóstico, siempre fue una mujer activa, y pese a las noticias médicas, sigue manteniendo sus hábitos. «Como no tenía la musculatura fuerte pensé que los huesos no me iban a aguantar si no hacía un poco más de deporte». Por eso, en cuanto comenzó a recuperarse, no dudó en empezar a entrenar.

Desde hace casi dos años, acude al centro cívico del Casco Vello donde, gracias a la Asociación de diagnosticadas de Cáncer de Mama y Ginecológico (Adicam), conoció a Nazareth Tilve, su entrenadora. A pesar de que llegó dispuesta a retarse en todo, «no me esperaba que fueran clases tan cañeras», reconoce.

XOAN CARLOS GIL

Con su metástasis ósea, María no pensaba que fuera a poder correr y sin embargo, patea a buen ritmo por el monte. «Cuando nos lo planteó le dije que estaba loca», bromea mirando a Nazareth.

Sin embargo, en el momento en el que cruzó la meta con el resto de sus compañeras vivió una satisfacción enorme. «Ahí sentí que no estoy enferma, que soy una más».

Debido a su patología, María tuvo que dejar de trabajar, ya que los dolores de huesos protagonizan la mayoría de los días. Por eso para ella el deporte siempre ha sido una vía de escape mental. « Prefiero que me duela cualquier cosa del cuerpo a que me falle la cabeza».

Hay quienes, a pesar de no practicar deporte antes de ser diagnosticadas, ahora no conciben su vida sin él. A María Cuellas le comunicaron su cáncer de mama en julio del 2021. Ella también comenzó a entrenar con Nazareth a través de Adicam, una vez que finalizó su tratamiento. Sin embargo, tres meses después se reincorporó a su trabajo y por incompatibilidad con el horario tuvo que empezar a acudir a 21 Mets, el centro de la misma entrenadora. «Al principio es complicado, porque tú no te ves de igual a igual con el resto».

XOAN CARLOS GIL

Actualmente, el tratamiento de María es el tamoxifeno, un inhibidor hormonal. Este fármaco le indujo una menopausia anticipada, con todos los síntomas, físicos y emocionales que conlleva. Sin embargo, Nazareth conoce todo lo que implica la medicación, por lo que María afirma que se siente «comprendida todo el tiempo».

«Al principio te sientes incómoda porque te miran, no tienes pelo y te ves una cicatriz. Pero luego de la incomodidad pasas a decir que si ellas pueden tú también. Al final acabas sintiéndote una más».

Aunque es consciente de que va a tener siempre ciertas limitaciones, debido a los diferentes tratamientos a los que ha sido sometida en los últimos años, se enorgullece de todo lo avanzado.

Cuando echa la vista atrás piensa en septiembre del 2022, y se recuerda creyendo que nunca podría coger pesas y hacer sentadillas o completar una rutina de tabata o de burpees. Sin embargo, ahora todo eso ya forma parte de su rutina.

Antes de su enfermedad, no se había planteado incorporar el deporte a su vida, y ahora cada vez que tiene que faltar a un entreno, lo nota. «Cuándo la gente decía que el ejercicio te viene bien a nivel mental, yo no me lo creía», sin embargo reconoce que cuando empieza a moverse consigue no pensar en nada más. «Levanté mucho más el ánimo cuando empecé a venir aquí».

El ejercicio la ha acompañado hasta en su luna de miel este verano en forma de anécdota. Su marido y ella, a punto de perder un tren, corrieron con las maletas en la mano por Venecia durante quince minutos. «Si no estuviese entrenando, no habría corrido con diez kilos en cada mano ni de broma, o lo habría hecho pero estaría reventada el resto del viaje».

«Durante mucho tiempo lo que te define es el ser la chica con cáncer, pero ahora quien me vea no sabe por lo que he pasado si yo no lo digo». Tras la quimioterapia, María perdió más de diez kilos y aunque no los ha recuperado, gracias al deporte ha vuelto a sentirse ella misma: «Me miro en el espejo y soy yo otra vez», dice con satisfacción.