El marchito vergel de la Gran Vía de Vigo

b.r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO

A punto de cumplir cuatro años, en el invernadero de las rampas reina el descuido

17 sep 2024 . Actualizado a las 00:35 h.

Nada perturba más a los amantes de las plantas al regreso de las vacaciones, que la pesadilla de hallar mustia y alicaída la parcela de tiestos y jardineras que cuidadosamente tutelan todo el año. Si el invernadero que albergan las rampas arcoíris de la Gran Vía de Vigo tuvieran dueño en vez de ser un tesoro público, su responsable ya se habría podado las uñas o algo peor

Con un simple recorrido visual por el espacio verde que aísla visualmente a los usuarios del artefacto mecánico, es evidente el deficiente estado de conservación de los diversos elementos que componen el vergel en sus horas más bajas.

Especialmente perjudicados están numerosos ejemplares de las plantas conocidas como oreja de elefante, la Alocasia odora, originaria del sudeste asiático, que requiere de suelo húmedo pero sin encharcamiento para evitar que se pudran las raíces.

Por otra parte, hay árboles y especies constreñidas que han alcanzado el techo de cristal (literalmente) y no pueden crecer más.

La composición vegetal fue inaugurada en diciembre del 2020 por el Concello de Vigo, a la par que la puesta en funcionamiento de la pasarela que salva el desnivel del céntrico vial y transporta a los usuarios entre María Berdiales y Venezuela con ayuda de la tecnología. La primera fase está a punto de cumplir cuatro años, y la segunda, que continúa el proyecto municipal desde la calle Venezuela hasta Bolivia, tiene año y medio.

Esta segunda entrega ofreció 150 metros más de actuación en cuanto a la rampa mecánica transportadora, y también se prolongó el jardín botánico de la parte inicial. Esta parte de la obra de la Gran Vía ha alcanzado en tiempo récord la dejadez que reina en la selva de la primera.

Como ejemplo flagrante está la pieza que la corona, un nuevo elemento de la familia Seto, el Pezseto, que este verano estaba tan muerto como sus primos de la Alameda, pero una intervención puntual ha apuntalado parte (pero no toda) la superficie de un jardín vertical penoso. En el mismo estado se encuentra la medianera vegetal vertical que se colocó en la primera fase, de la que se encargó en su día la empresa de paisajismo alicantina Singular Green, como se pude comprobar en su web, donde se jactan de este trabajo que ya no es lo que era.

Y es que una cosa es poner y otra, mantener. A modo de ejemplo, el famoso perro vegetal del Museo Guggenheim de Bilbao, tiene un coste de mantenimiento de 9.000 euros al mes, lo que incluye también los cambios de flor, que dura unos diez días.

La intervención incluida dentro del Plan de Movilidad Urbana Sostenible, sobre la que el municipio presume de características añadidas como un tipo de pavimento «descontaminante» en todas las aceras, tanto dentro como fuera de las rampas, costó en su primera fase 5,5 millones de euros y 4,2 la segunda, de los que 3,1 millones los financió el Gobierno a través de fondos europeos Next Generation. Pero tanto gasto sin un seguimiento continuo en el caso de los elementos más frágiles, sufre los efectos de la deficiente inversión en mantenimiento.

El Concello firmó en el 2022 un contrato de mantenimiento integral de la infraestructura mecánica a la intemperie con la empresa Thyssenkdrupp Elevadores. La parte vegetal corresponde a la concesionaria de Parques y Jardines. En su día, el alcalde acudió a la inauguración de la escultura con forma de pez adornada con flores naturales. Destacó además en aquel evento, que la pieza descansaba sobre una gran pantalla electrónica que recreaba un fondo marino con peces que se movían en interacción con la pisada. Este verano la instalación se quemó y ha sido sustituida por un suelo de sintasol con dibujos de peces.

El mobiliario urbano que forma parte de este impresionante túnel verde en medio del bullicio de una calle atiborrada de tráfico y ruido también sufre los efectos de la escasez de su cuidado, limpieza y sustitución cuando así lo requiera. Es el caso de los asientos frente a la fachada principal de El Corte Inglés, donde cientos de personas al día se sientan a descansar, enchufar sus móviles o tomar un refrigerio. Las mesas con toma de USB donde se pueden recargar aparatos electrónicos están en un estado deplorable, la pantalla informativa del Concello hace meses que dejó de funcionar. Un espacio tan transitado requiere de doble ración de escoba de oro.