Freddy Krueger se sube al bus escolar en Arcade

Monica Torres
mónica torres SOUTOMAIOR / LA VOZ

VIGO

cedida

«Mi ilusión es hacer reír a todos», dice el conductor Ramón Martínez

29 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La querencia de Ramón Martínez por los disfraces le viene desde niño. De aquella no había tantos medios ni efemérides en el calendario que celebrar. Su inclinación por enfundarse trajes divertidos o de sus personajes favoritos le vino casi de serie: «Desde que tengo uso de razón». Este vecino de Soutomaior, que pertenece a la generación en la que los pequeños se valían de ropas viejas que había por casa para echárselas encima cada carnaval y que cuando iban de excursión coreaban canciones de época como aquella de El señor conductor no se ríe, se ha convertido en uno de los profesionales más valorados y queridos del gremio del transporte.

Niños y mayores cuentan las horas para que ahora este veterano conductor de autobús les haga reír a ellos. Esperan que les vaya a buscar mañana para ir a clase o de excursión y ver con qué les sorprende. Sea Carnaval, Navidad o Halloween, Ramón toma el volante caracterizado para la ocasión.

«Mi mayor alegría es hacer sonreír, tanto a los pasajeros como a las personas con las que nos cruzamos por la calle», dice.

Y lo consigue siempre desde hace años porque, en cuanto comienza a quitarse el maquillaje que toque, ya está pensando en el siguiente. Es una de esas personas que se divierten haciendo lo que aman y por ello, este miércoles se levantará cuatro horas antes de lo habitual para transformarse en un zombi. Los escolares de Riomaior, Toural, el IES de Arcade, el Padín Truiteiro y del colegio de Pazos de Borbén comenzarán a pasarlo de miedo a primera hora de la mañana, cuando les recoja para ir a clase. Y también lo harán los clientes de cualquiera de los viajes que tenga que hacer el resto del día y cuantos se crucen con su autobús por la calle porque su empeño lo ha convertido ya en una institución en ruta. «La gente va triste por la calle y ensimismada y eso no puede ser bueno. Yo voy solo pendiente de la conducción, pero noto que se giran para verme y se sonríen y eso es lo mejor del mundo para mí», afirma.

Imposible desvelar detalles, «pero mañana habrá sorpresas», advierte. Sus personajes favoritos son Freddy Krueger y el Cuervo. Hace cinco años que comenzó a coger soltura con el látex y sus caracterizaciones son cada vez más hiperrealistas ya que además ensaya con margen suficiente. El ritual de preparación comienza a las dos de la mañana, «Lo más tedioso y laborioso es el tiempo de secado del látex. Con la cara muy bien lavada para que no haya grasa hay que ir colocando después las capas, cortando para las cicatrices y rellenando para los volúmenes», explica. Luego empieza un arduo trabajo de pintura y en su paleta hay todos los colores del arco iris aunque para mañana priman los grises, rojos y negros. «Lo último es perfilar los hematomas, las cicatrices y la sangre, que es con sirope de fresa», relata tan emocionado como cuando seis décadas atrás comenzaba a vestirse trapos viejos que había por casa.

Desde entonces, lo hizo cada Carnaval y Navidad, especialmente para sus tres hijas y en el trabajo, como conductor de tráiler y autobuses, profesión que ejerce desde hace 37 años. Luego se popularizó la celebración del Halloween y no lo dudó. Se confiesa un feliz friki de los disfraces encantado también de que su hija Sheila y su nieta Nuri compartan la afición. «Me identifico más con El Cuervo, pero ya estoy acostumbrado a que me llamen Freddy Krueger porque es el personajes más popular y conocido» dice con un carácter ejemplar.

A dos años de jubilarse, Ramón Martínez se esfuerza cada vez más al ver la ilusión que despierta entre todos los públicos. «La cabeza no me para nunca. En cuanto acabe este año, estaré pensando en el siguiente disfraz, en nuevas ideas y en practicar los métodos para perfeccionar las técnicas», avanza.