Objetivo: timar a emigrantes

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO

A comienzos del siglo XX, el puerto de Vigo concentraba a numerosos delincuentes que trataban de estafar a quienes partían

03 nov 2024 . Actualizado a las 04:55 h.

Vigo fue a partir del siglo XX la principal puerta de salida de España para miles de personas que querían o se veían obligadas a buscarse la vida lejos de su tierra. Aquellos emigrantes se convirtieron durante muchos años en un enorme negocio económico para varios sectores de la ciudad. El flujo constante de personas procedentes del interior de Galicia o de otras provincias españolas, e incluso de Portugal, mantenía numerosas fondas y mesones, así como dejaba suculentos beneficios a las casas consignatarias viguesas.

Pero, aquellas personas, poco acostumbradas al ajetreo de una ciudad, fueron, en numerosas ocasiones, víctimas de golfos, ladrones, estafadores y timadores sin escrúpulos que se concentraban en el entorno del puerto sabedores de que los emigrantes llevaban dinero en sus bolsillos, aunque fueran pequeñas cantidades. Naturalmente, esto ocurría en todos los puertos habilitados para la emigración, que en Galicia eran en aquella época Vigo, A Coruña y Vilagarcía. Los delincuentes solían ser de otros sitios distintos, pero acudía a los puertos atraídos por el dinero fácil.

Los casos de abusos y maltratos contra los emigrantes fueron de diversa índole, desde los juegos trucados al engaño del sobre, algo parecido a la estafa de la estampita. Se dieron casos incluso de atracos, empleando cloroformo. Especialmente burda, pero también peligrosa fue la estafa cometida por un individuo llamado Antonio Real Santos, apodado El Ferrol.

Sus víctimas fueron dos emigrantes portugueses llamados Cándido Ferreira y José Vidales. Estas personas optaron por embarcarse de manera clandestina debido a que no tenían la documentación en regla. Acordaron el pago de cien pesetas a un botero para que los acercara a un barco y poder embarcar sin pasar los controles de la Guardia Civil. En aquella época, la ausencia de muelles adecuados hacía que las grandes embarcaciones tuviesen que fondear a cierta distancia de tierra. Los boteros realizaban esos transportes.

El botero convenció a los dos portugueses para que dejasen el dinero acordado en la fonda de José Vieira. Cuando lo hicieron, los llevó hasta el costado del Avon, de la Mala Real, pero este barco ya se marchaba cuando se aproximaron. El botero aprovechó un descuido de los portugueses y saltó a otro bote, que lo dirigió a puerto. Después fue a la fonda y acordó con el dueño repartirse el botín, 75 para él y 25 para el fondista. Mientras tanto, los dos portugueses siguieron en el bote hasta las nueve de la noche en pleno mes de febrero. Unos pescadores que pasaron cerca de la embarcación los pudieron llevar a tierra, donde denunciaron los hechos. La Guardia Municipal de Vigo lograron detener a los dos estafadores y, días después, a un tercer implicado.

El timo del sobre consistía en que los estafadores entablaban conversación con sus víctimas, mientras un compinche se acercaba a ellos y dejaba caer un sobre donde supuestamente había dinero. Esa persona volvía al cabo de un rato y preguntaba por el sobre, y decía que tenía una cantidad importante. Los timadores y los emigrantes negaban haber encontrado el dinero, haciéndose cómplices del engaño. Después, los timadores convencían a los estafados para repartirse el dinero, pero, antes de hacerlo, planteaban que debían acudir con urgencia a otro lugar y que se verían más tarde para repartirse el dinero. Como prueba de confianza, les pedían una cantidad, siempre menor a la que supuestamente contenía el sobre. Claro que el sobre ya había sido cambiado y en su interior solo había recortes de periódicos.

Así ocurrió, por ejemplo, en diciembre de 1907. La guardia municipal viguesa capturaba a dos sujetos por timar incautos por el procedimiento del sobre perdido. Eran nuevos en Vigo. Un cabo los siguió y los detuvo. Eran Basilio Olabarrieta, de 33 años, de Bilbao, y Segundo Martínez, de Madrid. Se les encontraron útiles del oficio, como un sobre preparado para el timo con recortes que imitaban billetes.