En 1976, miembros CC.OO. aprovecharon el descanso del filme «Virginidad», protagonizado por Ornella Mutti, para denunciar la precariedad laboral de la fábrica de La Metalúrgica
13 nov 2024 . Actualizado a las 01:44 h.Los espectadores del Cine Vigo vieron cómo en el descanso de la segunda función del domingo 7 de noviembre de 1976, en la que se proyectaba la película Virginidad, protagonizada por una Ornella Mutti escasa de ropa, un miembro de Comisiones Obreras, acompañado por otros dos trabajadores, subió al escenario para dirigirse a la concurrencia. El hombre, tras pedir disculpas a los espectadores por su intromisión, explicó que llegaban a esa situación ante la falta de cauces para explicar las deficiencias que sufrían los trabajadores de La Metalúrgica. Decía que la empresa había despedido a todos los trabajadores debido al conflicto laboral que mantenían con la dirección.
Según recogía La Voz de Galicia, el sindicalista no pudo terminar de exponer la situación debido a que los empleados del Cine Vigo reanudaron la proyección. «La intervención de este trabajador fue generalmente bien acogía y hubo aplausos en la sala, así como también algunos silbidos», contaba La Voz. Los trabajadores desplegaron una pancarta alusiva al paro y a la concesión de una amnistía total y, cuando se reanudó la película, pudieron seguirla desde sus butacas junto con el resto de la audiencia la evoluciones de Ornella Mutti, todo un sex symbol de la época.
El otoño de 1976 fue de gran conflictividad laboral en Vigo. España vivía la transición de la dictadura a la democracia y, junto a la agitación política, se vivían muchos enfrentamientos entre trabajadores y patronal en las fábricas con el objetivo de mejorar sus condiciones laborales.
La Metalúrgica, hoy uno de los símbolos del abandono de la arquitectura industrial, se había creado en 1900 para surtir de envases a la industria conservera, sector que comenzó en los años setenta a vivir un proceso de transformación muy importante. Los trabajadores de La Metalúrgica emprendieron una huelga a comienzos de noviembre de 1976 para reclamar un aumento salarial, pero también para demandar cuestiones relacionadas con la falta de seguridad en las instalaciones de García Barbón o el abuso de autoridad de la dirección de la empresa. Durante aquella huelga fueron enviadas cartas de despido a 350 trabajadores y trabajadoras, entre estas últimas, a Elvira Souto, que posteriormente sería secretaria general de la UPG. Una gran parte de la plantilla de La Metalúrgica estaba constituida por mujeres.
Garaje de la policía
Cuatro años más tarde fue el comienzo del fin de esta empresa que tanto ayudo a la industria conservera durante el siglo XX. Con una plantilla ya muy disminuida, su director, Fernando Casuso, que era también el presidente de la Cámara de Comercio de Vigo, inicia una serie de acciones para tratar de salvarla, aunque con mucha contestación por parte de los trabajadores. Es cuando, esta sociedad anónima vende parte del edificio.
Fue una operación en la que entró el Ministerio del Interior, que compró la parte izquierda del edificio. La intención era ubicar allí el parque móvil de la Policía Nacional. Incluso, se valoró en esa época la posibilidad de crear en ese espacio la comisaría de policía. Finalmente, se optó por ampliar la comisaría de López Mora, aunque en esta parte de La Metalúrgica se utilizó para guardar los vehículos policiales.
Al mismo tiempo, parte de la producción de la fábrica se trasladó a A Louriña, quedando en García Barbón algunas actividades menores de la empresa.
En agosto de 1983, la empresa saca a subasta pública el resto de las instalaciones ubicadas en la calle de García Barbón. En ese anuncio notarial se denomina al lugar donde estaba la fábrica como la finca Castañal.
La conflictividad laboral continúa y los trabajadores, que siguen reclamando mejoras, denuncian en la prensa que se estaba llevando a cabo un acción de desaparición de la empresa. Decían en La Voz de Galicia, que la empresa tenía pedidos, que habían recibido créditos estatales y que había un plan de viabilidad, y acusaban a la dirección y socios de no querer sacar adelante el negocio.
Con esa situación se llega a diciembre de 1983. La dirección suspende los pagos a los trabajadores y la agonía de estos se prolonga durante meses sin que ya hubiese una solución.
El proyecto de La Metalúrgica fue el primero que realizó el ingeniero industrial José Barreras Massó, uno de los accionistas de la empresa. En años posteriores, el edificio experimentó ampliaciones. La de 1917 fue ejecutada por el arquitecto Jenaro de la Fuente Álvarez y la de 1938, por su colega Francisco Represas.
Hoy en día, la parte adquirida por el Estado en 1980 sirve como sede de la Tesorería General de la Seguridad Social, después de realizar un nuevo edificio al que dejaron la fachada primitiva. Fue una solución criticada por algunos expertos en patrimonio. Peor es la situación de la otra parte del edificio, que continúa cayéndose sin que se vea solución posible. Junto a La Panificadora, Alfageme y Álvarez son los símbolos del desprecio por el patrimonio industrial en la ciudad.