Víctor Fernández cuenta que existen dos teorías sobre su origen, una oficial y otra que es «moito máis crible»
09 dic 2024 . Actualizado a las 09:34 h.El cielo de Bouzas se ilumina de forma especial cada año. En su sueño de una noche de verano, las fiestas del barrio, que fue concello propio, se despiden con un espectáculo de fuegos de luces que viene de lejos. La teoría oficial dice que el obispo de Tui, Francisco Terrones del Caño, estaba de visita a la villa, que formaba parte de su jurisdicción, un 8 de abril de 1.605. Aquel día, nacía en Valladolid el rey Felipe IV y, para celebrarlo, el obispo tudense reunió a un pelotón de arcabuceros de su séquito para que dispararan salvas al aire. También mandó quemar varias barricas y los marineros de Bouzas bailaron la danza de las espadas entre el fuego. Fue un día de fiesta que fue saltando de generación a generación en Bouzas, o quizás no. «Aquí temos outra teoría», dice Víctor Fernández, profesor jubilado, vecino de Bouzas y miembro Federación Galega pola Cultura Marítima e Fluvial (Culturmar).
Un día de 1850, los marineros de Bouzas salieron al mar en sus faluchos, una embarcación tradicional del Mediterráneo que llegó a la villa a finales del siglo XVIII, para pescar más allá de las Cíes. Iban en grupo para protegerse, pero, de imprevisto, les sorprendió una tormenta en alta mar. «Era un destes aguaceiros con ventos do sur que dificulta moito a visibilidade», cuenta Víctor. La tempestad separó al grupo y, poco a poco, fueron arribando en el puerto de Bouzas. Todos, excepto uno. «Saíron búscalo, pero ninguén o atopaba».
Pasaron los días y no aparecía. Los vecinos se temían lo peor. «O temporal durou tres xornadas, nas que os veciños estiveron rezando na igrexa polos mariñeiros, e cando remitiu sacaron a imaxe do Santísimo en procesión», cuenta Víctor. «Era noite e, cos fachos acendidos, percorreron toda a vila. Ó pasar pola altura do calexón de Mexías, un neno separouse do grupo para mexar. Ao rematar, levantou a vista ao mar viu ao falucho desaparecido aparecer na ría. Foi correndo onde a procesión, que xa estaba pola alameda. Os veciños apuraron o paso e xusto ao chegar co Cristo á igrexa os mariñeiros chegaban a terra. Da alegría, todos os tiraron os fachos ao aire», cuenta el profesor. Resulta que los marineros se habían refugiado en Baiona y, tan pronto amainó la tormenta, pusieron rumbo a Bouzas. «Pode que ese momento sexa a orixe dos fogos. É moito máis crible», explica Víctor.
La historia le llegó a través su padre, que a su vez la había escuchado de los hermanos Emilio y Pepe Mera. Ambos pudieron hablar con el chico que divisó a los marineros cuando era mayor. En Bouzas, estas historias y sus artes marineras se contaban así, de mayor a menor. Hoy, la cadena de transmisión está rota, pero el legado de historias tiene protectores.