Victoria es la más joven del coro principal de la Coral Casablanca y Eulalia, la veterana. Hoy suben al escenario con otras 113 voces y 60 músicos en el 67º Concierto de Navidad
15 dic 2024 . Actualizado a las 08:53 h.Sus voces han estado en los Grammy Latin de este año, en los que Oliveira dos Cen Anos de C. Tangana optaba a mejor videoclip musical. Participar en la grabación del himno del Celta fue una experiencia musical distinta a los conciertos en los que actúan dentro de la Coral Casablanca, donde militan desde hace décadas. Victoria es la más joven de la agrupación, tiene 17 años pero llegó a la coral más antigua de Vigo antes de abrir los ojos, en la barriga de su madre, Marián Castro, que también pertenece a la formación. Eulalia empezó a cantar en la coral hace 53 años, hoy, a sus 80, es la mujer más veterana del conjunto musical.
A estas dos mujeres las separan 63 años, pero son compañeras y amigas con muchas cosas en común. Ensayan cada martes, jueves y viernes en el Náutico de Vigo y comparten el amor por la música, sin modas ni clichés. «A mí lo que más me gusta es Abba», explica la más joven. Su madre, Marián, añade: «A mis hijas les hablas de Nino Bravo y saben quién es, les hablas de Camilo Sesto y saben quién es, pero les hablas de ópera y también, les hablas de zarzuela y saben», dice en referencia también a su hija Lucía, que forma parte del coro juvenil. Estar en la Coral Casablanca es hacer pop, pero también folk, rock o música clásica como demostrarán esta noche en el concierto en el teatro Afundación, para el que hace días que se han agotado las entradas.
La primera vez que Eulalia Gardón se subió al escenario con la coral, todavía gobernaba Franco. Para Victoria Aznar, el dictador es tema de estudio en sus clases de 1º de bachillerato. Está inmersa en exámenes y clases que compatibiliza con la actividad de la coral. Aprobar con buenas notas es condición para poder seguir el ritmo de las voces más veteranas; y no solo porque se lo diga su madre. Óscar Villar, director de Casablanca no permite que ninguno de los más jóvenes se desvíen de las obligaciones académicas.
A las órdenes de C. Tangana
El Madrileño eligió a la Coral Casablanca para cantar el éxito que suena antes de cada partido del Celta en Balaídos. «En ciertos momentos se distinguen nuestras voces, nosotros nos conocemos», explica Eulalia, mientras recuerda cómo fue la experiencia del estudio de grabación, hasta altas horas de la madrugada, y el frío que pasaron en la ría de Vigo durante el rodaje del videoclip. Se quedaron encantadas con el artista y productor, pero ellas prefieren la batuta de Óscar Villar. «Cuando uno se sale de la nota, te lanza una mirada...», explica Marián. Eulalia añade: «Óscar tiene un oído que nos pilla cualquier fallito».
La mayoría de los integrantes de la coral no saben leer música, pero consiguen interpretar obras virtuosas gracias a la dirección de Villar que, además de enseñarles a cantar, les enseña a escuchar. El concierto de esta noche reunirá a 115 voces de la coral con un repertorio que va desde los villancicos tradicionales hasta los más modernos, pasando por la música pop y un homenaje a Valencia.
La coral, la orquesta y los que participan en los coros juvenil, infantil, Gepetto y Sonidos de la Memoria, son como una familia en todos los aspectos. «A Victoria me la llevaba al ensayo cuando tenía meses y, en un momento dado, la niña se puso a llorar. Recuerdo que Óscar la cogió, se la sentó en su colo y siguió dirigiendo y tocando el piano», relata Marián. «En la coral de peques, son niños de tres años. Hay uno que le encanta ponerse con Óscar y dirigir él a los compañeros».
Entre bambalinas hay muchas historias. Eulalia, que fue peluquera y sigue atendiendo a las clientas más próximas en su local, es la encargada de dar el retoque final a las compañeras antes de que se abra el telón. «Nos pasa la plancha al pelo o nos da el toque de laca. Es la más coqueta», aclaran las compañeras. Al igual que Marián y Victoria, hay más casos de madres con sus hijas que forman parte de los distintos coros. «Mis amigas vienen a verme a los conciertos, les sorprende porque creían que cantábamos canciones de misa y al ver cómo es, acaban alucinando. Es que es emocionante», explica Lucía, con 13 años. «Mi hijo empezó a venir hace poco y ahora no se los pierde. Castrelos lo dejó hipnotizado», insiste Eulalia.
Son muy conscientes de que reparten alegría, pero también se la aplican. «Aquí te olvidas de la cocina, te olvidas de la peluquería y te metes en la música. Vas a los ensayos con frío, lluvia... Pero cuando llegas, subes las escaleras cantando. Se me quita hasta el dolor de cadera», explica Eulalia. «Sé que esto se va a acabar en algún momento porque vienen los achaques... Pero el día que me vaya al cielo, seguirán, y yo los escucharé desde allí, sobre todo a los jóvenes». Dice, invocando ese espíritu coral que pone la banda sonora a sus vidas y a la ciudad.
Su canción favorita
«Las Danzas Polovtsianas», de la ópera «El príncipe Ígor», de Aleksandr Borodín. «Una obra de lo más complicado de las que hacemos. Es preciosa, tiene partes melodiosas y partes guerreras, muy complicada para músicos y para las voces, pero es una pieza grandiosa». Sonará en el 67º Concierto de Navidad.