El presidente del Centro Cultural Parada do Miñor, David Costas, recuerda las leyendas que aún se cuentan en la parroquia
22 dic 2024 . Actualizado a las 05:00 h.«Cando era pequeno viña sempre por aquí. Saltabamos entre as rochas e entrabamos a todas as covas para ver se había ouro», recuerda el presidente del Centro Cultural Parada do Miñor, David Costas Nande. Se crio en la parroquia de Nigrán a los pies del Monte Castelo, uno de los altos que guardan O Val Miñor. Entonces, «imponía más». No había arbolado, porque todo eran tierras de cultivo, ni autopista, hoy la AP-9 parte la parroquia en dos. Desde casa de David se llegaba al monte y a sus secretos atravesando las fincas de los vecinos. Cuando él y sus amigos tenían un hueco libre siempre iban hasta «os grandes penedos que hai por aquí». Sus padres y sus abuelos decían que escondía un gran tesoro «e nós queríamos ser os que o atoparan», dice entre risas.
Contaban que en O Outeiro dos Mouros, una agrupación de grandes piedras de granito en medio de la ladera de Monte Castelo, vivía una moura, una figura mítica de la tradición oral en Galicia que se solía relacionar con mujeres jóvenes de gran belleza. David señala la abertura que hay bajo una gran piedra. «Esa dicían que era a súa cama», explica. Para llegar a ella, hay que tumbarse y reptar unos metros hasta entrar a un refugio natural en el interior de O Outeiro dos Mouros. David nunca encontró el tesoro en el hogar del mito, pero recuerda como los vecinos usaban aquel hueco entre piedras para refugiar al ganado cuando había mal tiempo. Hoy ya no hay. En la cama de la moura crece la maleza y los eucaliptos se apoderaron de los antiguos terrenos de labranza. «Cambiaron os tempos e esta zona xa non a coñece moita xente», explica David. «É unha mágoa porque os maiores aínda contan as lendas e o sitio é ben bonito».
Caminar por estas piedras «trae de volta moitas memorias», dice David. Recuerda cómo un día estuvo buscando con su primo un túnel. «Era o que fixera a moura, dicían que conectaba coa igrexa de Santiago de Parada e que ía ata alí para roubar o ouro», recuerda. En una de esas búsquedas, encontraron velas encendidas y restos de algún extraño ritual. «Que medo pasamos aquel día. Como corríamos», ríe. Ese momento se quedó grabado en David, que cada verano organiza junto a sus compañeros del Centro Cultural Parada do Miñor una andaina del terror por todo el monte. Los vecinos y voluntarios se disfrazan de seres terroríficos para asustar a las más de 1.200 personas que participan en cada edición.
En O Outeiro dos Mouros también hay huellas en las piedras, son fruto de la erosión del tiempo, pero hay una en concreto que los vecinos asocian al apóstol Santiago. Dicen que la dejó su caballo cuando «viu botar aos mouros que invadían Nigrán durante a Idade Media». Se refiere a la leyenda de Santiago Matamoros. La historia dice que cuando se echaron a los invasores árabes de O Val Miñor el caballo del apóstol paró en una de las piedras que miraban al sur.
Esta leyenda puede que tenga relación con el castillo de Santa Helena, una de las fortalezas que marcaba los límites de la antigua Terra de Turonio. Las primeras referencias de su existencia datan del 1106, pero su momento de esplendor se produjo durante el siglo XIV, en tiempos de Sueiro Iáñez, señor de Parada y «Adiantado Maior de Galicia». El castillo desapareció en el siglo XV, probablemente a causa de las Guerras Irmandiñas, unas revueltas populares contra la opresión de los señores feudales. A día de hoy, en la cima de Monte Castelo, todavía se pueden ver restos de aquella fortaleza como agujeros para colocar postes, escalones y marcas de antiguos canteros. También se encontraron restos arqueológicos como trozos de cerámica y monedas que, puede, que también ayudarán a construir la leyenda del tesoro de la moura. David nunca lo encontró, pero sabe que vive a los pies de un monte que esconde secretos que «merecen ser contados».