Adolfo Telmo Pérez: «Las inmobiliarias son la guardia pretoriana de las subidas del alquiler»
VIGO
El portavoz del primer Sindicato de Inquilinos de Galicia avisa: «Tenemos mucho poder en nuestras manos; tenemos las llaves de sus pisos»
05 ene 2025 . Actualizado a las 10:14 h.Ha dado con sus huesos cuatro veces en la cárcel, por sus ideas, por ser incompatibles con la Dictadura, porque se le atragantaban también a la Transición y hasta al arranque de la democracia. A Adolfo Telmo Pérez (Vigo, 1956) le cosieron más de una vez a porrazos, le encerraron en un castillo militar por no querer hacer la mili, le hicieron devolver los papeles que se había tragado para no comprometer a nadie... «Siempre fue por mala suerte», dice rememorando sus detenciones, cicatrices de un espíritu reivindicativo que nunca ha abandonado. «Soy un rebelde», concluye el portavoz del Sindicato de Inquilinos de Vigo, organización pionera en Galicia y que pronto germinará en Ourense y Santiago.
El espíritu de ayuda, de ver hacia abajo, lo atribuye a las lecciones de vida de su padre, «el médico de los pobres», dice mientras se le entrecorta la voz, se le nubla la vista y repite en cadena, como dando forma a un epitafio, «era un hombre bueno, fundamentalmente bueno». Como lo cuenta Fito —así le llaman los suyos—, atribuir la bondad como resumen a una vida, es el máximo título que se puede perseguir. «De él aprendí humildad, valores, cercanía con los que más lo necesitan». «‘Tucho, tienes que cobrar más a los pacientes, que llevas muchos años pidiendo lo mismo', decía mi madre como solución a los problemas económicos que llegamos a pasar», narra al hablar de Antonio, su padre, del que también acabó heredando el mismo camino profesional que su progenitor inició junto a Gregorio Marañón. Adolfo, sin embargo, lo que quería era ser de IBM, de aquellos que en su infancia vio trabajando con los primeros ordenadores con tamaño de ascensor y cinta perforada.
«Ideológicamente he cambiado mucho. Éramos intransigentes; era lo que tocaba», dice para explicar la evolución que le ha llevado de la extrema izquierda a la defensa de los derechos de los inquilinos, de quienes sufren hipotecas convertidas en condenas, o de los que no tienen dónde vivir. A su espacio ideológico le atribuye «una profunda reflexión de la política de las ideas a la política de lo cotidiano, de los partidos a los movimientos sociales».
Un desahucio en Tui le lleva a fundar junto a su mujer, Carlota Pérez, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca de Vigo-Tui, la primera de Galicia y referente para toda España. «Era una gran líder, una persona con mucho carisma», dice de su compañera, fallecida repentinamente hace cuatro años. Aquella PAH es el germen del actual Sindicato de Inquilinos de Vigo, para el que Adolfo Pérez defiende una mirada amplia, «transversal» y ocuparse de toda la problemática que afecta a la vivienda, no solo del alquiler. Pero reconoce que esa no es ahora una postura unánime. «La sociedad no está dividida entre caseros e inquilinos, lo está entre los que pueden acceder a la vivienda y los que no».
Los números del sindicato hablan de un parque inmobiliario en Galicia mayoritariamente en manos de pequeños caseros, unos 200.000. «Pero el problema es que esos pequeños arrendadores actúan por imitación de los grandes, elevando y elevando el precio de los alquileres y restando derechos», describe así su perspectiva del mercado. «Los grandes propietarios son los que dictan las normas y los precios, aunque sean minoría». Y completa su descripción: «Después hay una escuadra que actúa como una guardia pretoriana para garantizar las subidas en el alquiler, que son las inmobiliarias», mantiene el portavoz del Sindicato de Inquilinos. «Las agencias inmobiliarias son las que hacen el trabajo sucio que los pequeños caseros, por su posición social o por su cercanía con el inquilino, no se atreven a hacerlo a la cara», continúa. «Hasta ponen cláusulas abusivas que el que alquila ni conoce».
Fito advierte que los inquilinos se sienten cada vez más presionados y angustiados. «No deja de aumentar el número de personas que tienen que dedicar todo su sueldo a la vivienda, o no le llega, incluso. La gente está muy cabreada», insiste. Y lanza un aviso que va tomando cuerpo para una posible huelga de alquilados: «Vamos a decirles a los caseros que tenemos sus llaves. O se sientan a negociar, o las huelgas que se están ideando se pondrán en marcha. El poder está en nuestras manos», avisa.
La receta del Sindicato de Inquilinos para evitar las protestas, y sobre todo, facilitar el alquiler y el acceso a la vivienda se basa en «una bajada inmediata de los precios de los alquileres, del 50 % y por ley. Eso es posible». Si no se produce, Adolfo Pérez señala que se está extendiendo también la idea de bajadas en los pagos por iniciativa de los propio alquilados, «pero para lograrlo hace falta una gran unidad de acción», reclama.
Prohibir más pisos turísticos es otra de las propuestas que maneja la organización de defensa de los inquilinos. «No queremos negociar su número. Es que no puede haber más. No es de recibo que en una ciudad como Vigo haya más pisos turísticos que viviendas para alquiler habitacional». La relación es de 2.000 frente a una oferta de unos 200 en el mercado. «Eso es una aberración», acota.
Y blindar el concepto de vivienda protegida y aumentar su número es la tercera reivindicación, que no tiene esperanzas de que la clase política lo promueva por iniciativa propia: «fíjate en sus declaraciones de bienes, están repletas de pisos y viviendas».