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El club vigués de baloncesto en silla jugó en Málaga sin descansar y casi sin comer por averías en los buses y retrasos en los vuelos y al regreso se quedaron tirados en Madrid
29 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Agustín Alejos, como el resto de sus compañeros, se levantó el pasado sábado a las 3.30 de la madrugada para estar a las cuatro en el pabellón de Bouzas y desde ahí trasladarse a Málaga para afrontar con el Amfiv el partido de la División de Honor de baloncesto en silla de ruedas, pero el viaje se torció desde el primer momento: se rompió la caja de cambios de la furgoneta que los trasladaba de Vigo a Peinador y acabaron llegando al aeropuerto en tercera. En Madrid, comenzaron los retrasos de los vuelos y cuando aterrizaron en Málaga, el autobús que los llevaba a la ciudad se averió y llegaron al hotel casi dos horas después del plan previsto. Como consecuencia, no pudieron descansar y comieron a toda prisa, tanta, que se subieron al autobús para ir al pabellón con la comida en la boca.
Pero la ida no fue lo único malo del viaje, porque a la vuelta, el domingo, salieron con retraso de Málaga, perdieron el enlace con Vigo, les dieron un vuelo para la noche que fue cancelado y tuvieron que pernoctar en la capital del estado y volver al día siguiente. Eso sí, cambiando de compañía y de terminal, con el consiguiente trastorno para mover a las personas y al material. Como postre, debieron que soportar un festival de turbulencias para aterrizar el lunes en Vigo 60 horas después de haber salido de casa. Eso sí, pese a todo, regresaron con una victoria ante un rival importante.
«Quedamos en Bouzas para subir ao aeroporto e chegando alí rómpeselle a caixa de cambios á furgoneta do club», recuerda Agustín Alejos, el jugador de referencia del equipo vigués de baloncesto en silla de ruedas. Llegaron sin cambiar de marcha a la terminal, facturaron sin problemas y se subieron a un avión que salió y llegó a Madrid sin retraso. En Barajas ya no sucedió lo mismo, porque acumularon una hora de demora, pero la cosa fue a peor en la ciudad andaluza. «Cando estábamos no autobús, o condutor dixo que tiña un problema co hidráulico», recuerda el jugador. El chófer intentó arreglarlo en la llegada al hotel, pero no lo consiguió, lo que significó que no funcionase la rampa para bajar a los jugadores, todos ellos con discapacidad y que en muchos casos se desplazan en silla de ruedas, lo que provocó que «baixaran arrastrándose polas escaleiras».
Además, tuvieron que hacer fuerza para sujetar las puertas del vehículo para poder sacar el material, que trasladaron a una furgoneta y a un minibus que una hora después los llevó al pabellón. «Tivemos que facer un pouco de tetris para que collese todas as cadeiras de rodas», dice bromeando el vigués. Todo eso provocó que la comida que estaba prevista para la una y media comenzase pasadas las tres de la tarde, una hora antes de que les recogiesen para ir al pabellón a jugar el partido. «Saímos coa comida na gorxa e sen ten tempo para descansar chegamos ao pavillón faltando unha hora para o partido».
El Amfiv pagó semejante odisea con un mal inicio de partido y con el cuadro malagueño ganando los dos primeros cuartos y marchándose al descanso con una desventaja de seis puntos: 32-26. Pero en la segunda parte, los vigueses sacaron toda la rabia y remontaron para ganar por tres puntos: 67-70. «O inicio de partido foi un pouco terrible, pero na segunda parte tiramos de orgullo. Despois desa viaxe mortal, non íamos darnos por vencidos», dice Alejos, que todavía no se explica de dónde sacaron las fuerzas en la segunda mitad.
El día le dio después una tregua y pudieron descansar en el hotel hasta que a las seis y cuarto de la mañana del domingo, iniciaron el viaje de vuelta. Para comenzar, estuvieron una hora montados en el avión en Málaga, porque en Madrid solo funcionaba una pista y, como consecuencia, perdieron el enlace con Vigo. «Ao chegar fomos reclamar e dixéronnos que o próximo voo estaba cheo e que a opción era as 22.15». Confirmaron ese vuelo y se quedaron tirados toda la tarde en Barajas hasta que a las 19 horas supieron de su cancelación.
De nuevo, comenzó todo el proceso: mostrador de Iberia, reclamación, noche en un hotel de Madrid y vuelo para el día siguiente, pero con otra compañía y en otra terminal, lo que significaba otro problema para transportar el material. «O domingo tivemos que deixar todas as cadeiras en cosigna, co gasto que iso supón, coller taxis adaptados para ir e vir do hotel, e logo transportar e ir en tres autobuses diferentes á terminal 2», recuerda.
Salieron sin problemas de Madrid, pero cuando estaban haciendo la maniobra de aproximación apareció el temporal y las turbulencias. «Na miña vida se moveu tanto un avión como esta viaxe. Creo que o piloto era de Vigo e tiña gañar de chegar, porque botoulle todo para aterrar», dice entre risas Agustín. Eran las cuatro y media de la tarde, 60 horas después. El próximo viaje de Amfiv, el baloncestista vigués será por carretera. «Iremos en furgoneta onde sexa. Non máis avións», sentencia.