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Del quirófano del Cunqueiro a África: «No olvido a los que no pude operar»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

VIGO

Cedida

Especialista en intervenciones colorrectales, viaja a países en vías de desarrollo dos veces al año con Cirujanos en Acción. En mayo irá a Nigeria a curar a 150 pacientes en siete días

22 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Senegal, Liberia, Uganda —tres veces— Sierra Leona, Tanzania, Benín —dos veces— Perú y Mongolia. El pasaporte de Ana Gay debería formar parte de su currículo. Sus 20 años de experiencia como cirujana del aparato digestivo, especializada en colorrectal, son solo una parte del saber de esta especialista que lleva 9 años operando en países en vías de desarrollo adonde se desplaza cada seis meses. Deja atrás la tecnología y los avances científicos punteros para intervenir a pacientes en condiciones extremas con la Fundación Cirujanos en Acción (www.cirujanosenaccion.com/).

No solo ella, cada campaña convence a algún compañero del Hospital Álvaro Cunqueiro para viajar a la esencia de la profesión y salvar vidas en parajes donde el sistema sanitario universal ni está ni se le espera. Estos días aprovecha cada minuto libre cuando sale de su puesto de trabajo para tramitar la documentación y preparar los equipos que se llevará a la campaña de Nigeria en el mes de mayo. Será la coordinadora de un equipo de cuatro cirujanos, un urólogo infantil, tres anestesistas y tres enfermeras que operarán en el Bishop Murray Medical Center, en el centro del país. «Podremos operar en tres camillas a la vez». A la vez y en paralelo. En una misma estancia, ubican tres camas separadas por biombos, para optimizar el tiempo y los recursos.

Las patologías a las que se enfrenta en el trópico son muy distintas a las que ocupan su día a día como funcionaria del Sergas. No por ello menos desafiantes. «Operamos muchas hernias inguinales que allí son muy peligrosas porque se pueden estrangular y no hay quien las opere. Son mucho más grandes de las que se pueden ver aquí. Como tenemos un respirador, podremos hacer también intervenciones de bocio y quizás algún pequeño tumor abdominal». Muchos pacientes son niños con hernias umbilicales o patologías urológicas.

Durante siete días, a un ritmo de 8 de la mañana a 10 de la noche, sacan adelante una media de 150 pacientes por campaña que están seleccionados previamente por sanitarios locales. «Hay días que no sientes ni los dedos de los pies al terminar, pero te levantas al día siguiente y ya estás bien». Hay que aprovechar cada hora porque lo que no se opere, queda sin atender. El límite no lo marca solo la falta de tiempo, también la falta de medios. «No olvido a los que no pude operar. A veces hay que decir que no. Si le vas a empeorar la vida, no tiene sentido. Hay que tener muy claro qué se puede hacer y qué no».

En la retina quedan enfermos con tumores o con miomas en el útero de gran tamaño. Y niños de bajo peso o prematuros. «Hay intervenciones que no podemos asumir porque son muy sangrantes y no tenemos posibilidad de hacer transfusión. Con los bebés o niños muy pequeños, no podemos si no tienes soporte para tratarlos», explica. No operar cuando es necesario, pero no útil, es la parte más complicada.

Los pacientes apenas hablan inglés, se comunican en sus lenguas locales, pero todos se entregan sabiendo que esos médicos son su única esperanza. «Vienen con mucho miedo, se les ve en la cara, pero luego se van muy contentos a casa. Y se quejan muy poco». Enseñar las fotos de estas misiones suele ser suficiente para que la doctora Gay consiga llevarse cada año a algún colega de Vigo a África. «Me vendo bien y a algún vino también invito. Los que van, luego repiten», bromea. Además de aportar su conocimiento y trabajo, los sanitarios de Cirujanos en Acción se pagan el viaje y dedican sus vacaciones a esta labor. No hay lujos. Se alojan en hoteles muy humildes o en cabañas, como le ocurrió en Uganda, pero son cuestiones secundarias, explica, en las que no se repara.

Saber adaptase es la clave, igual que respetar la forma de vivir en estos países y sus tiempos. «Somos nosotros los que vamos allí y no al revés», incide. Algunos centros sanitarios son más profesionales, en otros toca limpiar antes de intervenir. «Al primer hospital que fui, en el sur de Senegal, había hasta cabras por los pasillos». Fue un caso extremo, pero las condiciones higiénicas distan mucho de las ideales. «Allí los quirófanos tienen ventanas, entran bichos y mosquitos», explica. Hace calor, a veces extremo: «Hay quirófanos con aire acondicionado, pero si enciendes muchos aparatos al mismo tiempo, hay cortes de luz. Es muy habitual durante las operaciones». Por eso operan con linternas frontales, ancladas a su frente.

¿Y qué se siente al volver al quirófano del Cunqueiro con tecnología, aire acondicionado y más personal? «Te adaptas a lo malo y a lo bueno, es un cambio rápido», asegura. Al fin y al cabo la sala de operaciones es el lugar que eligió hace más de 20 años, cuando era una estudiante de Medicina. «Mis amigas me decían que tenía pinta de cirujana, pero no lo tenía claro. Hasta que entré en el quirófano. Ahí dije: ‘Esto es para mí’». En cualquier latitud.

Su canción favorita

«Tajabone», de Ismaël Lô. «Es un cantante Senegalés que es muy conocido en África. La canción me gusta y me inspira, tiene algo hipnótico. Además, es un tema que sale en la película Todo sobre mi madre de Almodóvar. Es una cultura distinta a la nuestra, y en cada país diferente. Hay que conocerla y respetarla».