
Las gemelas Natalia y Catalina Marín, jugadoras canteranas y entrenadoras encarnan a la perfección la filosofía de base del equipo vigués de voleibol
28 mar 2025 . Actualizado a las 05:00 h.En el 2018, las gemelas Catalina y Natalia Marín subieron al primer equipo del Xuvenil de Teis de voleibol siendo cadetes, con solo 14 años. Transcurrido el tiempo, ambas siguen formando parte de la primera plantilla y, además, ejercen de entrenadoras mientras cursan estudios universitarios. A pesar de su juventud, ahora son de las de mayor antigüedad en el plantel que dirige Alberto Bao.
Cuentan que de niñas probaron varios deportes, como yudo, baile o fútbol, pero su hermana mayor, Amalia -con la que llegaron a compartir equipo-, también hacía voleibol y a eso se sumó que unas amigas quisieron probar; se animaron y no hubo vuelta atrás: «Nos metimos y ya nos quedamos». Sin haber pasado por otros clubes y sin haberse llegado a plantearse en serio un parón. «Siempre estuvimos en el Teis, es parte de nuestras vidas y nos sentimos muy cómodas».
Su papel ha evolucionado, pasando a ser ellas «las que apoyan a las pequeñas» e intentan «servir de influencia y ejemplo» emulando a los referentes que tenían hace no tanto tiempo. «Es un orgullo ver cómo las niñas aspiran a llegar a donde estás jugando tú en este momento y cómo cambia tu rol, porque antes éramos nosotras esas niñas que aspirábamos a jugar con las mayores y a que nos ayudaran», relatan las hermanas Marín.
Sienten que este club es su «casa» y que su deporte les «aporta un montón». Y eso ha pesado para que nunca lo hayan dejado de lado. «Nos llena tanto, tenemos tantas amigas y es tan bonito, que nunca llegas a decidirte a dejarlo», cuenta Natalia, que proclama un «compromiso 100 % con el Xuvenil» en el que también es gemela de Catalina. «Ese compromiso pasa por ir todos los días que tienes que entrenar, no faltar por estudiar, sino organizarte para cumplir con todo», dice ella. No han faltado «épocas malas en que estás empeorando un poco o te estancas, pero siempre merece la pena».

Natalia comenzó como entrenadora hace cuatro años en las escuelas deportivas y ahora está en el club. «Llevo alevines, infantiles, cadetes y juveniles», detalla. Catalina, por su parte, se mantiene en las escuelas por «falta de más tiempo para dedicarle». Fue la gente que les rodeaba la que se dio cuenta antes que ellas de que tenían madera. «Cuando estábamos en el pabellón, ya de pequeñas, siempre intentábamos ayudar a otras niñas y los entrenadores nos decían que acabaríamos entrenando. Nosotras decíamos que no —rememoran— y al final, mira, aquí estamos metidas».
Catalina tiene claro que le sigue «gustando más la faceta de jugadora», pero le va cogiendo el gusto al banquillo porque «el hecho de poder ver la evolución de la gente te llena, es bonito». Coincide la otra Marín del Xuvenil: «Jugarlo, ver la grada llena y la gente que te va a ver con ilusión no se puede comprar con nada, pero me gusta mucho ser entrenadora. Ya no solo ver su evolución, sino verte reflejada en ellas, cuando tú estabas ahí, identificarte con sus problemas y sus miedos, porque también los pasaste, y poder ayudarles a resolverlos. Es muy gratificante poder enseñarles lo aprendido».
En el cuarto año de sus respectivos estudios, Catalina se decantó por Ingeniería de Tecnologías Industriales. «Compaginarlo con el volei supone un esfuerzo, te quita tiempo, pero organizándote, acabas sacándolo todo. El deporte te ayuda a eso, desperdicias menos el tiempo y desarrollas ese compromiso que decíamos», ahonda. Natalia estudia Educación Primaria y ahora mismo está con las prácticas. «Me paso en el pabellón de cinco a once tres días, más los partidos de los fines de semana y el colegio por la mañana».
Sus padres siempre les inculcaron que lo primero eran los estudios, pero sin que estos sirvieran de pretexto para no cumplir con las obligaciones adquiridas con su club. «Si te comprometes con un equipo, tienes que aprender a organizarte para llevar las dos cosas a la vez, que se puede», sostienen desde su ejemplo como mejor demostración. «Nuestros padres están súper contentos, disfrutan de nosotras en el voleibol, se esfuerzan por venir a cada partido, siempre nos siguen los pasos y son un apoyo grande», relatan.
Ambas coinciden en señalar a Xiana Silva como la persona que más las ha hecho crecer desde que comenzaron en el club y como su gran referente. Pero tampoco se olvidan de Rodolfo Lago - «crecimos con él»- ni de Alberto Bao, el técnico actual, y su segundo, Álex. «Nos han ayudado mucho. Técnicamente, sobre todo. Antes era más aprender los gestos y ahora estamos mejorando más lo técnico y mejorando muchísimo. Se nota el progreso comparado con las anteriores temporadas en Nacional», analizan.
A punto de terminar la temporada, están «contentísimas» con la temporada del equipo. Estuvieron cerca de la fase de ascenso y les gustaría conseguirlo en el futuro, pero saben que no es tarea sencilla. «Hay que ser realistas: hay que evolucionar para tener un equipo que llegue a ese nivel. Además, exige aún más compromiso. Estaríamos encantadas, pero hay que trabajarlo y luchar mucho». Mientras, siguen dando pasos firmes y marcando el camino para las que vienen detrás.