Tras no renovar en el Guardés, la jugadora no piensa en la retirada y busca un nuevo reto a los 39 años
29 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.Alesia Kurchankova se siente a los 39 años «como una de 25». Por eso proclama que aunque haya habido quien la ha retirado, por su cabeza no pasa colgar las zapatillas a no ser que no le quede otro remedio. Quiere encontrar un nuevo reto y, sobre todo, quiere despedirse del balonmano «jugando y disfrutando, siendo feliz», algo que admite que no ocurría en los últimos tiempos en el Guardés, un club para el que, pese a ese final amargo, tiene buenas palabras y del que se ha llevado grandes recuerdos.
Le hubiera gustado seguir defendiendo su camiseta en la temporada 2019/2020, pero no pudo ser. Hacía tiempo que no contaba demasiado para el técnico del equipo, José Ignacio Prades, y suya fue la decisión de que Alesia no siguiera, según cuenta la jugadora. «A falta de dos semanas me dijo que era mejor que no siguiera. Supongo que es un motivo personal, porque él mismo me decía que profesionalmente no tenía nada que reprocharme», explica la jugadora.
Desde la directiva se le transmitió que la última palabra en la confección de la plantilla la tenía el entrenador y se le propuso estar un año sin jugar y asumiendo un nuevo rol en el equipo. La bielorrusa, tras ocho años establecida con su hija (que también jugaba en la base del club) en A Guarda y con la intención de seguir allí para finalizar sus estudios de electromecánica de coches -le queda un curso para completarlos-, pensó en aceptar, pero dio marcha atrás. «Me ofrecían ser delegada. ¿Pero qué sentido tenía seguir al lado de Prades cuando él es quien no me quiere en el club?», se pregunta.
Al haberle sido comunicada la decisión de que no iba a continuar en la plantilla de forma tardía, y teniendo en cuenta que la liga pasa a tener dos equipos menos, las posibilidades de encontrar un equipo de División de Honor donde seguir su carrera se vieron muy limitadas, expone Kurchankova. «Tuve ofertas para irme lejos, pero no me convence marcharme para uno o dos años. Seguramente me quede en A Guarda por los estudios y los de mi hija y si puedo seguir jugando, aunque sea en un equipo de plata, estaría encantada», recalca la jugadora.
Lo que tiene claro es que su deseo no es retirarse. «No puede ser que con todo lo que me ha dado el balonmano y todo lo que le he dedicado yo en mi vida la despedida vaya a ser esta. Yo quiero retirarme feliz y disfrutando, no me gusta este final para mi carrera», lamenta a la espera de que llegue esa oportunidad que ansía.
Hasta este verano, Alesia era la única superviviente de la plantilla que logró el último ascenso del Guardés a División de Honor femenina, como ella misma recuerda. «De las que subimos ya solo quedaba yo. Aunque las últimas dos o tres temporadas hayan sido duras deportivamente por no poder jugar como me gustaría, me llevo muy buenos recuerdos de lo vivido en este tiempo», agradece.
Y el mayor tesoro que se lleva de esta etapa, dice, es el cariño de la afición guardesa, por la que se ha sentido arropada en todo momento. «Me he sentido muy querida siempre. La gente preguntaba que por qué no me ponían a jugar. A Guarda es mi casa y por eso quiero seguir allí aunque ya no pueda jugar en el Guardés».