Regístrate gratis y recibe en tu correo las principales noticias del día

Un pazo del siglo XVIII y jardines centenarios

J. M. ORRIOLS

ARBO

Si visitamos Torre La Moreira, en Arbo, viviremos la mejor lección de historia de los tres últimos siglos, porque conoceremos un pazo centenario, sus jardines y una viña de treixadura de 1813, además del museo de Mariano Peláez, fundador de Marqués de Vizhoja

29 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La torre fortaleza, que es el símbolo de la bodega Marqués de Vizhoja, nos recibe altiva y magníficamente restaurada, recordándonos aquellos tiempos de la invasión napoleónica en la que jugó un papel fundamental para frenar a las tropas francesas a las que se enfrentaron los vecinos de esta zona del Condado do Tea. En uno de los bordes del pazo, bajo una garita de vigilancia, había un pasadizo secreto que supuestamente llegaba hasta el río. Normalmente, en aquellos tiempos había túneles y pasadizos secretos en monasterios y castillos, pero muchas ocasiones ni se conservan ni se encuentran. En el caso del pazo La Moreira se sabe perfectamente que salía de la garita de vigilancia porque Javier Peláez se coló por él cuando era pequeño. En ese momento, su padre, Mariano, decidió tapiarlo. Esto tiene sentido porque los hidalgos de La Moreira eran los propietarios de una barca que cruzaba hasta Portugal, con lo que los residentes del pazo tenían la huida asegurada.

La invasión napoleónica

Esto pudo haber sido lo que pasó en 1809 cuando, durante la invasión napoleónica, un cura revolucionario de Arbo alentó a las masas para que no permitiesen que los franceses continuasen en estas tierras. Sus proclamas surtieron efecto y los campesinos se fueron con sus herramientas de labranza a plantarle cara al ejército de Napoleón en el puente de Mourentán, que está muy cerca de la bodega. Sorprendentemente, los campesinos ganaron la batalla e impidieron el paso a las tropas que, al día siguiente, entraron en Arbo y plantaron fuego a toda la parroquia de Cequeliños. Con este ataque, parte de las instalaciones de la finca y el pazo quedaron destruidos por el fuego. En la puerta principal se conserva el escudo original de los Hidalgos de la Moreira, que incluye los apellidos Vázquez de Puga Araújo Saavedra.

Esta y otras historias tendremos oportunidad de conocerlas en una visita a la bodega, al pazo y sus jardines, conjunto elegido como mejor rincón y paisaje enoturístico en los V Premios de Enoturismo Rutas del Vino de España, convocados por la Asociación Española de Ciudades del Vino (Acevín).

El museo de mariano

En un alpendre al pie del pazo, que ahora está cerrado por una cristalera, podemos ver cientos de piezas que el fundador y padre de los actuales propietarios iba guardando y que, en realidad, son parte de esta historia que rodea el nacimiento de Marqués de Vizhoja. Porque Mariano Peláez, que ya había conseguido el vino que buscaba, su botella y la etiqueta exclusiva, quería tener una bodega al estilo de los chateaux franceses. Es decir, el pazo en el centro del terreno, rodeado por extensos viñedos.

Por otra parte sus hijos y de una forma muy especial Jorge, porque Javier dedica todo su tiempo a elaborar y mejorar sus vinos, hicieron un museo dedicado a su padre en el que se pueden encontrar utensilios empleados por viticultores y bodegueros en su trabajo, algunos con siglos de historia, que van desde antiquísimos sacacorchos, hasta rudimentarias sulfatadoras, pasando por tapas de barricas de diversos tipos y épocas, una original escalera construida con vides viejas, botellas, desde la primera de 1968 hasta las actuales... Un sinfín de objetos y trofeos que nos permiten hacer un viaje en el tiempo por este apasionante mundo del vino.

Y ya en el exterior podremos disfrutar de la excepcional panorámica que, desde esta finca, se abre sobre las viñas y el valle del río Miño. Las visitas comenzarán en enero del 2021.

 Marqués de Vizhoja y el rodaballo gallego

En la segunda mitad del pasado siglo nació uno de los primeros vinos de albariño embotellados en Galicia, ya que, en aquel tiempo, el vino mayoritariamente se vendía a granel. Pero esto tiene que ver en parte con la llegada a nuestra tierra del matrimonio formado por Mariano y Ángeles, que montaron una tienda en Bouzas (Vigo), que tenía en la parte trasera una pequeña taberna, donde se tomaban los vinos.

Su hijo, también Mariano, comenzó a estar en la taberna desde muy joven y a interesarse por este mundo, lo que le permitió, a los 30 años, ir con su padre a buscar vino a la zona del Condado. Más tarde, aquel joven se propuso elaborar un vino distinto y exclusivo y se dedicó a hacer mezclas varietales hasta conseguir, como decía él, «un vino que triunfase en todos los sectores de la sociedad y le gustase a las mujeres».

Y lo consiguió, hasta tal punto que en 1968 se llevó el primer premio en una feria en Salvaterra de Miño. Esto lo animó aún más a embotellar su propio vino. Buscó una etiqueta que fuese original y se decidió por la hoja de parra, que era el trofeo que le habían dado. Pero aún le faltaba algo, porque buscaba que lo identificasen con el pescado y el marisco y optó por el rodaballo, una especie que entonces y ahora es el exponente de la máxima calidad de los productos de nuestros mares. Y por eso colgó del cuello de la botella una etiqueta con la figura de un rodaballo, que llevaba las especificaciones del vino dentro.

El rodaballo en la cocina

Todo era muy novedoso y el éxito fue total. En las grandes celebraciones no podía faltar un Marqués de Vizhoja y los cocineros empezaron a emplearlo también en sus platos. Por eso traemos a dos representantes de la cocina tradicional gallega, auténticos referentes gastronómicos de Galicia: el chef Rivera de Padrón y Jesús Magaz (Soriano) de Vigo, que nos elaboraron dos platos de rodaballo. Tanto José Antonio Rivera como Jesús Magaz logran una unión perfecta entre este vino y el que es uno de nuestros tesoros del mar.

José y Jesús Magaz llevan este restaurante que está en Bembrive y, además de las carnes, especialmente las rojas, una de sus especialidades es el rodaballo a la brasa con una ajada, «que marida perfectamente con albariño del Condado».

Y José Antonio Rivera nos prepara  lomo de rodaballo con grelos, castañas y salsa curri. José Antonio Rivera utiliza en su preparación vino Marqués de Vizhoja «porque le da un toque muy especial y hace más sabroso y apetecible este plato», dice el cocinero.