«En el salón de mi casa solo podíamos ver la tele porque el resto era belén»

alejandro martínez VIGO / LA VOZ

BAIONA

ALEJANDRO MARTINEZ MOLINA

Tenía problemas de espacio hasta que decidió compartir su afición con los clientes de su cafetería de Baiona

09 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Se armó el belén en el Asómate. La cafetería mirador de Baiona ofrece estos días su perspectiva más navideña. Un gigantesco nacimiento no deja de sorprender a los clientes que entran en esta cafetería y hamburguesería. Siguiendo el movimiento de los pastorcitos, la llegada de los Reyes Magos, el castillo de Herodes o deteniéndose en todos los detalles a uno se le acaba por calentar la cerveza o enfriar el café. Los niños, siempre son los más agradecidos con este espectáculo visual. Claro que también los más impulsivos y por eso una barrera de protección impide que se acerquen demasiado, por si alguno quiere tocar alguna de las más de cien piezas que componen la escena. 26 de ellas están en movimiento gracias a los 49 enchufes que les dan vida y luz. El belén del Asómate es obra de Quique Chamorro, responsable del local, un belenista empedernido que ya lleva 40 años coleccionando figuras y desempolvándolas cada mes de diciembre. Siempre montó el nacimiento en su casa, pero cada año se fue haciendo más grande, hasta el punto de que los pastores se adueñaron de la habitación. «Ocupaba buena parte del comedor, solo podíamos ver la tele, porque el resto era belén», comenta.

Ahora ya no tiene esos problemas de espacio y desde hace dos años comparte su afición con toda su clientela. Tardó cuatro días en montarlo después de su jornada laboral. «Es para que lo disfruten los clientes y, sobre todo, los niños», afirma. Sus belenes cada año son diferentes. Siempre le gusta hacerlos un poco más grandes e ir modificándolos poco a poco. En sus viajes también aprovecha para tomar ideas. «Busco las casas derruidas, si veo un castillo precioso ya no lo compro o lo desgasto para darle aspecto de viejo». Reconoce que es muy purista de los belenes y no le gusta introducir en los suyos elementos que no tengan nada que ver con la época en la que nació Jesucristo. Así por ejemplo, en sus composiciones nunca se verán niños columpiándose ni jugando al trompo. Tampoco pone figuras de cerdos porque asegura que en aquella época no se comían. «No me inspira, rompen con la tradición, no me gustan los belenes con figuras de otra época», asegura. Quique compra las figuras, pero le gusta tunearlas, bien para cambiarles los movimientos de rotación o para asignar otra función a los personajes.

A Quique el gusanillo de los belenes se lo metió de niño su madre, Carmen. «Buscábamos musgo en el monte y lo hacíamos en casa con figuras de plástico», recuerda. Lamenta que montar belenes sea una tradición que poco a poco se vaya perdiendo. «Cada vez somos menos belenistas, no hay sitios donde se fomente esto. Antes las Iglesia se implicaba mucho con los belenes, hoy no hay nada», dice.

A él le da pena que esto se pierda porque forma parte de la esencia de la Navidad y por eso invita a conocer el que ha montado en su local ubicado sobre la antigua discoteca Basic y que durante el invierno abre los fines de semana. «Un belén une a las familias, es un motivo de felicidad», asegura.

Un centenar de figuras y 49 enchufes. El belén de Quique Chamorro tiene 26 piezas en movimiento.

Respeta el rigor de la época. Huye de incluir en sus nacimientos figuras que no tengan nada que ver con la época de Jesucristo, como niños columpiándose o jugando al trompo.