Domingo de perros para recibir a Pinzón

Javier Romero Doniz
JAVIER ROMERO BAIONA / LA VOZ

BAIONA

Óscar Vázquez

El buen humor y un público familiar dieron vida al último día marcado por el frío y la lluvia, que apareció de tarde

05 mar 2018 . Actualizado a las 13:27 h.

El único freno de la Arribada es el rigor que obliga cualquier recreación histórica. Martín Alonso Pinzón llegó a Baiona con el Nuevo Mundo bajo el brazo y a bordo de La Pinta el 1 de marzo de 1493. De ahí que, año tras año, exista el riesgo de que todo quede empañado por el mal tiempo propio de un mes de invierno. El plan, si el clima se porta, es perfecto. Y más en domingo. Es cierto que hubiese sido mejor con calor, pero la amenaza de lluvia constante no impidió que, en otra edición más, los coches estacionados en los arcenes llegasen a la rotonda del Rocamar. La puesta en escena no varía de otras parrandas de recreación galaica, sobre todo en lo referido a la fauna. Y es que los animales expuestos, hace cinco siglos exóticos y hoy mucho más comunes, siguen siendo un reclamo que no falla entre los padres que hacen tiempo con sus hijos para entrar en el meollo de la fiesta disfrutando de placeres hedonistas.

Entre el público se echaban en falta más trajes de época, muchas veces escondidos bajo abrigos que ayudasen a resistir el frío y el viento. Sobraban zapatillas deportivas entre los que viajaron al pasado, había más de un monje franciscano con carrito de bebé y caballeros que no se sabía si eran más de la mesa redonda del rey Arturo o de la cuadrada que idearon los Monty Python. Los que no faltaron, como en cualquier fiesta histórica que se precie y represente un hito histórico patrio, son los extras de la película Braveheart, que 28 años después de su estreno siguen saliendo a escena con la cara pintada de azul allá donde más resuenen los tambores de fiesta.

María del Pilar tiene 92 años y nació y ha vivido siempre en la calle Laxe. Su casa, de piedra y planta baja, se ha convertido en algo exótico entre tanto hormigón y azulejo industrial. Ayer, a media mañana, miraba al cielo y decía: «Chova ou non, isto non o estraga ninguén. É unha festa con demasiada xente fiel, ¡e mira que fai frío! É tan famosa que ata tivemos unha vez o rei, pero o de sempre, ¡ollo!». Muy cerca, en la calle Carabela Pinta, la docencia se hacía hueco. Bajo el nombre de Alameda de los Aprendices, decenas de niños aprendían a moldear arcilla, escribir al estilo del medievo, grabar la madera, bordar, hacer tapices de época o lacrado de artes. Toda una pequeña facultad de Bellas Artes improvisada en esta céntrica arteria de la villa.

Todos los gustos y públicos

El resto de la programación matutina se completó con normalidad: historias de trasgos, protagonizadas por seres legendarios que narraron leyendas; la exhibición de O Centauro, un encantador de serpientes; la demostración del arte milenario de la cetrería, con halcones guiados por auténticos profesionales que, aunque no era muy de 1493, contaron con la presencia de un dron en el mismo espacio aéreo de la playa Ribeira.

La plaza Padre Fernando, pasadas las dos, ya era un festival de olores y sabores, y todo ello en un ambiente distendido. La estrechas y ambientadas calles de la zona ayudaban. Todo un maná para los carnívoros que demandaban raciones de churrasco, chorizos, empanada y tortilla. Luego llegaron las filloas, tartas y licores. Y todo ello hasta poco antes de las cuatro, que empezó a llover. Muchos visitantes, ya con el bandullo lleno y viendo la que estaba por caer, decidieron abandonar la villa. Otros, los devotos, apostaron por disfrutar los platos fuertes del programa y esperaron. Pero el agua caía cada vez con más fuerza, por lo que se suspendió la representación estrella, la Arribada del descubrimiento.

El alcalde, Ángel Rodal, aseguraba al atardecer que pudo ser peor. La previsión anunciaba lluvias más intensas y continuas desde el viernes: «Hoy (por ayer) disfrutamos toda la mañana, no llovió hasta la cinco, los hoteles no perdieron las reservas y los restaurantes también tuvieron gente. Pinzón llegó en marzo, no podemos hacer nada. Tenemos que ser rigurosos, aunque eso implique frío y riesgo de lluvia».