Jorge y Cristina son una pareja de gallegos que no perdonan las vacaciones na terriña. Baiona es su tesoro de familia y A Illa el paraíso que han descubierto más recientemente con sus tres hijos
04 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Son los cinco (papá, mamá y tres niños, las mellizas Ana y Cristina y el pequeño Javier) y tienen grandes aventuras. Son de A Coruña, pero todos sus veranos llevan a Baiona. «Yo siempre fui, la tradición empezó con mis bisabuelos o tatarabuelos. Las pandillas allí son de generaciones», comienza Cristina. Ahora, sus tres hijos y los hijos de sus amigos van haciendo también su grupo de verano azul.
Ella llevó a Jorge a su villa de vacaciones, y él fue llegar ¡y encajar! «Para mí, es un refugio, es desconexión. Vamos 15 días y además nos acercamos algún fin de semana largo. Aterrizas, te vistes de otra manera, más informal, conoces a la gente del pueblo y a la que veranea allí de toda la vida. Sales a la calle y no hace falta ni quedar», comparte Cristina. Su playa es la de la Barbeira, su mar de tranquilidad.
¿Lo mejor de veranear en Baiona? «Esa desconexión, aparcar el coche y no saber dónde lo has dejado después de unos días -valora Jorge-. Playa, hostelería, salidas en bicicleta... En Baiona sigues teniendo las callecitas de piedra, las casitas bajas, el paseo de Elduayen». Eso sí, el pueblo cambia por quincenas. En julio es «más gallego».
Su verano es fiel a las Baixas. «Baiona se lleva la palma, el número uno en nuestro top-10», asegura Cristina. Pero con los años van rodando por Galicia adiante. Y más desde que en el 2020 descubrieron la autocaravana. Meten las cinco bicis y empieza lo bueno. Este año pasaron el San Juan en Carnota, se fueron de allí Ribeira; luego, A Illa de Arousa: «A Illa es una delicia en senderos y calitas», dice Jorge. «A los niños les encanta el plan, con su bocata y su mochila», detalla Cristina.
También les enamora la Ribeira Sacra. Bañarse en el embalse de Belesar es «una gozada», otra de sus sugerencias. «No creo que la Ribeira Sacra tenga nada que envidiar a los Fiordos...», ríe Jorge. Está de acuerdo Cristina.
Este septiembre, ella hará con sus amigas una parte de la ruta de los Faros en la Costa da Morte, otro encanto gallego. «Pero Baiona es nuestro tesorito», subraya. No son palabras menores viniendo de una pareja que vivió dos años en el Caribe, diez años antes de tener a sus mellizas. Se fueron a la Riviera Maya ¡a los tres meses de conocerse! «A veces le digo a Jorge: ‘Echo de menos ese momento de locura...’». Tenían 25 años y todos los veranos por delante. «Ni siquiera cuando vivíamos en México, perdonamos el verano en Galicia». Algo tiene la Ribeira celta que no se olvida...