Todos ante el mar de Baiona

Fernanda Tabarés
Fernanda Tabarés OTRAS LETRAS

BAIONA

Salvador Sas | EFE

31 jul 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El otro miércoles, un grupo de personas que arrastraba una tristeza indiferente al moreno de julio cruzó entre un grupo de turistas que exhibía la felicidad despiadada del veraneante. Los primeros venían de llorar a su paisano Santiago Leyenda, cocinero del pesquero Argos Georgia que unas horas antes moría tras naufragar en las aguas gélidas de Malvinas. Fue en Baiona y la escena resultaba extraña y perturbadora, una especie de ejercicio práctico y exprés de cómo es la vida. Unos, casi todos turistas, trasegaban ribeiros y pinchos locales con el desdén y la curiosidad de quien habita por unos días un zoológico. Los otros, de estirpes erizanas, lamentaban la mala suerte de uno de los suyos en un entorno ocupado por extranjeros.

El Argos Georgia era uno de los pesqueros más modernos del mundo. A priori, un maquinón confortable y perfecto para trabajar en la mar. Las fotos que se han servido estos días parecían indicar que iban bien preparados para la faena. Cuando se hundió capturaba merluza negra con destino al mercado estadounidense, en donde la consumen congelada y a buen seguro sin noción de lo que supone pescarla, como no la tenemos casi nunca cuando olvidamos lo que supone tirar redes en mares brutales. Junto a Leyenda, otras ocho personas murieron en el naufragio de la semana pasada y cuatro siguen desaparecidas.

El otro miércoles por la tarde, los vecinos, de duelo, atravesaron como una flecha la marea despreocupada de los veraneantes. No se mezclaron, como si habitaran universos paralelos en una película de Nolan. Parecía que se cruzaban dos mundos en un escenario compartido, el del pueblo que vive de la mar y el del pueblo que vive del turismo. Una batalla en la que es fácil averiguar quién va ganando.