Sesenta años de la piedra que cuenta la historia de Baiona

BAIONA

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«Nuestro padre era un cantero humilde, pero también un artista que huía del protagonismo» recuerda Esperanza, la hija de Angelito Vernet, el maestro que talló en piedra la noticia de la llegada del descubrimiento de América a Baiona

23 mar 2025 . Actualizado a las 00:02 h.

«Antes ya celebrábamos la efeméride de la llegada de Pinzón a Baiona, pero no se llamaba Arribada ni se hacía una fiesta», recuerdan Esperanza y Laura Vernet. Ambas son hijas de Ángel Fernández González, más conocido como Angelito Vernet, el hombre que cinceló la piedra que narra la historia de la villa y que el 22 de marzo de 1965 se inauguró en la Praza de Pedro Castro.

Laura aún era pequeña, pero Esperanza, que a sus 87 años conserva una memoria prodigiosa, rememora no solo aquel día, sino también la minuciosa labor de su padre. Ella ya estaba casada y con dos hijos cuando se descubrió esta monumental pieza de 4 metros de altura y 17 toneladas de peso. «Él siempre elegía personalmente en el monte las piedras sobre las que iba a trabajar, pero para poder mover esta hasta el pueblo hubo que llevar un camión de Fenosa».

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Fueron muchas horas de trabajo y anécdotas las que quedaron grabadas en la memoria de Esperanza, también del día de la inauguración, cuando acudieron «todo el pueblo, con paraguas porque diluviaba, y muchísimas personalidades». Entre los recuerdos familiares destaca un detalle que define la personalidad de este maestro del oficio: «Nunca quiso ser protagonista de nada». De hecho, ni siquiera quería aparecer en las fotos del evento, «así que tuvo que ir a buscarlo y convencerlo José María Castroviejo», explica Esperanza

«Nuestro padre era un cantero humilde pero también un artista, aunque siempre escapaba de la popularidad», dicen. Sin embargo, la villa que acogió y en la que echó raíces este genio del cincel, natural de la parroquia de San Pedro de A Ramallosa, en Nigrán, está salpicada de su obra. Heredero del arte y la profesión de su padre, el cantero portugués Manuel Fernández Canteiro, dejó una huella imborrable en Baiona.

Una obra sin precedentes

«Decía que cada obra era única y especial, pero la de Pedro Castro tuvo una dificultad añadida», explica su hija. «Como no se podía voltear, para trabajar en altura y crear la carabela, puso una silla delante de la piedra y trabajó allí todos los días hasta que concluyó la obra».

El monumento conmemora la llegada de la carabela La Pinta a la localidad con la primicia de la existencia del Nuevo Mundo. Fue un encargo del Instituto de Cultura Hispánica, que promovió la colocación de esta piedra labrada. El director entonces de la entidad era Gregorio Marañón Moya, quien dejó una reflexión que Esperanza recuerda con nitidez: «Dijo que tuvo que llegar al cargo de director del Instituto de Cultura Hispánica para enterarse de que Baiona había sido el primer puerto de Europa en conocer la noticia del Descubrimiento del Nuevo Mundo».

Aquel día, Marañón Moya también expresó su sorpresa al constatar que «en los libros de texto solo se hablaba de que los Reyes Católicos recibieron a Colón en Barcelona y que se había soslayado el papel de Baiona en la historia». En su discurso, aseguró que propondría algún concurso literario para dar a conocer su relevancia histórica.

La inauguración más solemne

El 22 de marzo de 1965, Baiona se llenó de autoridades. «Estaba el alcalde de Vigo, Rafael Portanet, el de Baiona y el de la Bayona francesa, porque se planeaba un hermanamiento, así como el gobernador de Pontevedra y el director de Industria de la Navegación», recuerda Esperanza. «Fue, sin duda, la inauguración con más pompa de todas las obras de mi padre».

Y no fueron pocas. Su legado es extenso, exquisito y variado. En 1953, construyó las escaleras interiores de la Virgen de la Roca, que sustituyeron a las anteriores de madera o hierro. También dejó su firma en la ex colegiata de Santa María, el crucero del Calvario del parque Mercedes de la Escalera —donde se conserva un gallo esculpido por él— o la reconstrucción de la gran bóveda de crucería del vestíbulo del Parador, que luce además varios escudos de su autoría.

«En toda Baiona tenemos recuerdos pétreos de nuestro padre», resumen sus hijas. Es así porque hasta las tres carabelas del hotel que su hija Mari Carmen abrió en la casa familiar son de su autoría. También el busto de Laureano Salgado, el industrial que promovió la llegada de la electricidad a la comarca de O Val Miñor y la construcción de la Virgen de la Roca, fue obra suya. Curiosamente, este busto desapareció misteriosamente «poco después de la muerte de nuestro padre».

Un final trágico

El gran cantero de Baiona, Angelito Vernet, no solo fue escultor. También estuvo embarcado, tocaba el clarinete y fue directivo del Erizana Club de Fútbol. Sin embargo, su vida se truncó de forma abrupta. Falleció con tan solo 71 años en un trágico accidente.

El 2 de noviembre de 1981, mientras caminaba con su nieto de dos años por la recta de Sabarís, un autobús los atropelló. Ambos murieron en el acto. La tragedia se agravó cuando su esposa, Carmen, al saberlo, sufrió un infarto fulminante que también le costó la vida.

Sesenta años después de la inauguración de la monumental obra de la Praza do Pedro Castro, Baiona sigue siendo testigo de la huella indeleble que dejó este maestro de la piedra. Una historia cincelada en la memoria de la villa y en cada escultura que perpetúa su legado.