Adelina creó hace 20 años el Covelo, un club cargado de historia al que dedicó gran parte de su vida
16 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Covelo es un municipio integrado en la comarca da Paradanta, de 2.426 habitantes según el censo del 2023, a caballo entre la Serra do Suido y la del Faro de Avión. En un lugar así, difícilmente se puede entender que florezca un club de patinaje artístico y, menos, que fuese capaz de fabricar campeones de España e incluso de organizar un campeonato estatal en su pabellón. Tampoco, que resistiese dos décadas. Pero el CPA Covelo, sí. El sábado celebró sus primeros 20 años de vida dando prolongación a un proyecto que inició Adelina González Bernárdez (Ponteareas, 1967) en el 2004. Lina ya no es presidenta en la actualidad, pero sigue estando al pie del cañón y repite como un mantra que «nunca deixaría morrer» a la entidad.
Todo comenzó con cuatro patinadoras, dos de ellas de 9 años que ya se codeaban con la élite española y que procedían de un club de Ponteareas, igual que Silvia Varela, que fue la primera entrenadora. «Había discrepancias, o meu home era de Covelo, tiñamos un pavillón á nosa disposición e un concello á nosa disposición, por iso decidimos montalo», recuerda Lina, que no esconde que los inicios fueron duros porque en realidad el germen fueron tres familias (había dos hermanas) y entre ellos, con cinco personas, formaron la primera directiva. El primer presupuesto fue de 600 euros que salieron del bolsillo del marido de Adelina.
«Os comezos foron difíciles porque non tiñamos solvencia económica. Non podiamos pagar á adestradora, que só cobraba o desprazamento», recuerda la fundadora, que considera la ilusión de mantener a aquellas niñas en la élite el motor para avanzar.
El punto álgido fue la organización de un Campeonato de España en Covelo. Fue de categoría cadete en el año 2006, en la modalidad de libre. Para convencer a la Federación Española de Patinaje tuvieron que diseñar un complejo plan para cubrir las carencias de infraestructura que tenía una localidad tan pequeña. «Como o acceso ao concello de Covelo é moi malo, e case non hai aloxamento, nós fixemos de tal xeito que tiñamos autobuses directos en varios horarios dende o aeroporto ata Covelo e aos hoteis que tiñamos en Mondariz, A Cañiza, Ponteareas e Covelo. Tiñamos todo moi ben organizado o e Concello colaborou ca megafonía e co resto necesario para o pavillón», recuerda Lina, que además considera fundamental para sacar aquello adelante los contactos personales de su marido. Después de tanto trabajo, la gran recompensa llegó con una de sus niñas, Paloma Cabirta, subiendo a lo más alto del podio del campeonato. Encima, «a Federación quedou encantada», de la organización.
Como en casi todo, en el mundo del patinaje los clubes también viven sus ciclos y a veces toca una pequeña travesía en el desierto. El Covelo no fue una excepción, pero mantuvo sus constantes vitales intactas y a día de hoy, vuelve a gozar de buena salud con un número de patinadores importante. «Agora está medrando moito, conta con moitos nenos», dice Lina, que considera clave volver a contar con una importante representación en categoría nacional, «o que require sobre todo compromiso dos pais e tamén das nenas». Y paciencia para ir quemando etapas «porque a patinaxe é un deporte moi lento».
En la actualidad, Lina, que lo dejó en su día y más tarde decidió volver, ya no forma parte de la dirección del club, aunque sigue en contacto permanente con la nueva directiva, que mantiene la filosofía fundacional del club, y siempre está dispuesta a colaborar. «Cando me necesitan saben que estou aí para volver axudar». Y no solo eso, tiene claro que mientras viva, el club va a existir. «O Covelo para min é algo moi sentimental, nunca me desprendo del. Se me necesitan sempre estarei. Non vou deixar que o club desapareza», comenta. La explicación es fácil: «Creachelo, montáchelo e ves que os nenos teñen onde facer deporte».
Nada parece indicar que el legado de Lina corra peligro. El club cuenta con una nutrida cantera y el sábado cruzó la meta de los 20 años, un espacio de tiempo que su creadora considera suficiente para augurarle larga vida. «Cando algo cumpre vinte anos, significa que está arraigado xa no pobo. Vese que vai ben e para arriba». Tanto, que se ha convertido en la referencia deportiva de este pequeño municipio del interior de la provincia de Pontevedra. También han ampliado fronteras con un segundo club, el Tea, en Ponteareas.
Mirando la vista atrás, Adelina González no esconde que hubo momentos duros, pero en el resumen final no tiene dudas en declarar que «valeu a pena. Os momentos bonitos superan aos de traballo e sufrimento». Ejemplo de tenacidad, nunca pensó en tirar la toalla. «Nin antes nin agora. Non lle teño medo».