«Me vino como agua de mayo», asegura Gabriela Chapela, que ha pedido más tiempo al Concello para poder acondicionar la casa de su padre fallecido en Moaña
10 dic 2019 . Actualizado a las 07:43 h.Un matrimonio de Vigo de escasos recursos que está a punto de ser desahuciado acaba de heredar una casa y se salva de tener que vivir en la calle. Gabriela Chapela y su marido, José Manuel Santos, preparan la mudanza para irse a vivir a Moaña desde el Barrio do Cura.
El Concello lleva meses intentando echarlos del lugar para poder derribar la vivienda en la que figuran empadronados desde hace cinco años. La pareja se ha mantenido en el domicilio porque no tenían otro lugar a donde ir y nadie les quería alquilar otra vivienda con su bajo nivel de ingresos. Cobran una risga de 430 euros al mes. Ahora su situación ha cambiado. Gabriela acaba de heredar de su padre fallecido una vivienda en Moaña. Gracias al apoyo del Concello de Vigo, ha podido hacer frente a los trámites para poner la casa a su nombre.
«Me vino como agua de mayo», reconocía ayer Gabriela Chapela, que se llegó a ver con la soga al cuello ante la falta de un lugar alternativo donde meterse a vivir.
La Gerencia de Urbanismo aprobará hoy la orden de desalojo una vez que el magistrado del juzgado de lo contencioso administrativo número 1 de Vigo lo haya autorizado por razones de seguridad. La vivienda de la calle Santa Marta carece de estabilidad en un entorno donde se están desarrollando el resto de las obras de demolición. Según lo que está escrito en un informe municipal, les darán dos días para marcharse del Barrio do Cura. No obstante, la administración local será flexible para dar tiempo para que puedan acomodarse en su nuevo hogar.
Recurso
Su abogado presentará un recurso mañana y, de esta forma, ganarán «un poco de tiempo, aunque ya está solucionado». «Quedaron en no meterme prisa mientras lo soluciono todo», aseguraba ayer Gabriela. La vivienda que ha heredado aún no está en condiciones de ser habitada. «Necesito tiempo porque tengo que adecentar eso un poco. Tenemos que arreglar todo aquello porque hay cosas que están estropeadas. La casa era de la madre de mi padre, que murió hace unos años», afirma. El pasado mes de noviembre empezaron a arreglar los trámites. «Había que solucionarlo, hablar con los hermanos de mi padre y al final firmé los papeles», afirmaba ayer Gabriela Chapela en el domicilio de la calle Santa Marta.
Calcula que en un plazo de dos semanas podrán entrar a vivir en su nueva casa de Moaña. La propia concejala de Servicios Sociales, Yolanda Aguiar, se ha volcado personalmente para ayudar a esta pareja. El Concello la apoyó económicamente porque se quedó sin dinero y la ayudaron para poder llegar a Pontevedra para ir al notario. «En noviembre tuve que pagar el seguro del coche y el día 13 ya no tenía un duro», reconoce Gabriela. Un amigo del matrimonio habló con la responsable municipal y quedaron en que les echarían una mano. «En principio era para quedarnos hasta el 20 de este mes, pero quedamos en que si necesitaba mas días no pasaba nada. Los operarios aguardan para comenzar las obras de demolición de la vivienda.
Los últimos inquilinos de una zona en obras que se vieron viviendo en la calle
La herencia de la casa de Moaña ha sido como un milagro para Gabriela Chapela y José Manuel Santos. Hasta hace poco tiempo, se veían viviendo en la calle ante la imposibilidad de alquilar un piso en Vigo. Pulsaron el mercado inmobiliario y se dieron cuenta de que no hay viviendas para quienes cobran poco más de 400 euros. El Concello les prometió pagar unos días de hotel y contribuir con el alquiler. Pero ningún propietario estaba dispuesto a firmar un contrato de arrendamiento con ellos. Ninguna compañía quería asegurarles tampoco. Se veían abocados a vivir en la calle o en albergues. Para Gabriela Chapela esto hubiera significado «una sentencia de muerte».
Esta pareja recibió el apoyo de colectivos sociales como Os Ninguéns, la federación de vecinos, o partidos como Marea de Vigo, que no veían justo que se fueran a la calle sin tener una solución habitacional aclarada. Al final, su historia tendrá un final feliz y ambos respiran aliviados.
Su marcha permitirá finalizar las obras de demolición del entorno del Barrio do Cura. El proyecto de Penela contempla una gran plaza pública de más de 4.000 metros cuadrados, conectado con zonas verdes. Permitirá además la apertura de las calles Llorente y Santa Marta, que tendrán aceras más anchas. El ámbito contará con 1.137 plazas de aparcamiento, de las que 600 serán para residentes y el resto se destinarán a uso terciario y público. También se contemplan sistemas de comunicación vertical para peatones entre Gaiteiro Portela y Torrecedeira y Berbés.