Ya solo quedan ejemplares en Nigrán y O Morrazo
23 jul 2023 . Actualizado a las 05:00 h.Estampas veraniegas: a principios de los años 70 del siglo pasado todavía había carreras por llegar a primera hora al final de la playa de Samil. El motivo era que allí todavía sobrevivía el último vestigio de las dunas que en su día fueron un enorme ecosistema, y que poco tiempo después arrasaría el paseo marítimo y todo lo demás. Las carreras no tenían relación con un especial interés ecológico, sino algo más práctico: el espacio entre dunas estaba protegido del viento y resultaba más confortable, además de resultar un aliciente para niños y niñas tirarse a rebolos por la pendiente dunar (hoy les multarían, en aquel entonces no sabían que aquello era una frágil joya natural a punto de extinguirse).
El asunto tenía un aliciente añadido que implicaba cometer otro inconsciente atentado ecológico: hacer ramos de flores con las correolas das praias. Sirva este prólogo para presentarles una de las maravillas de nuestra flora litoral. La correola das praias (si lo prefieren Calystegia soldanela, campanilla de las dunas o berza marina). Se trata de una planta rastrera, que va extendiendo sus rizomas sobre un sustrato tan inestable como la arena con unas hojas carnosas, para almacenar la escasa agua dulce que pueden recibir de las lluvias esporádicas o del rocío nocturno, y muy duras para protegerse de la salitre y el impacto de la arena arrastrada por el viento.
Pero lo más llamativo son sus grandes y delicadas flores con sus pétalos soldados, forma de embudo y un vivo color rosado con una estrella blanca. Una prima suya, la Calystegia sepium, tiene las flores completamente blancas, pero prefiere hábitats litorales un poco más estables, como indica su nombre común, herba roqueira. Nuestra prima resulta una planta precursora, que va extendiendo sus tallos y rizomas trepadores y ayuda a consolidar la arena y asentar las dunas, facilitando que otras plantas puedan colonizar posteriormente esos espacios más estables. Sus frutos son unas pequeñas cápsulas de apenas 10 milímetros en los que se encuentran unas cuatro semillas en cada una, que el viento y las aves ayudan a propagar.
Como todas las plantas, nuestra prima tiene abundantes propiedades medicinales descritas, para bien y para mal, entre las que destaca sobre todo la capacidad cicatrizante de su resina, pero también se le atribuyen usos como antiescorbútico, diurético y laxante. Como todas las plantas dunares, engaña. Como ya dijimos alguna vez, una duna es el peor lugar del mundo para que pueda vivir una planta. Piensen en calor y frío extremos, falta de nutrientes, falta de agua, salinidad o suelo inestable en permanente movimiento. Esto nos podría llevar a pensar que se trata de plantas de una enorme resistencia, pero todo es relativo. Viven al límite y se adaptaron a vivir en esas condiciones terribles precisamente porque ninguna otra planta lo soportaría.
Son fuertes, pero a la vez muy frágiles. Nuestra amiga se encuentra ahora en plena floración, por lo que conviene recordar que ya ha desaparecido de las dunas de Samil, junto con las mismas, y la recuperación de aquel ecosistema sigue esperando mientras cada modificación del proyecto original es menos ambiciosa ambientalmente y recorta el anterior mientras se realizan actuaciones en la dirección contraria. Pero todavía la podemos encontrar algunos buenos ejemplares de correola das praias en arenales de Nigrán y Morrazo. Sirva nuestra prima como ejemplo de que necesitamos aumentar la protección de lo poco que nos queda de los ecosistemas dunares.