Un bosque de alimentos crece con voluntarios europeos en Nigrán

Pedro Rodríguez Villar
Pedro Rodríguez NIGRÁN / LA VOZ

NIGRÁN

M.MORALEJO

Somos Terra compró una finca en desuso para crear un espacio vecinal

02 nov 2024 . Actualizado a las 01:55 h.

La parroquia de Priegue en Nigrán creció en una ladera que une la montaña con el mar. Hace años era un espacio rural, lleno de fincas en las que se trabajaba la tierra y vivían animales. Como en tantos otros lugares, el avance de la sociedad interrumpió esta conexión con la naturaleza. Las fincas se llenaron de maleza y las huertas se sustituyeron por pinos y eucaliptos para vender madera. Hoy, en una de aquellas parcelas, se vuelven a escuchar los golpes de los sachos en la tierra. En una colina, en la que hace poco más de un mes proliferaban los eucaliptos, Via y Alessandro trabajan quitando las raíces que sobrevivieron a los troncos. Ella de Budapest (Hungría) y él de un pequeño pueblo de la costa adriática de Italia. Llegaron a Nigrán para hacer crecer un futuro bosque de alimentos comunitario hace un mes, hoy ya tienen el callo en las manos de tanto sacho. Ellos lo llaman así. Tampoco saben como se dice en inglés. «I will work with the sacho», dice Via, entre risas.

Alessandro y Via son los dos primeros voluntarios que recibe la Cooperativa Somos Terra en su finca. La empresa, que crearon Raquel Gómez y Eva Quiroga en una incubadora de la Universidad de Vigo y a la que se unió Diana Muñoz más tarde, nació con el objetivo de ser un proyecto que ayude a divulgar la sostenibilidad y la idea de un mundo mejor a nivel local. Son las encargadas de las huertas municipales del Concello de Nigrán y gestionan el voluntariado de Axentes do Cambio de la UVigo entre otras tareas, pero esta huerta es un «sueño» que esperan que, «nunca mejor dicho», empiece a dar sus frutos.

Quieren convertir la finca en un bosque de alimentos autosuficiente, es decir, que sobreviva y crezca con la menor interacción humana posible. Estará construido en varias capas, una de bosque autóctono con muchas especies frutales, otra con una huerta comunitaria y una última dedicada a actividades y donde, «si todo va bien», también se podrán organizar acampadas y eventos. En la parte baja de la finca fluye un regato, creemos que es el «río Prado», explican Raquel y Diana. Estos días, después de tanta lluvia, baja con fuerza e inunda zonas de la parcela. Su idea es aprovechar su agua para dar de beber al bosque y su sueño es poder crear una pequeña piscina natural para que la puedan disfrutar los niños. «Porque sí, queremos que este bosque también sea de todos los vecinos». Su idea es que las personas de Nigrán y comarca puedan pasar el día en su bosque y, «por qué no», también aprovechar los alimentos para comer con productos de proximidad.

«Via y Alessandro son los primeros voluntarios, pero nuestra idea es que cada año vengan más», explica Raquel. Han conseguido que Somos Terra sea parte de la red europea de voluntariado joven. «Queremos que nuestra idea de sostenibilidad, de conexión con la tierra y de apuesta por lo local viaje a otros lugares», indica. Además, Via y Alessandro también traen sus ideas y formas de trabajo propias de sus culturas. «Aprendemos mucho con ellos a su lado», destaca Raquel.

Via es la primera vez que trabaja en el sector rural. Ella es socióloga y vino a Nigrán «quemada» por el ritmo de trabajo y de vida de Budapest. «Necesitaba encontrarme y aprender cosas nuevas», cuenta. Se dio un año para ella. «Este sitio me encanta, pero me está costando un poco hacer amigos y encontrar actividades. El transporte público aquí no ayuda nada», cuenta, mientras trabaja en la finca. Alessandro coincide con ella. Él estudió Ciencias Naturales y eligió el bosque de alimentos de Nigrán porque «me encantaría crear un proyecto similar en Italia». Está aprovechando para aprender y disfrutar «de una naturaleza que es una pasada. Aquí todo crece muy bien y me encanta la mezcla que hay entre mar y montaña», destaca.

Raquel y Diana recuerdan que este proyecto es un «esfuerzo bastante grande». Acaban de abrir un «crowdfunding» para conseguir fondos y seguir haciendo crecer el bosque. «Toda ayuda es buena. Nuestro sueño es que esto sea de todos», insisten.