«Con 18 años levanté mi granja vendiendo huevos para incubar en plena pandemia»

Monica Torres
mónica torres NIGRÁN / LA VOZ

GANADERÍA

El joven de Nigrán Miguel Simoes vende para consumo 140 docenas al mes de ocho razas distintas de gallinas

20 mar 2025 . Actualizado a las 13:11 h.

A Miguel Simoes la pandemia le sorprendió con 18 años y el bachillerato recién terminado. Sin un plan claro y confinado en casa, fue su abuela Áurea, antigua tratante de ganado, quien le dio la inspiración. Lo que empezó casi como una broma terminó convirtiéndose en un desafío: reconstruir, con sus propias manos, la nave que llevaba dos décadas en desuso en Nigrán. «Estaba muy deteriorada, pero me puse manos a la obra porque nunca dudé de mi vocación de granjero. Dediqué los dos años del covid a montar la granja que quise desde pequeño porque es mi proyecto de vida», explica este emprendedor que ahora, además, es ingeniero agrónomo y estudia un máster para completar sus estudios.

Nigranja está ubicada en el lugar de Tarela y sigue una filosofía de producción totalmente natural. Son huevos de la granja al plato, con una alimentación basada exclusivamente en hierbas y cereales, sin piensos industriales. Miguel desmanteló y reconstruyó la nave de 200 metros cuadrados, haciendo de herrero, carpintero y albañil para adaptarla a la cría avícola. «Mis padres me apoyaron para empezar, pero después ya iba arreglando a medida que iba haciendo dinero con la venta de huevos para incubar».

«En plena pandemia ya vendía un millar al año a toda España. Llegué a todas las provincias, pero sobre todo pedían desde Andalucía», cuenta. La demanda dio un bajón en el 2023: «Con el fin del confinamiento, muchos padres que habían criado pollitos con sus hijos dejaron de comprar. Además, la guerra de Ucrania, la subida del precio del cereal y las normativas burocráticas echaron para atrás a muchos». Aún comercializa para incubar los de la raza Gigante de Jersey, que es una de las más grandes del mundo».

Miguel se centró entonces en la producción de huevos para consumo y el trabajo dio sus frutos. «Solo tengo 150 gallinas porque es el límite para una granja artesanal, que es lo que distingue a la mía y sigue la estela de las de mis abuelos. Vendo unos 420 huevos a la semana, pero podrían ser 10.000 porque a diario me llaman hasta 15 clientes nuevos a los que le tengo que decir que no tengo», confiesa. Su producción varía según la época del año, ya que al ser una granja artesanal el clima influye directamente. «Depende mucho del frío en invierno o del estrés del calor en verano», explica.

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Aunque no es suficiente para vivir de ello, Miguel no tiene dudas sobre su futuro: «Lo que me da aún no da para vivir, pero sí para mantener a las gallinas y la granja. Mi idea es vivir de esto porque es lo que me gusta y creo que tiene futuro». Su visión está alineada con la tendencia creciente hacia el consumo responsable. «Cada vez la gente está más concienciada de la importancia y valor de lo que se come, la mentalidad ha cambiado y la gente apuesta por el comercio de kilómetro cero y que sus gallinas no coman piensos», dice con entusiasmo.

Agradece especialmente el respaldo de su familia: «Mis padres se encargan de todo entre semana cuando estoy en Lugo en la Universidad». Su abuela Áurea sigue siendo su gran mentora. «Ha sido mi guía y sigue yendo todos los días a la nave a supervisar que todo esté bien», señala.

El joven granjero no se detiene aquí. Tiene grandes planes para su explotación de la mano de su pareja, Patricia, «que es mi gran apoyo». Aunque no quiere revelar demasiado, deja caer que le «encantan los animales y los niños», lo que podría indicar un futuro ligado a la educación ambiental y la creación de una granja escuela en San Fiz

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Mientras tanto, Miguel sigue con su producción artesanal. «Cada huevera es una paleta de colores», asegura. Comercializa sin intermediarios hasta ocho razas: Gallina de Mos, Rhode Island Red, Eghorn, Isa Brown, Sussex, Kabir, Shaver Black y Olive Egger. En su finca conviven con cabras, pavos, conejos y patos, reflejo de su amor incondicional por los animales. Desde su infancia, su pasión no ha cambiado y todo indica que el futuro seguirá lleno de plumas, huevos y sueños conquistados con mucho tesón.