Una colina de Nigrán en la que se colgó a dos ladrones que robaron a la iglesia

Pedro Rodríguez Villar
pedro rodríguez NIGRÁN / LA VOZ

NIGRÁN

Oscar Vázquez

Juan Vázquez recuerda la historia que esconde el Outeiro dos Enforcados

23 abr 2025 . Actualizado a las 01:04 h.

La toponimia no suele mentir. Una colina, un regato, unas piedras o una playa tienen un nombre que habitualmente da pistas de su historia, de algún hecho concreto que ocurrió allí y, también, de los cuentos que se esconden en el territorio. «Aquí todo ten nome», dice Juan Vázquez cuando camina por un sendero entre Chandebrito y Camos, ambas parroquias de Nigrán. Él es de las pocas personas del municipio que recuerda cómo se llama cada lugar de esos montes. «Mira, alí está o Outeiro Gañador e aí O Rapadouro», señala.

Se para en uno en concreto. «Ese é o Outeiro dos Enforcados», dice. Es un nombre que, de nuevo, da una pista de la historia que se esconde tras su topónimo. «Efectivamante, alí aforcaron a dous homes», continúa.

El lugar que describe Juan Vázquez, que también es comunero de la comunidad de montes de Camos, se encuentra bajo O Monte de Sanomedio. Allí, hace no tanto, había una pequeña capilla. «Contoume o meu avó que un día agarraron no lugar a dous ladróns roubando na capela», cuenta Juan. No debía de ser la primera vez que pasaba y los vecinos de Nigrán quisieron marcar un precedente con ellos. «Leváronos ata o Outeiro da Grade», una colina que se alza cerca del Outeiro dos Enforcados, «e dende alí os levaron a rastras polo chan ata o lugar onde os ían matar. Unha vez no alto do outeiro, colgáronos», continúa. Allí arriba, en un tiempo en el que casi no había arbolado porque todas las fincas se destinaban al cultivo, los dos ladrones ajusticiados quedaban a la vista de todo el mundo. Era un mensaje.

La historia del Outeiro dos Enforcados se la contó a Juan su abuelo, que, a su vez, la había conocido gracias a su bisabuelo. Muchas de las historias que guarda se las debe a ellos y, también, a su abuela. Con ellos pasaba muchas horas por allí cuando era pequeño. «O meu avó chegou a ser gardabosques desta zona e tiña que ir durmir a unha caseta que había no alto de Sanomedio», recuerda Juan. Aquellas caminatas daban para muchas historias. «Tamén traballou de zapateiro e, claro, pasaba moito tempo falando coa xente. Así que coñecía unha chea de contos, lendas e outras historias», recuerda Juan.

Durante el paseo por los montes de Camos, el comunero para varias veces para recordar historias y nombres. Cerca de allí, recuerda, «están o fogar de As Micas do Outeiro da Pena», una pequeña colina donde se decía que una moura, un personaje mágico que en la tradición oral de Galicia se solía relacionar con mujeres jóvenes de gran belleza, largas melenas y pieles pálidas, escondía un tesoro.

«Eu creo que a lenda do Outeiro dos Enforcados tamén ten que ver cos marcos das parroquias», cuenta Juan. Allí los movieron mucho. Aquella zona podía ser de Camos o Chandebrito. De hecho, hay otras tantas leyendas que recuerdan el origen de dichas fronteras. «O que si é certo é que coas pedras da capela de Sanomedio construíron a de San Roque de Camos», explica Juan. Puede que los vecinos de Nigrán no quisieran poner en peligro una capilla que consideraban suya. Hoy, en el alto, todavía se pueden distinguir los cimientos de aquella capilla en la que entraron dos ladrones.