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Víctimas de la venta de Faurecia a un fondo de inversión: «Nos han enterrado a cien trabajadores en 18 meses»

Alejandra Pascual Santiago
alejandra pascual O PORRIÑO / LA VOZ

O PORRIÑO

Protesta en Faurecia por el cierre de la fábrica en O Porriño
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Óscar Vázquez

La multinacional vendió por un euro su filial en O Porriño a una compañía alemana y ahora se enfrenta a concurso de acreedores. La plantilla tiene 50 años de media

21 sep 2023 . Actualizado a las 02:20 h.

«Todo ha sido surrealista», lamenta un centenar de trabajadores ante las puertas de la antigua filial Faurecia en O Porriño. La empresa, que ahora se llama Maderas Fiber Technologies y trabaja para la industria de la automoción, enfila el cierre después de que su último propietario presentara el concurso de acreedores la semana pasada. Hay un centenar de empleados afectados y se han movilizado esta mañana en la planta del polígono de As Gándaras. Otros profesionales del sector han acudido a respaldar a esta plantilla, de 50 años de media. Reclaman apoyo a las administraciones porque dan por hecho que quienes los llevaron a esta situación no atenderán ahora sus protestas. «Faurecia solución!», reclaman. La multinacional francesa vendió la planta porriñesa el año pasado, pero sigue siendo el principal cliente de este negocio. «Nos han enterrado en 18 meses».

El centenar de trabajadores afectados ha vivido un culebrón empresarial desde el año pasado. En enero del 2022, se hizo efectiva la venta de la fábrica de O Porriño por parte del grupo Faurecia al fondo de inversión alemán Callista Private Equity. «Aseguraron que traían un plan industrial para nós, pero non houbo cambios de ningún tipo. Non houbo nada. Aínda seguimos coa mesa ropa de traballo, que é a de Faurecia», Rubén Valeiras, que ocupó el cargo de presidente del comité hasta marzo. La multinacional francesa vendió el negocio por 1 euro, «e unha inxección de capital por parte de Faurecia de case 3 millóns de euros», indica el nuevo representante de los trabajadores, Leonardo Suárez. «A realidade que puidemos comprobar foi que nunca investiron nada para afianzar un plan industrial. Máis ben o contrario: adicáronse a descapitalizar a fábrica», añade sobre la estrategia que siguió el fondo de inversión.

Segunda maniobra

En julio del 2022, seis meses después de aterrizar en O Porriño, el fondo de inversión decidió vender los terrenos situados en uno de los polígonos industriales más importantes de Galicia a una sociedad que «creouse da nada», señala Valeiro. Se desprendieron de la unidad productiva de As Gándaras por 2,4 millones de euros, un valor que el comité considera bajo porque, según calculan, podrían haberse entregado «por 10 millóns de euros». «Despois desta venda, os principais directivos da planta, nomeados por Callista, abandonan o proxecto debido a falta de expectativas no mesmo», relatan. 

En todo momento, el centenar de trabajadores en O Porriño tenía carga de trabajo ya que Faurecia se despidió de esta filial con proyectos que durarían dos años (aproximadamente hasta enero del 2024). La multinacional francesa era el principal cliente de esta fábrica. En concreto, son 103 los empleados afectados por la situación. Se han dedicado a la producción de componentes para vehículos con fibra de madera.

Nuevo cambio de propiedad

El fondo de inversión alemán se desentiende definitivamente de la antigua filial de Faurecia en febrero del 2023, cuando «cede os seus activos por 3.600 euros a unha empresa rummana xestionada por Rüdiger Wisser». Este último propietario, «deixa claro dende o primeiro momento que non vai investir nin ten interese en xestionar a actividade», apunta Leonardo Suárez. El comité coincide en que su pretensión pasaba por «procurar un novo comprador para levar a planta ao peche», indica. Wisser, que tan solo se presentó en O Porriño en dos ocasiones, según fuentes de la plantilla, solicitó la semana pasada el concurso de acreedores

Oscar Vázquez

Ahora

Han pasado 18 meses desde que el fondo de inversión alemán Callista desembarcó en el polígono de As Gándaras. Y ahora reclaman la intervención de todas las administraciones ya que «apostamos pola continuidade da planta e os seus postos de traballo». Buena parte de la fabricación de Faurecia se entrega a la producción de vehículos en diferentes plantas de Stellantis. La plantilla exige que se mantengan sus puestos de trabajo al Igape, la Xunta de Galicia, la Consellería de Economía y al ayuntamiento de O Porriño. «Se as administracións e a xustiza permiten esta maniobra, na que unha multinacional poida pechar un centro de traballo dunha forma tan sinxela, como vendelos por un euro a un tercerio insolvente, pode acontencer en calquera auxiliar da automoción».