Abel y Lupe, 72 años casados... y felices

Monica Torres
mónica torres OIA / LA VOZ

OIA

cedida

«Sempre fun bo e nunca tivemos discordias», dice este oiense de 100 años

01 sep 2021 . Actualizado a las 18:41 h.

«Agora é outra moda. Arrímanse e, cando non están ben arrimados, cada un marcha para onde quere. Iso, bonito non é», afirma Abel Diego Acevedo. Habla con conocimiento de causa porque, además de cumplir cien años, se casó hace 72 con Guadalupe Giráldez González. Son el matrimonio más veterano del municipio de Oia. Su alcaldesa, Cristina Correa, les felicitó ayer en nombre de todos los vecinos y el homenajeado hizo gala de una vitalidad, memoria y humor que parecen explicar su buena salud.

Esta pareja, con 2 hijos, 5 nietos y 3 bisnietos, recuerda perfectamente el momento exacto en el que sus vidas se cruzaron hace 76 años. «Foi nunha festiña de Reis en Refoxos. Pareceume guapa e axeitadiña pero dixo que non podía ennoviar comigo porque tiña 17 anos e o pai non lle ía deixar», explica Abel ante la mirada complaciente de Guadalupe. El futuro inminente del pretendiente hizo que la joven cambiara de opinión en minutos. «Díxenlle que eu ía marchar á telleira e que non ía volver en medio ano. Ah, entón si, porque cando veñas xa terei eu os 18 anos», contestoume.

El de Guadalupe y Abel fue amor a primera vista y para toda la vida, «porque traballabamos moito e entendiámonos ben». Palabras como crisis o distanciamiento no aparecen en su discurso y la complicidad que desbordan mientras relatan su trayectoria no se puede obviar. «Eu sempre fun bo e levámonos sempre ben. Temos setenta e tantos anos xuntos e nunca tivemos discordias», asegura esta flamante pareja de Oia a tan solo tres años de poder celebrar sus bodas de brillantes.

Trabajo

Abel Diego Acevedo trabajó desde joven en distintos sectores. Eran once hermanos y a todos los tocaba colaborar para que la familia, natural de la parroquia de Loureza, saliera adelante. Estuvo en los astilleros guardeses de A Pasaxe, en las telleiras y también haciendo palleiros. Recuerda que fue el primero de la zona en tener un tractor con arado y que la novedad fue tal que los vecinos dejaron de usar las vacas para arar porque preferían llamarlo a él.

No olvida tampoco su primera bicicleta ni los desvelos que pasó, tanto para poder comprarla como para disfrutarla. Explicó que cuando por fin trabajó y ahorró lo suficiente para comprala, «tiven que deixala aparcada na casa dun familiar de Loureza porque aínda non había a estrada que vai a Burgueira». «Tardaron sete anos en facer esta estrada porque a fixeron a pico e pa, Non como agora que meten as pas metálicas e as fan máis rápido», lembra.

Después de una vida de trabajo esfuerzo y sacrificio, asegura que de lo que más disfruta es de poder aprovechar los días de buen tiempo, «aínda que con moderación», en su querida Oia. «Gústame estar ó sol e, se me quenta moito, vou para a sombra. Xa traballei bastante, que a min tocoume ben», destaca Abel, rodeado de amigos y familiares.