Las dos brujas de Salvaterra de Miño y el secreto de un castro de grandes piedras

SALVATERRA DE MIÑO

Brenda Domínguez cuenta la leyenda del guardián de los Penedos dos Mouros
04 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Brenda Domínguez se crio a los pies del castro de Penedos dos Mouros en la parroquia de Soutolobre (Salvaterra de Miño). Creció escuchando historias mágicas del lugar donde jugaba de niña. Las tiene grabadas en la memoria. En un paseo por el lugar se detiene varias veces para contar las historias asociadas al hogar de los habitantes de Soutolobre antes de la llegada del Imperio Romano. En lo alto del lugar, un grupo de grandes piedras forman un gran refugio en el que se esconden muchos secretos. Se llega a través de un sendero señalizado con indicadores hechos en madera que colocaron en la asociación Terra Grovii, que Brenda y otros jóvenes de Salvaterra do Miño crearon para revalorizar su castro de Penedos dos Mouros.
La entrada al refugio bajo las piedras es estrecha. Está flanqueada por dos grandes piedras que parecen colocadas a conciencia. El corte es casi vertical y en el sendero no caben más de dos personas cogidas de la mano. «Aquí se decía que pasaban cosas muy extrañas», recuerda Brenda. Los vecinos de Soutolobre y Lourido, las parroquias entre las que linda el castro, contaban, por ejemplo, «que cuando venían al lugar con las ovejas y se refugiaban bajo los Penedos dos Mouros las que estaban embarazadas desaparecían. Relataban que después de buscarlas las solían encontrar en una cueva que hay en la ladera del castro», continúa Brenda.
Hartos de estos fenómenos, los vecinos de Lourido decidieron contactar con una bruja de la zona para que fuera a investigar qué pasaba. Ella aceptó, pero con una no les valía. «Contactaron con una bruja más para que también fuera y no informaron a ninguna de la existencia de la otra», continúa Brenda. Los vecinos las llevaron por separado y en días diferentes a la zona. Cuidaron los detalles para que el recorrido fuera el mismo para ambas y, finalmente, «las dos brujas coincidieron que había un guardián en el castro que se encontraba en la entrada de los Penedos dos Mouros y que era el causante de estos fenómenos», cuenta Brenda. También concluían que era un hombre alto, rubio, con bigote y ojos azules que «nos encaja con esa imagen que tenemos de los antiguos castrexos».

La leyenda se queda ahí. Brenda la aprendió de su tío José Lameiro ya sin un final claro. La toponimia del lugar puede dar una pista. Los mouros son en la tradición oral de Galicia los seres mitológicos que construyeron las mámoas, los castros o las minas romanas y, en otros tantos relatos, también son guardianes de grandes tesoros. «Aquí también se decía que había uno», recuerda Brenda.
En la asociación Terra Grovii, que crearon hace poco más de un año, se encargan de transmitir estas leyendas para que no se pierdan a través de rutas guiadas que organizan a lo largo del año. «La siguiente será en junio e iremos informando en nuestras redes sociales», explica Brenda. Ellos también se encargan de limpiar los caminos y de proteger un lugar que pertenece a varios pequeños propietarios. «Dedicamos mucho tiempo a buscar a quien pertenecían estas parcelas para pedirles permiso para limpiarlas», explica. Hoy, los Penedos das Mouros, que ya ardieron en la ola de incendios del 2017, están rodeados de acacias y eucaliptos que crecen sin control. «Hay más que antes del fuego», avisa Brenda.