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La cabra de Tomiño supera una arriesgada una operación gracias a la solidaridad
15 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.La empatía y solidaridad de 335 personas permitirá que Borbón pueda celebrar en unos días su primer cumpleaños. Lo han hecho posible respaldando la contrarreloj que puso en marcha el refugio La isla de Tali para hacer frente a la operación a la que se debía someter la protagonista de esta aventura con final feliz. Borbón es una cabritilla huérfana de nacimiento con parálisis cerebral y una grave malformación congénita que rescataron en Tomiño. Bajo la consigna «el amor no entiende de especies», la activista miñorana Natalia Rodríguez pidió ayuda para costear su operación y la respuesta evidencia que la solidaridad tampoco entiende de fronteras.
«Estoy sumamente orgullosa del apoyo que tuve desde el primer momento. Nunca me vi en una situación así y, cuando pedí ayuda, no dudaron en dármela». Esas 335 personas, «la mayoría de Vigo y O Val Miñor, pero también del resto de España y de otros países desde donde nos siguen como Argentina», han financiado los gastos médicos de Borbón en la clínica Puchol. Fueron los profesionales de este centro de Madrid quienes llevaron a cabo la operación para liberar la médula espinal de Borbón gracias a un implante diseñado específicamente para ella por la empresa Beta Implants de O Porriño y 335 seguidores de la Isla de Tali los que sumaron en diez días los 4.000 euros de un tratamiento médico tan arriesgado como improbable. La operación era muy compleja, pero la mayor factura era la de haber nacido cabra. «Me llegaron a decir que el precio de una cabra no era proporcional al coste de las pruebas o de la operación», recuerda Natalia indignada. La joven, para la que «no hay animales de segunda clase», consiguió convencer a los profesionales de que Borbón se merecía una oportunidad y acertó porque no solo ha superado la operación sino que ayer comenzó su rehabilitación en el hospital universitario UAX, también en Madrid.
Estuvo internada más de una semana, pero ahora descansa ya con otra familia interespecie porque parece que la vocación por volcarse con las causas perdidas de Natalia Rodríguez le viene de familia. Ambos están pasando la convalecencia en la casa de su prima Carol que su marido y sus hijos comparten con dos tortugas, un hámster, una perra y una gata que llegaron a la capital desde la isla del estuario del Miñor. Su hogar se ha convertido ahora en el centro de operaciones de la campaña de Borbón. «En casa he de hacerle rehabilitación varias veces al día, curas y quitarle el aire del estómago para que no derive en timpanismo y morir», explica Tali. Los viajes al hospital y la rehabilitación son seguidos también así, ya que han de cuadrar agenda entre todos por trabajo y estudios. Tali es integradora social, estudia en Madrid Educación Social y ayuda a adolescentes con trastornos de conducta. Carol participa en los proyectos Hambre cero y Un domingo solidario.
Si todo va bien, Borbón podrá regresara Nigrán a principios de junio. Hasta entonces, «ha de hacer una rehabilitación intensiva que incluye medicina china, electroestimulación o terapia con láser», además de las revisiones en el hospital. El carácter del animal no ha cambiado. «Tiene muchas ganas de vivir», insiste Tali y sus veterinarias gallegas de referencia, que son Antía y Vanesa, están al tanto de todo el proceso para preparar su regreso. Realmente, son unas 35.000 personas las que comparten el día a día de Borbón porque Natalia mantiene a sus seguidores al tanto de todos los pasos de esta odisea a través de las redes sociales. Todos ellos son también «imprescindibles», recuerda, para que la familia interespecie más variopinta de toda Galicia pueda llegar a fin de mes.
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Ahora mismo comparten refugio 150 bocas que hay que alimentar a diario y afrontan unos gastos médicos que no financia la Seguridad Social. «Imposible también sin los voluntarios, colaboradores y nuestros seguidores de las redes sociales», advierte Tali. Tienen, además, un variado merchandising con el que se puede colaborar con el proyecto de vida que comparte gracias también al respaldo que le brindan sus padres.