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Recetas para alimentar emociones

Soledad Antón soledad.anton@lavoz.es

TUI

18 ene 2008 . Actualizado a las 11:53 h.

Que no todo va a ser poner a punto los músculos, incluido el del corazón. También hay que cuidar las neuronas, las meninges o el encéfalo; en definitiva, el cerebro y todo lo que eso conlleva. Después de la lección que sobre el particular ofreció ayer Javier Akerman ya no hay disculpa.

El veterano naturópata vigués (mantiene consulta abierta desde 1979) presentó su Cocina para sanar las emociones, (Ediciones Cydonia) libro en el que cuenta la importancia que tienen los alimentos en aspectos tan variados como la memoria, la ansiedad, la depresión, el apetito sexual o el humor.

Explicaba ayer Akerman que ya es hora de que se divulgue no solo cómo influyen según qué grasas en la tasa de colesterol, o el consumo de sal en personas hipertensas. «Son muchas las investigaciones que demuestran que también hay alimentos buenos y malos para el cerebro», sostiene. Y para potenciar o erradicar, según interese, distintos estados de ánimo.

Ante un atento auditorio subrayó, por ejemplo, que nada como los carbohidratos (cereales o pastas integrales a poder ser) para combatir la ansiedad. Precisamente su efecto ansiolítico es lo que los hace inadecuados al mediodía si hemos de enfrentarnos a una jornada de tarde agitada, a un examen o similar.

Si lo que queremos es garantizarnos una buena memoria, nada de rabos de pasas -«eso es una leyenda urbana»- y mayor generosidad con el pavo y el atún, amén de arándanos y fresas. Akerman echa mano de rigurosos estudios para recalcar que está demostrado que las fresas incrementan la capacidad de aprendizaje. Pensar que hay tantos estudiantes dedicando horas y más horas cada curso al arte de la chuleta cuando un puñado de fresas (y una lectura detenida de la materia) hacen el mismo efecto...

También la huerta ofrece aliados contra la depresión. El plátano, el melocotón y las nueces son algunos de los más recomendables.

Como no todo iban a ser pinceladas generales, Javier Akerman bajó a lo concreto ofreciendo un puñado de recetas. Los asistentes copiaban o no los ingredientes en función de sus gustos o necesidades. Dos fueron las que más adeptos parece que sumaron: amor de frambuesa y viagra de frutos secos. La primera calma la ansiedad y favorece el buen humor, y la segunda... Sí, es estimulante. Por si tienen urgencia de estar bienhumorados o estimulados (o ambas cosas a la vez) se las transcribo:

Para el amor de frambuesa se precisan 800 gramos de frambuesas picadas, medio bote de leche condensada, un cuarto de taza de zumo de limón y 125 gramos de queso cremoso. Hay que batirlo todo muy bien y verterlo en copas que no se sacarán de la nevera hasta el momento de servir.

No mucho más complicado es el viagra de frutos secos: tres docenas de dátiles deshuesados, seis cucharadas de nata líquida, 25 gramos de pistachos, otros tantos de nueces y 25 más de piñones tostados, una cucharada sopera de jengibre rallado, dos cucharadas de agua de azahar y 30 gramos de semillas de sésamo. Se machacan en un mortero todos los frutos secos y se les agrega el resto de los ingredientes salvo el sésamo. Se van formado bolas del tamaño de una avellana que se pasan por el sésamo. Se guardan en un recipiente con tapa en la nevera y se van consumiendo a los poquitos. Cuatro o seis al día, porque aunque no tienen efectos secundarios tampoco es cosa de atiborrarse.

Observando el interés con el que los asistentes seguían la intervención de Akerman, doy por hecho que tendrá garantizado el lleno en el próximo libro, que verá la luz en abril. Sexo... ¡Naturalmente! se va a llamar. Además de un apartado gastronómico, habrá un listado de técnicas y... En fin, un completo manual de sexología práctica. Tanto en un caso como en otro donará los derechos de autor a distintos fines solidarios.

La suya, en la que pasaron aquellos estupendos años infantiles. Los padres de la idea fueron José Nogueira y Clara Torres. Los dos pertenecen a la estupenda cosecha del 42 y los dos compartieron escuela en su Areas natal. «¿Y si volviéramos a juntarnos después de tantos años?», preguntó José. «Ya estamos tardando mucho en ponernos manos a la obra», contestó Clara.

El caso es que mañana van a reunirse más de medio centenar de niños y niñas (lo que cuenta es el espíritu) nacidos entre los años 1940 y 1945. Será en una cena en la que se anuncian sorpresas.

Me cuenta la activa Clara Torres (no hay sarao lúdico-cultural en Tui en el que no esté esta mujer) que han puesto una serie de normas que se resumen en una: Esta prohibido hablar de enfermedades o de cosas tristes. «Es un acto de homenaje a nosotros mismos y, de paso, de reafirmación de que cualquier tiempo pasado fue anterior, pero que el mejor siempre es el presente y que tenemos una edad para disfrutar de muchas cosas». Se puede decir más alto pero no más claro. Ha prometido contarme la cita con pelos y señales. Espero la llamada. Pescados y mariscos de la ría para Nouvel. Son las señas de identidad de El Mosquito, así es que después de ver al arquitecto entrar en el restaurante, blanco y en botella. Con su proyecto de torre sobre la ría no todos están de acuerdo, pero a sus gustos gastronómicos no se les puede poner tacha.