Es sabido que Vigo tiene su Manhattan en Toralla, la isla de los rascacielos. Y que el antes conflictivo barrio de Bichita fue así bautizado en homenaje a Wichita, ciudad sin ley, western ambientado en esta localidad de Kansas, que se estrenó en el cine Palermo en la época en la que Teis, como Coia o A Ferrería, eran castigados por la delincuencia y la droga. Siguiendo con la geografía americana local, tenemos también nuestro Washington en el antiguo municipio de Lavadores, que en inglés diríamos Washing Town. Aunque aquí, en lugar de D.C., que es el Distrito de Columbia, es más bien S.C., siglas de Santa Cristina, la patrona.
Hoy sábado, se cumplen 70 años de la anexión a Vigo del que fue municipio independiente. La sesión plenaria celebrada el 16 de abril de 1941 finiquitó el antiguo Concello de Lavadores, en lo que algunos quisieron ver un castigo por su levantamiento contra el golpe de 1936. Aunque la realidad invita a pensar que ambos ayuntamientos estaban condenados a unirse, pues eran un continuum urbano, pese a que se pagase portazgo por entrar leche y otros productos del campo hacia la ciudad.
Para conmemorar la efeméride, la Asociación Veciñal e Cultural de Lavadores inaugura hoy una exposición de antiguas fotografías. La muestra recoge imágenes cedidas por los propios vecinos, junto a otras extraídas del Arquivo Pacheco. El recorrido visual nos muestra a las antiguas lavanderas, arrodilladas junto a estrechos regatos o aclarando la ropa en los lavaderos públicos. Muchas de estas mujeres hacían el trabajo para familias acomodadas tanto de Lavadores como de Vigo. Y, pese a la dureza de la labor, es indudable que esta actividad les permitía obtener ingresos económicos por su propia cuenta. Lavanderas, sin embargo, existían en toda Galicia.
Pero hay otra foto significativa en la exposición: La salida de los obreros de la factoría Álvarez. Aquí vemos, aun entre una legión de hombres, a muchas mujeres. Se trataba de personas que cobraban una nómina (probablemente menor que la de sus compañeros) y que se incorporaban plenamente al trabajo, con la consiguiente independencia económica.Soy de los que creen que esto es un rasgo de modernidad propio de Vigo, cuya industria facilitó que la mujer pudiese incorporarse masivamente al trabajo remunerado, también en el sector conservero, por ejemplo. Vigo, antes que otras, fue una ciudad de obreras. Y, aunque su marginación se mantuvo, aquí se produjo al menos ese primer paso hacia la emancipación.Ojalá sirva también la exposición como homenaje a las mujeres trabajadoras, obreras y lavandeiras del viejo municipio de Washing Town.
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