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Un barrio urbano que no sabe qué es eso de las humanizaciones

alejandro martínez O PORRIÑO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

<span lang= es-es >Suciedad</span>. Los vecinos lamentan que algunos propietarios no limpian sus fincas y contribuyen a dar una imagen de abandono en el barrio.
Suciedad. Los vecinos lamentan que algunos propietarios no limpian sus fincas y contribuyen a dar una imagen de abandono en el barrio.

Los vecinos de las calles adyacentes a la Travesía de Vigo sufren aceras de un metro y sin reparar, pese a las promesas

11 dic 2015 . Actualizado a las 09:25 h.

A un paso de la Travesía de Vigo y de Jenaro de la Fuente hay un conjunto de calles en las que el progreso no parece haber llegado. Nada ha cambiado durante las dos últimas décadas en el paisaje urbano de las avenidas Numancia, Sevilla, Cataluña, Asturias y Extremadura. Mientras otras áreas del centro urbano se han ido transformando con el tiempo para ser más habitables, aquí permanecen intactos los problemas que las hacen hostiles para los ciudadanos.

Quienes más las padecen son los peatones. Las aceras son tan estrechas que resulta imposible que dos personas se crucen en un mismo punto sin que una de ellas tenga que echarse a la carretera para dejar paso. Además muchos tramos se encuentran en muy mal estado y ofrecen una imagen de abandono y de falta de mantenimiento. En otros, sencillamente no hay aceras, lo que obliga a los peatones a abrir bien los ojos y a extremar todas las precauciones para no sufrir ningún percance. El tramo de acera que hace esquina entre las calles Asturias y Numancia se encuentra completamente destrozado. Si alguien camina con un carrito por este lugar, obligatoriamente tendrá que invadir la calzada para poder pasar.

En el barrio hay muchas personas mayores que ya no son tan ágiles y para quienes supone un riesgo atravesar este y otros puntos del barrio. Así lo corrobora Celeste Lario, que afirma que una vez tropezó y se cayó y se rompió un hueso. A sus 68 años de edad, anda con muletas y llegar hasta su casa desde la Travesía de Vigo supone muchas dificultades. Ella es especialmente crítica con algunos conductores. Muchos tramos están delimitados por líneas amarillas que señalan la prohibición del establecimiento. Sin embargo, hay usuarios que aparcan donde no deben, bloqueando los espacios peatonales y los accesos a las viviendas. «A veces llamamos a la policía, pero no retiran los vehículos» afirman.

Los servicios básicos también se encuentran obsoletos. En la calle Extremadura, por ejemplo, se observa el asfalto parcheado por todas las veces que la empresa concesionaria ha tenido que abrir el firme para arreglar la rotura de algún colector. «La calle está desastrosa, el Ayuntamiento debería renovar completamente las tuberías de agua y volver a asfaltar», señala Pilar, una vecina de esta calle. «Llevo 45 años viviendo aquí y en mi vida vi colocar una tubería», protesta también Julio Rodríguez, residente en la calle Asturias, que concluye que «somos un barrio rural en pleno centro de la ciudad».

Otro de los aspectos que también preocupa a los ciudadanos es la falta de limpieza de muchas fincas particulares. Las silvas crecen sin control. Por ejemplo, al inicio de la calle Extremadura o en varios puntos de la calle Asturias, donde los vecinos reclaman un mayor intervención del Ayuntamiento para eliminar focos de suciedad.

«Nosotros esperamos como agua de mayo que lleguen las humanizaciones que se han hecho en otros lugares», afirma Julio Sánchez, que cree que posiblemente la falta de inversiones para mejorar estas avenidas ha hecho que no haya experimentado un gran desarrollo comercial y que muchos negocios se encuentren cerrados.

Pero no todo son quejas. Dolores Vidal, de 83 años, lleva toda su vida viviendo en la calle Numancia. Recuerda que antiguamente la zona era de tierra. «Ahora estoy encantada porque el barrendero pasa todos los días, tenemos contenedores y nos recogen la basura», afirma. Ser un lugar remoto en pleno casco urbano tiene para ella sus ventajas. «Aquí la vida es muy tranquila», afirma. Al final de la travesía de la calle Numancia, las vecinas sacan las sillas afuera, conversan, cuelgan la ropa, haciendo de la calle una extensión de sus propios hogares.