
Cuando un médico de urgencias dice a un paciente que se queda hospitalizado pasan cinco horas hasta lograr cama
02 jul 2017 . Actualizado a las 20:42 h.La espera es consustancial a las urgencias de todos los hospitales. Se espera por la primera consulta con la enfermera -el triaje-, se espera por la atención del médico, se espera por el especialista cuando el médico de urgencias no es suficiente, se espera por las pruebas diagnósticas, se espera también por el tratamiento y, si el paciente debe quedarse ingresado, se espera incluso a que haya una cama disponible.
Para la primera atención médica ya existen sistemas que miden la demora y que establecen prioridades según la urgencia y según la gravedad del paciente: a cada usuario se le asigna un color que le indica el tiempo aproximado que tardará en ser atendido. Pero ahora se mide también el tiempo que se tarda entre que un médico le dice a un paciente que debe quedarse ingresado y su ingreso efectivo.
«Actualmente estamos en cinco horas», asegura el gerente del área sanitaria de Vigo, Félix Rubial. Ese es el objetivo que ha fijado la dirección del Servizo Galego de Saúde (Sergas) para el Hospital Álvaro Cunqueiro. El año pasado eran seis horas y este año son cinco. Pero el propio gerente reconoce que el dato tiene algo de trampa. Porque es una media. Y se sabe que los niños apenas tienen espera. Su ingreso es prácticamente automático, en la mayoría de los casos. Y en matemáticas, siempre que se hace una media hay algo de trampa: si uno espera 0 horas otro tiene que esperar diez para que la media sea de cinco horas.
En Vigo hay 476 urgencias diarias. El 25 % son infantiles. La proporción sube hasta el 30 % si se incluye a las embarazadas, que no suelen tener problemas de camas. El promedio dice que 50 adultos se quedan ingresados cada día.
Por ello, Rubial admite también que «hai que revisar a espera máxima». Es algo de lo que habla también el plan estratégico, el documento elaborado por los profesionales que marca los objetivos del área sanitaria desde ahora hasta el 2021. Para el gerente, cinco horas de espera es un tiempo razonable: «Non creo que se poida baixar moito máis», dice. Sí se debe reducir al máximo, admite, cuando un enfermo está en una camilla, no en una cama. Algo que en urgencias no es para nada infrecuente. También asegura que ahora ya hay días que amanecen sin que ningún paciente esté pendiente de una cama.
Pero todo este complejo proceso no depende solo del personal de urgencias. Más bien, depende poco de estos profesionales. Porque para que un paciente espere poco tiempo debe tener una habitación disponible, que suele ser lo que lo no hay. Ya no se trata solo de que existan camas libres en el hospital, sino de que las haya en el servicio en el que debe ser ingresado el paciente y que la habitación esté preparada. Y no es lo mismo que el ingreso se determine a las 3.00 que a las 12.00. Por la noche se intentan evitar los desplazamientos, siempre que el paciente se sienta cómodo en una de las camas de urgencias.
Para todo ello, dice el gerente, hay un engranaje que pasa por planificar mejor todo el hospital: desde los pases de visita hasta las altas, pasando por la limpieza, el transporte, la definición de qué pacientes se hospitalizan en el Cunqueiro y cuáles en el Meixoeiro, etc.
La dirección no tiene claro si hacer obras para dotar a las emergencias de radiología
Cuando se abrió el Cunqueiro, muchos profesionales de urgencias protestaron porque no tenían las pruebas radiológicas cerca. Los equipos están en la otra punta del hospital. Cuando es necesario un tac, una placa, una resonancia o una ecografía, un celador tiene que trasladar al enfermo más de 300 metros. Y cualquiera de esas pruebas es frecuente en la atención urgente. Los profesionales pedían que se acercasen las pruebas radiológicas, al menos las radiografías convencionales, al corazón del servicio. La dirección admitió que se debía hacer y llegó a estudiar dos espacios dentro de urgencias en las que instalarlos. Pero ahora ya no está tan claro.
El gerente dice que ni la dirección ni el propio servicio médico tienen una posición clara. Rubial cree que los dos modelos tienen sus ventajas. Además, actualmente hay casi un centenar de celadores cuya función es mover a los pacientes. «Calquera dos dous modelos, coa radioloxía dentro ou fóra, paréceme ben, sempre e cando o paciente non o perciba», matiza. Pero no descarta las obras: «Se hai un posicionamento claro do servizo, farémolo». Sería necesario buscar financiación del Sergas. En todo caso, no podrá ser a corto plazo.