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El Concello dice que la colocación de pasamanos en el monte de Vigo requiere el visto bueno de Patrimonio
20 jul 2018 . Actualizado a las 17:21 h.En marzo del 2016 un vecino de Vigo se dirigía al Concello para advertirle del riesgo que suponía tener las escaleras del monte de O Castro sin pasamos, una obligación que debía de subsanar. Transcurridos más de dos años los 400 peldaños siguen al aire sin que se haya ejecutado ninguna actuación para evitar ese peligro. Los turistas se ven obligados a intentar todo tipo de piruetas para no dar con sus huesos en el suelo.
«Ya se ha caído mucha gente, porque bajan las escaleras mirando para la ría. Además lo visita mucha gente mayor. Por eso he insistido tanto, porque puede pasar algo grave y el Concello tendría que pagar una indemnización, que en realidad la pagaríamos todos los vigueses», indica José Manuel Tobío, el mismo vecino que gracias a su tozudez logró la medalla de oro del trabajo para las ostreras.
Ante la falta de respuesta de la administración local, el vecino se dirigió al Valedor do Cidadán a finales del pasado año, en concreto el 11 de diciembre. Este a su vez inició el proceso tres días después y solicitó un informe a la concejalía de Parques y Jardines sobre la situación. Tal como corresponde hacer, cada mes envió un recordatorio a ese departamento, en total seis.
Ahora, el responsable de Parques y Jardines, Ángel Rivas, ha explicado al Valedor que el tema depende de la Dirección Xeral de Patrimonio, que están en esa fase y que una vez que reciban el visto bueno de la Xunta, tendrán que estudiar el coste económico.
La respuesta no acaba de convencer al solicitante, cree que ya ha pasado tiempo suficiente desde que envió sus primeros escritos como para decidir algo. «Con esto pasa igual que con la placa en recuerdo de las ostreras en la calle donde las venden. La he pedido un ciento de veces y cada vez me dicen una cosa, como que van a hacer otra reforma. De esto ya hace tiempo y no se ha hecho nada, se murió otra ostrera y la placa sigue sin colocar».
Sobre el hecho de que la instalación de barandillas en O Castro requiera del visto bueno de Patrimonio, Tobío recuerda que en un lateral del monte se colocó en su día un pasamanos de madera.
Este no es el único caso, aunque sí el más flagrante, de solicitud de pasamanos en unas escaleras públicas. En la misma fecha que el escrito anterior se presentó en el Concello una solicitud en la que se pedía la colocación de barandillas, tanto en las escaleras interiores como en las externas de la Casa das Artes.
En octubre de ese mismo 2016 los arquitectos municipales elaboraron una «memoria justificativa de actuaciones previstas para la mejora de condiciones de accesibilidad y supresión de barreras arquitectónicas en el edificio de Casa das Artes». Esto dio lugar al proyecto de intervención correspondiente en noviembre del 2017 y, como las escaleras de O Castro, se encuentra a la espera del dictamen de la Dirección Xeral de Patrimonio, según el último comunicado del Valedor do Cidadán, quien ha requerido información sobre el tema en varias ocasiones.
El citado proyecto acomete la accesibilidad desde el exterior al interior del edificio para salvar las escaleras de la entrada principal. Sin embargo, el resto de elementos de accesibilidad del inmueble están sin determinar y valorar.
La orografía de la ciudad hace de las escaleras un servicio fundamental
Las escaleras de O Castro no son más que un ejemplo simbólico de las muchas que surcan la ciudad como consecuencia de la orografía. No muy lejos de las anteriores se encuentran las de la Subida ao Castelo, que comunican con la parte alta del Casco Vello.
Hasta las actuaciones más recientes, como la praza de O Berbés, enmarcada en el proyecto Abrir Vigo al Mar, han tenido que recurrir a gradas y escalinatas para salvar el desnivel. En este caso también fue necesario añadir con posterioridad barandillas para evitar que los turistas y oriundos se despeñaran.
Tampoco las iglesias se salvan de las escalinatas. La que más complicado lo tiene es la Soledad, muy próxima a O Castro, y en la que encontrar una solución para salvar el desnivel resulta muy complicado. En otras, como Santiago de Vigo, existe un acceso lateral que permite librarse de las escaleras.
La mayoría de las actuaciones requieren de la intervención de la Dirección Xeral de Patrimonio por afectar a un bien de interés cultural o por otros motivos, como situarse sobre restos arqueológicos. Es el caso de las escaleras mecánicas de la Porta do Sol, cuya construcción se vio interrumpida en dos ocasiones. Lo mismo ha sucedido con el ascensor que se lleva a cabo entre las calles Pi y Margall y Torrecedeira, en un lateral del parque Camilo José Cela. Requirió luz verde del organismo de la Consellería de Cultura para la ejecución de sondeos arqueológicos con el correspondiente informe valorativo de la intervención. El beneplácito de Patrimonio es imprescindible para evitar destrozos.