El pantoque es esa parte de un barco ignota para cualquiera que no sepa navegar. Es la estructura casi plana del casco de un buque que forma su fondo junto a la quilla y que conecta con las varengas y cuadernas. Esa conexión y esa base explican el nombre de la exposición que, hasta el próximo 31 de marzo, está en el Marco en un proyecto artístico singular que lleva el astillero al museo. Y que se construye en torno a la obra de ese pintor genial que es Ramón Trigo. Si ya eran prodigiosas sus piezas sobre los grandes cetáceos marinos, ahora el creador se incrusta en los casi centenarios astilleros Armada para dar fe, para hacer arte al mismo tiempo que crónica, y para retratar el alma de los hacedores de barcos.
Junto a Trigo, el realizador Eduardo Armada, que retrata en fotografías y vídeos la labor del pintor, su día a día dentro del astillero y su descripción de la arquitectura y del trabajo humano.
Era fácil pensar que, antes o después, esto ocurriría. Que los astilleros de Vigo se convertirían en piezas de museo. Pero lo que se presumía una noticia triste se ha hecho festiva. Porque, tras afrontar la enésima crisis, las gradas de la ría siguen trabajando. Y la exposición Pantoque es en realidad su homenaje.
No debemos olvidar que la considerada (con polémica) como la primera producción cinematográfica de la historia es la Salida de los obreros de la factoría Lumiere. O que la película que mejor ha definido Vigo ni siquiera nombra a nuestra ciudad, pero es totalmente posindustrial: Los lunes al sol.
Así que bienvenida Pantoque al Marco. Un retrato a dos manos que convierte los astilleros en obra de arte.