Inconfundible voz al teléfono la de Pedro Alonso (Vigo, 1971), el hombre que fue Padre Casares y Berlín y que, desde luego, es mucho más que todo eso. Pese a la distancia se muestra intenso y profundo. Nada de simplezas. Prepárense porque, pese al enorme salto que ha supuesto La casa de papel, oiremos hablar mucho de Alonso y no será solo por su trabajo de actor.
-¿En qué proyectos está ahora?
-Estoy rodando nuevos capítulos de La casa de papel pero de otra manera, más tranquilamente. Eso me permite seguir escribiendo un libro que publicaré el año que viene con el título de El libro de Filipo.
-No sabía que escribía.
-Yo había escrito mal toda mi vida y lo paré. Hace cuatro años intenté escribir desde otro lugar, sin filtros y acabé encontrándome con un libro de 400 páginas. Lo que pasa es que no es de ficción, sino muy íntimo y creo que no tengo el coraje para publicarlo. Ahora he firmado un contrato con Random House para entregar un libro a finales de año. Si sigo remando y trabajando como hasta ahora es posible que no sea una catástrofe, ja, ja.
-Es usted muy inquieto.
-Durante los últimos años me he dedicado a pintar mucho, a escribir, para habilitar una vía de trabajo, de estudio y de reflexión propia y ahora está a punto de gramarse. El privilegio de estar ahora en una posición favorable como actor, en vez de aprovecharlo para hacer todo lo que me ofrecen, lo uso para poder atender este mundo propio que tengo en marcha.
-¿Pinta mucho?
-Llevo doce años pintando muy intensamente. Eso reestructuró mi forma de trabajar. Yo pinto todo el rato. Cuando estudio, pinto; cuando escribo, pinto; cuando estoy de vacaciones, también pinto. Eso me ayuda a trabajar más directamente con el instinto.
-¿Y no expone?
-Durante muchos años lo he mantenido en el ámbito de lo privado. Me dije: «No te conviertas en ese tipo de gente que pinta cuatro cosas y ya quiere hacer una exposición». Ahora tengo mucho material y quizás ya ha llegado el momento de exponer. Le he dado muchas vueltas porque, si eres actor, estás muy expuesto, así que ahora ya me van a poder dar por varios frentes, ja, ja.
-Quizás todo lo contrario.
-Puede. Lo que es verdad es que no lo hago frívolamente.
-Usted vive en Madrid.
-Sí, digamos que sí. Aunque en el último año y pico he estado más fuera que en casa.
-¿Le gusta?
-He tenido varios momentos. Yo vine aquí a estudiar Periodismo y Arte Dramático, luego desaparecí, regresé a Galicia y, de alguna forma, empecé desde otro lugar. No pensaba volver, pero lo hice. Y no han dejado de pasarme cosas ricas profesionalmente y también con la ciudad.
-¿Siente morriña?
-Bueno, yo soy uno de esos que se fue lo más lejos posible lo antes que pudo. Con el tiempo tuve el viaje contrario y descubrí que soy muy gallego. Pero en una versión propia. Viajando he aprendido a querer a mi tierra, que es un sitio riquísimo al que siempre vuelvo.
-¿Qué es más difícil, atracar la Casa de la Moneda o atender adecuadamente 20 parroquias?
-Ja, ja. Lo difícil es hacerlo con amor. Ambos viajes me han hecho muy feliz. Recuerdo mi propia sorpresa al descubrir que tenía un cura dentro y qué le voy a decir de lo que me está pasando con La casa de papel. Es un milagro. Hemos roto la banca.
-¿Cómo era de niño?
-Yo era un niño muy bueno con propensión a romperse cosas. Un niño que a los 14 años explotó y quiso que le pasaran cosas y empezó a tener un gusto por cruzar la línea. He tardado muchos años en templar eso.
-¿Cómo se metió en la interpretación?
-Fue a los 16 años al hacer una adaptación de un cuento de Neira Vilas en los Salesianos con un profesor de arte. No tenía ningún antecedente en la familia.
-Busque cuatro palabras para sí mismo.
-Leal... trabajador... amoroso... y chamánico.
-¿Tiene otras aficiones?
-Ya lo he dicho, pinto todo el rato. Básicamente soy un tipo que pinta mientras hace otras cosas. Me gusta mucho Giacometti y él decía: «Yo pinto para ver mejor».
-Ahora que es más popular, ¿cómo maneja eso?
-Después de un año viajando me doy cuenta de que me conocen en muchos países del mundo. Está claro que algo se ha movido. Todos esos momentos pasan, son fugaces y es mejor concentrarte en el trabajo en sí. Pero es verdad que me han pasado algunas cosas locas, como tener que ir con seguridad por Argentina porque casi no podías caminar. La verdad es que en los últimos años me he especializado en personajes turbios, pero la gente me trata con mucho aprecio.
-¿Celta o Dépor?
-Yo soy de Vigo. Pero no soy antidépor.
-Dígame una canción.
-Bird on the Wire, de Leonard Cohen.
-¿Qué es lo más importante en la vida?
-El amor.