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Cuando el Cristo de la Victoria dejó de ser negro

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

En mayo de 1998, La Voz de Galicia publicaba las fotografías de la restauración de la talla religiosa viguesa que se estaba realizando en Madrid. Se apreciaba el aspecto original de la escultura

23 may 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

«Los feligreses tienen que aprender a aceptar al Cristo cuando regrese, y yo creo que lo van a saber hacer», decía José Diéguez Reboredo, obispo de la diócesis Tui-Vigo, para referirse al nuevo aspecto de la imagen del Cristo de la Victoria tras la restauración, pagada por Caixavigo, que se realizó en 1998 en el Instituto Nacional de Restauración de Madrid. Esos fieles, a los que se refería el obispo de entonces, pudieron conocer el aspecto original de la venerada escultura a través de las páginas de La Voz de Galicia del 31 de mayo de 1998. No era negro, como se había visto en las últimas décadas, sino blanco y, además, no tenía ni pizca de sal por lo que se caía la leyenda que señalaba que había sido recogido en alta mar por los tripulantes de un barco durante una tempestad.

Porque los orígenes de esta escultura están rodeados de dudas. Se puede documentar su presencia en la antigua colegiata de Vigo a mediados del siglo XVIII. Su vida anterior, de momento, pertenece al territorio de la leyenda. Tradicionalmente se hablaba de que esta escultura, tan adorada en Vigo, había sido recogida en el mar, a donde había llegado posiblemente desde la Inglaterra que abandonó el catolicismo en el siglo XVI. Fuese cual fuese su procedente, por lo menos, tiene cerca de los trescientos años de antigüedad. Y hace veinte años, se le notaba mucho.

Moisés Alonso, entonces párroco de la concatedral, reclamó ayuda a mediados de 1997 para reunir dinero con el fin de restaurar la escultura. Semanas después, Caixavigo asumió el pago del trabajo, presupuestado en torno al millón de pesetas, y se anunció que partiría hacia Madrid, al Instituto Nacional de Restauración. La idea de abandonar Vigo no gustó a muchos a los creyentes, que protestaron. Aun así, la escultura salió el 14 de mayo de 1998 con destino a la capital del Estado. Al día siguiente, ya casi de noche, nadie en Vigo conocía el paradero del Cristo y, aunque los caminos del Señor son inescrutables, la preocupación se extendió rápidamente por Vigo. Al día siguiente se supo que el camión que llevaba la imagen había tenido una avería.

Mal presupuestado

Una vez que llegó a Madrid y fue estudiada por los expertos, La Voz de Galicia informó de los daños de la escultura, que eran mayores a los inicialmente presupuestados. «El negrito está muy mal», dijeron las especialistas encargadas de realizar la restauración de la pieza. «Las imágenes siempre llegan muy sucias, con la lógica pátina del tiempo, pero jamás habíamos visto nada similar al de la Victoria», añadía las dos expertas. La talla fue, durante años y en cada descenso procesional del primer domingo de agosto, reparada por sus devotos con ceras y betunes que, junto con la polución y el humo de las velas, acabaron ennegreciendo la capa exterior hasta convertirla en un Cristo negro. Hasta tal punto que, según el director de los trabajos, José Reyes, «este cristo ha sufrido un par de restauraciones lamentables. Cuando fui a examinar su estado a Vigo, no pude imaginar lo que ahí había pero, cuando me lo trajeron, tuvimos que llamar a Caixavigo para advertir que el presupuesto se disparaba».

Con tiento, bisturí, algodón y disolventes, las restauradoras fuero eliminando las capas oscuras, que eran, con sendas manos de estuco base. Tras ellas apareció otra superficie brillante, rosada, que no era más que «óleo industrial, algo prohibido en el gremio, por su difícil reversibilidad», lo que reforzaba la idea de las deficientes restauraciones anteriores. Luego, al fin, surgió una policromía en temple, fruto de un primer lifting de principios de siglo, «tan bien aplicada, que se ha conservado» a pesar de las negligencias. Las catas revelaron que había, irrecuperables, restos de pintura original, más arcaica.

Junto con la restauración, el Instituto entregó, a Caixavigo, un informe en el que se recogía la posible autoría de la obra. Era Sebastián Ucete, un maestro barroco con taller en la ciudad zamorana de Toro.

Una vez en Vigo, en el mes de julio, Caixavigo ofreció una exposición fotográfica que recorría el proceso de rehabilitación llevado a cabo en Madrid que recibió a muchos visitantes, muy expectantes por la gran modificación experimentada por la talla durante su estancia madrileña.

Por fin, el 2 de agosto de 1998, el Cristo de la Victoria salió a las calles de la ciudad con su nuevo porte. Como siempre ocurre, doscientas mil personas le acompañaron en el recorrido. Al día siguiente, José María Nandín, presidente de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Victoria reconocía que el color de la imagen era mucho más bonito al natural que en el altar mayor de la iglesia. Apuntaba a los alógenos de la iglesia como motivos de que la tonalidad del Cristo palideciese. El presidente de la Cofradía añadía que la parroquia tenía previsto poner fin a aquella «distorsión» con la sustitución de los focos halógenos por una iluminación más suave y natural. Ya hace veinticinco años de aquella revolución. Hoy, ya pocos fieles se acuerdan que durante mucho tiempo el Cristo era negro.