















La oposición le reclama más pluralidad en el Concello y el regidor les contesta con los datos de las urnas y advirtiendo a Diputación y Xunta de sus exigencias
17 jun 2023 . Actualizado a las 16:10 h.«Hasta que el cuerpo aguante, seré alcalde mientras la salud me lo permita, y por ahora, todo bien», concedió Abel Caballero este sábado a La Voz sus primeras declaraciones minutos después de haber sido elegido alcalde de Vigo por quinta vez consecutiva. No ve ni por cuestiones de edad (en tres meses cumple 77 años) ni por presión política de sus adversarios el final de una era que comenzó en la alcaldía en el 2007 y que inicia ahora para cuatro años más con otra «mayoría absolutísima», como ya la bautizó en el 2019 cuando obtuvo un edil más y 19.000 votos a mayores.
«Hai que saber entender a mensaxe que mandou a cidade a través dos resultados electorais, que foi unha conclusión clara, inapelable e rotunda: Vigo quere o mesmo goberno, pero non quere a mesma forma de gobernar dos últimos dezaseis anos. Tivo unha perda de 20.000 votos, o cambio no goberno provincial e ascenso da formación política que represento implica a apertura dun novo ciclo no Concello de Vigo marcado pola pluralidade. Vigo non ten un dono. Vigo é de todos», lanzó en la defensa formal de su candidatura la popular Marta Fernández-Tapias, con esa intención de reivindicar el papel de su grupo y aire para la oposición. «É un novo ciclo, no que é obligada a cooperación absoluta, e na que non pode confundirse viguismo con illamento», terció como segunda idea.
Coincidió en el objetivo el nacionalista Xabier Pérez Igrexas, con tres concejales. «Vigo non é Abelgrado, nin só catro letras, por moito que algún trate de patrimonializalas», remachó en el mismo clavo.
Para Abel Caballero, su bajada en las urnas y de un escaño en la corporación es anecdótica y fruto de una ola nacional. «Se produjo en los últimos cinco días antes de las elecciones», analizó ya en la calle y con el bastón en sus manos. «A cidade falou», espetó antes a sus rivales en su discurso. «Son uns resultados contundentes e inapelables. Un resultado excepcional. A cidade, a democracia falou. E cando fala a democracia hai que respectala. Fomos a lista máis votada en nengunha grande cidade de España».
Ningún alto cargo de la Administración central ni del PSOE o el PSdeG acudió hoy a respaldarlo. El regidor vigués en su campaña también los había dejado de lado.
Abel Caballero utilizó su toma de posesión para situarse en un nuevo escenario. En los últimos años gobernaba con una amplia mayoría absoluta, pero había ido expandiendo su lista de aliados externos. Tenía a Carmela Silva en la Diputación de Pontevedra, a David Regades en la Zona Franca y a su propio partido en el Gobierno central. La primera de esas piezas se ha caído y las otras dos quedan a expensas del complicado escenario electoral del 23 de julio. En una ola en que la derecha avanza, Caballero asumió: «Van a seguir tratando de dividirnos e de atacarnos con todas as armas». Y lanzó varios avisos. Uno, al Gobierno central, con la incógnita de las próximas elecciones generales: «Seguiremos dicindo ao Goberno de España que queremos seguir contando co seu apoio». Otro, a la Administración autonómica, en manos del PP: «Á Xunta, que cando se esqueza de castigar a esta cidade, lle tenderemos a man, pero que non esqueza á forza desta cidade». Y otro más a la Diputación de Pontevedra, cuya vicepresidenta será la nueva portavoz del PP en el Concello, Marta Fernández-Tapias: «Se atende a esta cidade, agradecerémolo; se non, van ter resposta».
Al Gobierno gallego ya le había lanzado varios recados. Menos que en su anterior toma de posesión, pero contundentes. Lo hizo a cuenta de las becas, las reformas de colegios, el agua y los fondos europeos. Pero sobre todo, avisó con respecto al nuevo Plan Xeral de Ordenación Municipal, que ha cosechado dos informes negativos de la Xunta. Caballero avisó de que asumirá todo lo que piden esos informes para desbloquearlo. Uno de ellos advierte que el Gobierno gallego no asumirá el pago del nuevo vial de Beade y de carreteras valoradas en 82 millones de euros. Lo sufragará el Concello, pero no será gratuito: «Lembraremos cada semana dos vindeiros catro anos que a Xunta paga infraestruturas noutras cidades e non en Vigo». Es decir, nada apunta a que las tortuosas relaciones entre el Concello y la Xunta vayan a cambiar.
También tiene peticiones para el resto de Administraciones. En el caso del Gobierno central, sigue pendiente la alta velocidad ferroviaria, tanto la salida sur hacia Portugal como la variante de Cerdedo para ir a Madrid sin dar un rodeo por Santiago. En el caso de la Diputación, la reforma de una grada de Balaídos.
El plural es una constante en el discurso de Abel Caballero. «Neste bastón está unha cidade», dijo poco después de coger el símbolo del mando municipal por quinta vez. Insistió en que él no preside la FEMP (todavía la lidera), sino que lo hace la ciudad, y en que los ciudadanos no votaron ni al PSOE ni a Abel Caballero, sino que votaron a Vigo. Esa identificación con Vigo le permite al alcalde armar su discurso en torno a «á inmensa forza que nos dá a cidade».