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«No sé cómo vamos a dar aceite y leche a 660 familias con estos precios»

Bibiana Villaverde
bibiana villaverde VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

Tensi González lleva cuarenta años al frente de AFAN, un colectivo pionero en Vigo. «He llegado a pedir créditos avalados por mi pensión para que no falte la comida en la asociación»

10 sep 2023 . Actualizado a las 01:52 h.

«¿Quién puede vivir con una ayuda de 600 euros al mes? Quien lo consiga que me lo explique que a mí no me llega mi pensión y no es de las pequeñas». Hortensia González, Tensi para los vigueses, es una experta en la economía doméstica a gran escala. Crítica con las políticas sociales de los distintos gobiernos, lo suyo no es la teoría sino la práctica, el saber adquirido de quien lleva 40 años sosteniendo un paño de lágrimas con una mano y elaborando con la otra los paquetes de comida que reparte a 661 personas (con sus familias detrás) que acuden dos veces al mes a la sede de AFAN, la asociación Freixeiro de Ayuda al Necesitado, en la calle Pastora de Vigo.

Quien ha sufrido todas las crisis económicas que ha afrontado el país en las últimas décadas, anda estos días enfadada. La inflación está menguando las dosis de comida y está poniendo en riesgo la alimentación de niños de familias que no cubren necesidades básicas. «No sé cómo vamos a dar aceite y leche, con el precio que tienen... Estamos guardando el aceite que nos queda para dar en Navidad a las familias». En un discurso que va entre la ternura y el cabreo, menciona a los niños continuamente «no quiero que haya ninguno que abra la nevera y no tenga un vaso de leche, eso es muy doloroso».

Tensi acaba de cumplir 83 años y sigue llegando cada día a la asociación a las 7 de la mañana para preparar los paquetes y atender a quienes entran por la puerta. No sabe hacer otra cosa, dice, y tampoco quiere desde que, hace 40 años, dejó su trabajo para hacerse cargo del colectivo que constituyó cuando apenas había ayuda más allá de la que se prestaba desde las parroquias. 

Pionera al volante

Pocos saben que Hortensia González fue la primera profesora de clases prácticas en una autoescuela de Vigo, un trabajo en la empresa familiar que dejó para ayudar a quienes no llenaban la nevera. «Empecé a tener fuertes hemorragias por el estrés, de trabajar en la autoescuela todo el día y, a la vez, en la asociación. La segunda vez que me ingresaron en el hospital, mi madre y mis hermanos me dijeron que me dedicara a ayudar a las familias, que me seguirían pagando igual el sueldo. Mi madre, que era la jefa, me seguía comprando mis cosas y me daba de comer y yo pude hacer lo que me gustaba». Asegura que ya no sabe hacer otra cosa. «Este mes de vacaciones lo pasé aburridísimo, la asociación es mi vida».

Esta mujer enseñó a conducir a decenas de vigueses. Entonces eran hombres la mayoría, que se matriculaban en la autoescuela O´se alquila, fundada por su padre. «Al principio, los hombres no querían que yo les diese clase, decían que cómo les iba a enseñar a conducir una mujer. Hasta que uno que tenía prisa en sacar el carné y dijo que le daba igual quien impartiese las prácticas y, tras él, siguieron otros». Recuerda con claridad cómo compró con sus ahorros la primera furgoneta de la asociación. «Era un cuatrolatas, llevábamos de todo, hasta muebles que cargábamos nosotras». El nosotras incluye a María Luisa González Callado, que fue vicepresidenta del colectivo. «Ella sí que se merecía el premio de Viguesa Distinguida que nos dieron, daba hasta lo que ni tenía para sí misma».

Unas cuarenta familias acuden al día a la sede del colectivo a buscar los paquetes que incluyen, desde hace años, alimentos frescos. «Todo pasa por mi mano y pido lo mejor, que bastante desgracia tienen los que no lo pueden comprar». Ha ido aprendiendo con los años, por ejemplo, a dar cita previa para evitar las colas a la puerta del local «A veces nos pasó por ignorancia, pero lo hemos corregido». Le mueve la buena voluntad y un instinto de protección hacia los vulnerables que descubrió con la primera familia a la que prestó ayuda, una mujer que se acababa de separar de su marido y que no tenía para dar de comer a sus dos niñas pequeñas. «Aún me paran chicos en la calle para decirme que les ayudé cuando eran niños y ahora ya no lo necesitan, eso es lo que me mueve. Aspiro a que algún día no seamos necesarios».

Son tiempos difíciles en la asociación, donde las estanterías se quedan muchas veces vacías, entre una y otra ayuda institucional. «He puesto dinero de mi bolsillo cuando se retrasa el pago de las ayudas y he pedido préstamos al banco avalados con mi pensión, porque la asociación no tiene patrimonio». A quienes entran por la puerta se le pide la documentación, pero nunca se van sin la primera bolsa. «Se les da aunque cobren alguna prestación. Les pido los mismos papeles que para las ayudas de emergencia, hay que tener todo legal, pero les doy comida, sobre todo si hay niños. Si me engañan, que vayan al purgatorio, y si no, pues ayudo y soy feliz. No somos una empresa, aquí estamos para ayudar».

Mi canción favorita

«La boda de Luis Alonso»: «Es una zarzuela que me emociona mucho, la escucho muchas veces. Esta canción la bailaba mi hermano, Paco González, cuando puso en marcha un ballet en Vigo tras venirse de Madrid. Enseñó a muchas bailarinas y organizábamos festivales para recaudar fondos para la asociación».