
Viejo refugio de contrabandistas, A Boega pudo acoger un campo de golf, un hotel y ahora un parque temático sobre la historia de Portugal
07 dic 2023 . Actualizado a las 00:35 h.Una recopilación de cuentos y leyendas, publicada hace algún tiempo por la Cámara de Vila Nova de Cerveira, recoge que el nombre de la Ilha da Boega viene del tratamiento que empleaba un nieto con su abuelo que vivían en ese lugar. El hombre se llamaba Ega y su descendiente le anteponía el Bo, apócope de avó. Así le habría quedado al lugar su denominación actual, aunque nada dice la leyenda del cambio de consonante. Sea cierto o no, el caso es que abuelo y nieto vivían de la agricultura y el ganado en esta isla miñota, algo que sí está documentado desde mucho tiempo atrás. De hecho, hasta 1978, era utilizada para el cultivo de maíz y el pastoreo vacuno.
La isla de A Boega está situada entre las parroquias de Loivo e Gondarém, frente a Goián, y tiene una superficie de 50 hectáreas. Es la isla más grande del río Miño, resultado de las arenas y piedras arrastradas por el río a lo largo de los siglos. Su vegetación principal está compuesta de sauces, acacias y alisos, además de las gramíneas utilizadas como forraje.
Aunque es una isla de titularidad portuguesa, su entorno está compartido con España, hecho que en el pasado provocó algunos enfrentamientos entre pescadores de ambas orillas. Uno de ellos ocurrió en abril de 1881, y debido a la agresividad de los lusos se vieron obligados a intervenir guardias de ambas nacionalidades para restaurar la tranquilidad en el tramo final del río.
Debido a su emplazamiento, A Boega fue un lugar de paso en la frontera muy utilizado por contrabandistas en la segunda mitad del siglo pasado, una actividad frecuente en esta raia húmida.
Los últimos propietarios de la isla, antes de que fuera adquirida por sus actuales dueños, la empresa portuguesa Blue Crow Capital, fueron dos familias portuguesas. Hasta 1978, perteneció a los Fonseca, radicados en Brasil. Mantuvieron la propiedad, dedicada en esa época al cultivo de maíz y al cuidado de una cabaña vacuna productora de leche. En 1978, la isla fue adquirida por Flavio Amorín, un influyente empresario y emprendedor del norte de Portugal. En ella proyectó la construcción de un campo de golf. Para ello contactó con el estadounidense Robert Trent Jones, uno de los más importantes diseñadores de estos campos de juego en todo el mundo, que quedó maravillado de la belleza y las posibilidades del lugar, aunque no fructificó la colaboración por su fallecimiento.
La Cámara Municipal de Vila Nova de Cerveira llegó a aprobar la creación de un campo de 18 hoyos y una pequeña estructura de apoyo. Finalmente, el proyecto fue desechado por el propietario del terreno y la isla quedó sin ninguna actividad importante.
No fue aquella la última vez que se habló de golf en ese tramo del río Miño. En 2007, asomó la intención del grupo español Artagón de comprar la isla para desarrollar un proyecto turístico cuantificado en 102 millones de euros. Artagón preveía construir un hotel con 350 habitaciones y un campo de golf y, en una segunda fase, 150 alojamientos de lujo y un puerto deportivo. Los responsables de aquel intento también resaltaron que sería un proyecto ecológico y respetuoso con el medio ambiente. La idea era que la isla cambiara de nombre y pasara a llamarse Isla Artagón. Aquella propuesta se quedó en papel mojado. Ni hubo cambio de propiedad ni complejo turístico.
Hace dos años, la empresa Gondarém-Sociedade de Investimentos vendió la isla a Blue Crow Capital, una empresa de capital de riesgo con sede en Lisboa, que es la que ahora pretende materializar Porto Boega en colaboración con Storyland Studios, una compañía especializada en atracciones inmersivas y parques temáticos en todo el mundo.
El proyecto fue presentado en Florida, en el marco de la feria IAA-PA Expo de Orlando, el principal evento mundial para la industria de las atracciones. «Esta fascinante aventura se desarrolla en un resort de clase mundial con un parque temático, tiendas, restaurantes y entretenimiento», dijo entonces Adam Booth, responsable de Storyland Studios. «Su historia está inspirada exclusivamente en temas históricos y en los héroes y el pueblo de Portugal», añadía para fijar el tema principal de este parque insular.
Los promotores visitaron ya hace algún tiempo la zona y se reunieron con el alcalde de Cerveira, Rui Teixeira. «Según el proyecto que nos presentaron, no se prevé impacto ambiental ni afecciones a la flora», asegura el regidor. Teixeira asegura que cualquier actuación ha de contar con las preceptivas autorizaciones de los ministerios implicados. Por ahora, no hay más pasos.
El área de Vigo también ha visto fracasar numerosos macroproyectos de ocio
El proyecto del parque temático en la isla de A Boega, en el Miño, no es el primero que se plantea en el área de influencia de Vigo. En los últimos treinta años hubo otros complejos de ocio que, por distintas razones, no llegaron a materializarse. La Colina Encantada fue la bandera electoral del PP de Vigo en las elecciones municipales de 1995. Entonces, se vendió como el Port Aventura de Vigo y llegó a mostrarse en maqueta para su plasmación en el monte de O Vixiador. Era parque temático de ambiente medieval que involucraba una inversión de 12.000 millones de pesetas y generaría mil puestos de trabajo. Se desechó porque no aparecieron empresas interesadas en asumir la financiación.
En 1998, le llegó el turno a Pluton Park, un parque de atracciones situado en Mos, en las inmediaciones del aeropuerto. Cuatro años más tarde, esta iniciativa ya acumulaba una agujero de 700 millones de pesetas y no había logrado atraer el número suficiente de niños para continuar abierto. Horacio Gómez compró la concesión de los terrenos para enfocarlos a sus negocios de distribución de bebidas.
En Aldán duró unos meses, en el año 1996, Jungle Park, un proyecto de ocio de aventura, con una superficie de 56.000 metros cuadrados destinados a liberar estrés a base de juegos de guerra. No funcionó como esperaban sus promotores y en 1997 fue reconvertido en campamento juvenil con actividades educativas, que tampoco prosperó.
La empresa del sector del juego Cirsa trató a comienzos del presente siglo de transformar el Hotel Samil en un complejo de recreo, una vez que renunció a trasladar el casino de A Toxa a ese emplazamiento. Tampoco fue adelante esta posibilidad.
En el 2013 apareció Porto Cabral, proyecto de la británica Eurofund que pretendía montar en Liñeiriños, sobre 580.000 metros cuadrados, un gran centro comercial, dos hoteles y una zona de ocio con lago navegable, zona de surf, esquí y un rocódromo. La inversión se aproximaba a mil millones de euros y preveía crear 6.450 empleos. El Concello de Vigo descartó su tramitación.